domingo, 27 de julio de 2008

La Torre de Anemas

La Torre de Miguel Anemas, también llamada el "Bastión de Isaac Ángel", fue usada como una de las prisiones más importantes de Constantinopla. Se encuentra en el sector norte de las Murallas Terrestres de Constantinopla (Estanbul), allende el antiguo sector donde se había encontrado la Residencia Imperial de las Blaquernas, de la cual, actualmente, solo quedan ruinas como el Palacio Pofirogénito y la pequeña iglesia de Nuestra Señora de las Blaquernas.


En el sur, la Torre de Isaac Ángel es anterior a la Anemas Norte, en efecto la 1era. fue parte del sistema defensivo empleado por el emperador Heraclio, el vencedor de los persas, y el segundo se erigió con el objetivo de fortificar el promotorio del Palacio de las Blaquernas, residencia imperial escogida por Alejo I Comneno (1081-1118), primer emperador de la Dinastía Comnena (1081-1185). Después de que esta parte del Palacio (el promotorio) fuera abandonada, este importante bastión pasó a ser usado como prisión imperial (aparte del territorio comprendido por el Gran Palacio de Constantinopla, a orillas del Mar de Mármara).


En su maravillosa obra La Alexíada, la princesa Ana Comnena, hija del emperador Alejo I, narra que durante el reinado de su padre, hubo una conspiración en la que se vió involucrado el noble general Miguel Anemas, el cual fue encerrado en la Torre, donde pasó la noche. Al siguiente día, Miguel Anemas fue llevado por las calles de Constantinopla para ser ejecutado, mientras la población le insultaba y le humillaba; la joven princesa Ana y sus hermanas, las Porfirogénitas (nacidas en la cámara de parto púrpura de las emperatrices), rogaron a su madre, que estaba rezando junto al emperador en la Capilla de Palacio, que intercediera ante su padre por aquel desdichado general, y por lo cual Alejo, momentos antes de que Anemas fue ajusticiado, le perdonó la vida.


Mientras tanto, en su extensa y magnifica obra "Historia", Nicetas Choniates nos cuenta que la segunda personalidad de renombre que estuvo encerrado en la Torre de Anemas, no fue ningún general rebelde o cortesano conspirador, sino fue un Emperador de Bizancio!!!!. Se trataba del emperador Isaac II Ángel (1185-1195), descendiente de Alejo I por línea materna, el cual había derrocado al último Comneno reinante (Andrónico I) y habia expulsado a los normandos de Macedonia y Grecia. Isaac, que había mandado a construir una torre cercana a la de Anemas (por lo cual se les asemeja e incluso identifica) como residencia privada con material de iglesias arruinadas, fue derrocado por una conspiración encabezada por su hermano y altos mandos del ejército bizantino mientras había salido de caza hacia Stagira, cerca de la Capital.

El pelirrojo Isaac, fue llevado ante la presencia de su hermano Alejo, el cual ordenó que lo cegaran y lo encerraran de por vida en la Torre de Anemas, a pesar de que cuando Alejo estuvo encerrado en las mazmorras de Acre y Antioquía, Isaac mandó flotas y dinero para rescatar a su hermano, y posteriormente le honró con numerosos títulos y riquezas. Después de casi 8 años en los sombríos calabozos de la Torre de Anemas (que desde ese hecho empezó a llamarse también "Bastión de Isaac Ángel"), Isaac sería liberado por los cruzados francos y venecianos de la 4ta.Cruzada, traídos por su hijo Alejo IV.

En el año 1307, Miguel Comneno, hijo del Sebastocrátor rebelde de Tesalia Juan I Ducas (1268-1289), era prisionero del emperador Andrónico II Paleólogo (1282-1328), y había tratado de escapar con anterioridad a Atenas, donde su hermana Helena era duquesa-consorte, con ayuda de un miembro de la Guardia Varenga, aunque sin éxito alguno. Trató entonces en el año ya dicho, incendiar la prisión, cosa que logró con éxito, y escapar de Constantinopla, aunque mientras huía fue confrontado por los Varengos de la Guardia Imperial, y con espada en mano, como relata D. Nicol, luchó como un tigre antes de caer bajo los hachazos de los Varengos.

En el año 1376, Andrónico IV Paleólogo, hijo del Emperador Juan V (1341-1391) mandó a encerrar a su padre y hermanos (Manuel y Teodoro) en la torre de Anemas. Andrónico, que había destronado a su padre, gobernó con ayuda genovesa hasta el 1379, cuando su padre, ayudado por un tal Angelos, huyó con sus hijos de la prisión y pidió ayuda a los Turcos de Murad I, con los cuales destronó a su hijo. La Emperatriz Helena Cantacuzena, mujer de Juan V y madre de los príncipes, había sido encerrada en la prisión por su propio hijo Andrónico IV por acusársele de colaborar en la liberación de su padre el Basileus.


Estos son los cuatro hechos más importantes y anecdóticos de la Historia de la Torre de Anemas, uno de los últimos restos del antiguo Imperio Bizantino, una joya visible, en las Grandes Murallas de la Capital de Bizancio.



Bibliografía:


1) Ana Comnena: The Alexiad by Anna Comnena and E.R.A. Sewter, Penguin Classics.

2) Nicetas Choniates: O city of Byzantium, Annals of Niketas Choniates. Ed. Harry Magoulias (Detroit, 1984).

3) Laonikos Chalkokondyles: Historiarum Demostrationes. Ed. E. Darkó (Budapest, 1912). También hice uso de la versión del Bonn Corpus.

4) Donald M. Nicol. The Last Centuries of Byzantium. Cambridge, 1993.

5) Donald M. Nicol. The Despotate of Epiros, 1267-1479. Cambridge, 2010.



Para un tour por la Torre, véase:

domingo, 20 de julio de 2008

Nicéforo III Botaniates (1078-1081)


La ascensión al trono de Nicéforo III Botaniates, debió haber significado un cambio para la vida del debilitado Imperio Romano de Oriente, puesto que, después de la catastrófica derrota de Manzikert (1071), en palabras de E.R.A. Sewter “La Situación del Imperio requería a un soldado” y Nicéforo había ganado fama como general del imperio años antes de Manzikert, e incluso se había batido contra los sarracenos en Siria, los Turcos en Asia Menor, y los Uzos en Mesia.
Sin embargo, el reinado de Botaniates se mostró tan ineficaz como el de su predecesor, ya que la anarquía imperó en el “Estado de los Césares”, aparte de las sucesivas rebeliones de muchos destacados generales bizantinos (como Brienio, Basilacio y Meliseno). El final del reinado de Botaniates daría lugar a un periodo de restauración imperial, esta vez, bajo la égida del valiente general Alejo I Comneno (1081-1118), fundador de la dinastía Comnena, la cual daría al Imperio sus últimos años de grandeza.


Carrera Militar de Botaniates en el Imperio:
Nicéforo Botaniates, cuya familia clamaba descender de los Fabios Romanos y de la poderosa familia capadocia de los Focas, fue un general activo y un gran guerrero, combatiendo siempre al mando de los ejércitos themáticos bizantinos contra los enemigos fronterizos del imperio. Fue general del emperador Constantino IX Monómaco (1042-1055), y de sus sucesores hasta Miguel VII Parapinaces (1071-1078).
Durante el reinado del incompetente Constantino X Ducas (1059-1067), los turcos selyúcidas devastaron Armenia, Iberia y las Provincias del Éufrates. Los selyúcidas tomaron la bella y fortificada ciudad de Ani, capital de un Reino Armenio y la urbe más poderosa y desarrollada del país, la cual fue sometida a un brutal saqueo, y posteriormente destruida. En Iberia, los reyes “alanos” frenaron de cierto modo la invasión Selyúcida a costa de un gran esfuerzo.
Fue entonces que en la frontera Occidental, 600.000 Uzos invadieron las tierras búlgaras, dominadas por Bizancio. Ante esta invasión los ejércitos bizantino y búlgaro que protegían esa región fueron a expulsar a los invasores; a Nicéforo Botaniates y Basilio Apocapes, el arconte, magistros y duque de Paradounavon (tierras detrás del Danubio) se les encargó la misión de combatir y expulsar a los Uzos. Sin embargo, los invasores se mostraron difíciles de vencer, y tanto Nicéforo como Basilio fueron capturados mientras combatían a los bárbaros.
Tras la derrota y captura de Botaniates y Apocapes, los bárbaros penetraron en Tracia y Grecia, e incluso amenazaron Macedonia. Viendo lo comprometido de la situación, el emperador Constantino X decidió marchar en persona al mando de 150.000 hombres para acabar con los invasores, pero, afortunadamente, antes de que el emperador y su ejército se batieran contra los Uzos, llegaron noticias de que estos habían sido atacados por los Patzinakos y búlgaros, además de haber sufrido hambruna y espantosas enfermedades, y finalmente se habían retirado de las tierras imperiales, detrás del Danubio.
El cronista Skylitzés hace mención que “hubo intervención divina en la retirada de los Uzos”.
Finalmente, la epidemia que asoló a los Uzos fue aprovechada por los bizantinos para recuperar tanto a Nicéforo como a Basilio, en cuanto a los Uzos que sobrevivieron a esa espantosa epidemia, fueron incorporados al Ejército Bizantino.
Tras la muerte de Constantino X (1067), la Augusta viuda, Eudocia Macrembolitissa, asumió la regencia del Imperio. Los turcos seguían hostigando a los ejércitos bizantinos en Asia e incluso atacaron con éxito Cilicia, ayudados por el desertor bizantino Amertices (culpable de un atentado contra Constantino X).
Mientras esto ocurría, Nicéforo fue enviado a Siria para combatir a los turcos que amenazaban Antioquía, al mando de un ejército tan mal equipado como pagado; en Europa los Patzinakos atacaron las fronteras imperiales pero fueron derrotados por Romano Diógenes, duque de Sérdica.
Fue entonces que Eudocia, viéndose superada por los enemigos del Imperio, decidió casarse por una segunda vez (a pesar de haber jurado al agonizante Constantino no volver a casarse), con la venia del patriarca constantinopolitano Juan VIII Xifilino, y el elegido fue Romano Diógenes, el cual fue coronado co-emperador junto con Miguel VII Ducas, hijo de Constantino X y Eudocia.
Al parecer, según el historiador Miguel Attaliates, Botaniates era un candidato a la mano de la Augusta Eudocia, y de no haber escogido Eudocia a Romano, Botaniates habría sido emperador mucho antes. Attaliates parece mostrar cierto favoritismo hacia Botaniates, pues describe a Romano IV Diógenes como “Un alma equivocada”, aunque a diferencia de Psellos, reconoce en su “Historia” la valentía y coraje de Romano IV, especialmente durante la Batalla de Manzikert.
El acontecimiento más significativo del reinado de Romano IV (1068-1071) fue la derrota de Manzikert, en la cual no participó Nicéforo. El nuevo Basileo desconfiaba de Botaniates, al igual que del influyente Hypertimos Miguel Psellos y del César Juan Ducas, hermano del fallecido Constantino X. La derrota bizantina en Manzikert fue el golpe más duro que sufrió el Imperio de los Romanos, y acabaría con los días de la soberanía bizantina sobre toda Anatolia.
Después de la caída en desgracia de Romano IV, el cual fue cegado y murió como producto de una severa infección a sus heridas, el trono fue ocupado por Miguel VII Ducas (1071-1078) cuyo reinado fue uno de los peores (sino el peor) de la Historia del Imperio Romano Medieval.

El Desastroso Reinado de Miguel VII Parapinaces:
El reinado de “Miguel Augusto” (nombre dado por el historiador Nicéforo Brienio a Miguel VII) se destacó por los siguientes factores:
1) Pérdida de muchas provincias asiáticas ante los Selyúcidas.
2) Anarquía imperante en el Estado Bizantino.
3) Corrupción total y decadencia del ejército.
4) Rebeliones sucesivas de los generales.
5) Ineficaz defensa fronteriza del Imperio.
6) Devaluación de la moneda bizantina.
7) Amenaza Normanda desde Sicilia y el Sur de Italia (Roberto Guiscardo).
El joven Basileo era un hombre indeciso, antes un filósofo que un soldado o político. En efecto, la culpa fue del tutor de Miguel VII, Miguel Psellos, el cual soñaba ver al imperio gobernado por un “Rey-Filósofo” apoyado por la Burocracia Civil de Constantinopla.
Los primeros años del reinado de Miguel VII fueron manejados por su tío, el César Juan Ducas y por su mentor, Miguel Psellos. Sin embargo, ambos personajes (el César y Psellos) caerían en desgracia cuando el eunuco Niceforitzés (también llamado Niceforitza) se ganó la confianza del joven Miguel VII y se volvió su favorito.
Tanto el César como Psellos se retiraron de la vida pública, entrando ambos a un convento, para dejar lugar a Niceforitzés (en reemplazo del César y con el rango de Logoteta) y al literato de poca monta Juan Ítalo (en reemplazo de Psellos).
Durante el reinado de Miguel VII, Botaniates era comandante supremo de las fuerzas bizantinas en Asia (Doméstico de Oriente y Doméstico de los Scholae) y tuvo que lidiar con los invasores turcos. Mientras en la capital, el Basileo y Niceforitzés perdían el tiempo y aplicaban reformas inútiles en la economía imperial, tanto así que Miguel VII llegó a ser apodado por el pueblo “Parapinaces” (menos de un cuarto) debido a la devaluación monetaria.

Las Revueltas de Brienio en Europa y Botaniates en Asia Menor:
Finalmente, estallaron las rebeliones contra Miguel VII. Nicéforo Brienio, duque de Dirraquio, se rebeló contra el emperador y fue coronado Basileo por sus tropas en Trajanópolis, ya que había sido advertido de que Niceforitzés quería deshacerse de él.
En Asia Menor, Botaniates, harto de la incompetencia de Miguel VII, se rebeló en Nicea con apoyo de los turcos selyúcidas y de los ejércitos bizantinos asiáticos. Al parecer, ambos generales rebeldes se habían aliado para acabar con las injusticias de Niceforitzés.
Miguel VII desesperó ante lo comprometido de la situación, y envió contra Brienio a su hermano Constantino, al joven general Alejo Comneno y al comandante mercenario celta Urselio (Roussel de Bailleul), los cuales hicieron retroceder a Brienio.
Ahora solo quedaba deshacerse de Nicéforo Botaniates, para lo cual, Miguel VII y Niceforitzés acudieron a un jefe turco, el cual traicionó al Basileo y finalmente se paso al bando de Botaniates, soborno mediante. Al parecer, el Basileo, había tratado de convencer a Botaniates de acabar con esta rebelión mediante una carta, la cual se encuentra copilada en la Cronografía de Miguel Psellos. En efecto, la carta de Miguel VII a “Focas” (nombre dado por Psellos a Botaniates) no surtió efecto.
Ahora nada parecía detener el arrollador avance de Botaniates hacia Constantinopla, donde la desesperada población y los refugiados de las provincias atacadas por los rebeldes veían con preocupación lo que acontecía en el Imperio.
El 23 de Marzo de 1078, los constantinopolitanos se rebelaron contra el emperador, el cual fue obligado a abdicar y a tomar los hábitos monásticos en el Sagrado Monasterio de Stoudion, por consejo del César Juan.

Entrada de Nicéforo Botaniates en Constantinopla:
La defensa de Constantinopla fue encargada al joven general Alejo Comneno, el cual ofreció abrir las puertas de la ciudad a Botaniates, el cual entró en Constantinopla el 2 de Abril de 1078, siendo recibido por la población de la ciudad y la familia imperial.
Botaniates fue coronado Basileo de Bizancio el 3 de Abril de 1078, por el Patriarca Cosme I de Constantinopla en la Basílica de Santa Sofía, y a partir de ese momento, su nombre pasó a la historia como Nicéforo III Botaniates, emperador de los romanos.
Las primeras acciones de Nicéforo III fueron, en primer lugar, deportar a Niceforitzés a la isla de Oxya, donde el desgraciado eunuco perecería mediante horrendas y crueles torturas. En cuanto a Miguel VII fue nombrado, en su posición de prelado, “Metropolitano de Éfeso”, y se le permitió seguir viviendo en Constantinopla.
Después de haber arreglado esos asuntos, Nicéforo III decidió que era momento de escoger una consorte que reinara a su lado. La primera mujer en la cual pensó fue Eudocia, madre de Miguel VII y viuda de Constantino X y Romano IV. Eudocia se encontraba encerrada en el convento de Cyperoudes (Madre de Dios) junto con sus hijos habidos con Romano IV, Nicéforo, León y Constantino, debido al odio de Miguel VII por ellos.
Eudocia se mostró favorable a contraer matrimonio con Botaniates, y habría recuperado su rango de Augusta de no haber intervenido el César Juan Ducas (llamado ahora Juan “el Abad”), el cual convenció a Botaniates de contraer matrimonio con la emperatriz María de Alania, esposa de Miguel VII y madre del heredero de éste, el niño Constantino Porfirogénito Ducas. La belleza de la joven Basilisa cautivó a Botaniates, el cual ya era un hombre entrado en años, y además, el César aseguró a Botaniates que casándose con María obtendría la legitimidad en el trono, al mostrarse como guardián, regente y protector del joven Constantino.
De esta manera comenzó el reinado de Nicéforo III Botaniates, emperador de los romanos, Basileo de Bizancio, Autócrata de Constantinopla y Jefe Supremo de la Cristiandad Oriental.

La Política Militar de Nicéforo III y el arrollador avance turco en Anatolia:
Nicéforo III Botaniates empezó su reinado tratando de reorganizar al ejército imperial, el cual contaba con efectivos poco útiles desde Manzikert, y además tenía en sus filas una gran cantidad de mercenarios turcos, eslavos y celtas.
Como primera medida, Nicéforo III agrupó la caballería sobreviviente de los Themas, y creó un nuevo regimiento de caballería, los Komatenoi que en total sumaban 10.000. Al parecer, un número no despreciable de hombres (infantería en especial) fueron reclutados en la ciudad de Choma (cerca a Laodicea ad Lycum). Durante esta época, la unidad de caballería de élite eran los “Athanatoi” o “Inmortales”, los cuales se destacaron en muchos combates del reinado de Botaniates. La capital Imperial, Constantinopla, era defendida por lo mas granado de los Inmortales y además por la leal y temida “Guardia Varenga” llamados por la historiadora Ana Comnena como “Los Varengos de Thule” (Thule era el nombre dado por los bizantinos a los países escandinavos). Sin embargo, una de las unidades de élite que defendía la capital, era de dudosa lealtad, se trataba de los “Nemitzi” o “Germanos”, al mando de un tal Gilpracto; los germanos defendían la puerta Kharisios de Constantinopla.
En cuanto a los mercenarios del ejército bizantino, se trataba de caballeros francos con pesadas armaduras y afiladas lanzas (llamados por Ana Comnena “Celtas”). Los turcos a caballo con arco eran los mercenarios mas utilizados por Botaniates, el cual los empleó en su lucha contra el usurpador Brienio.
Mientras el Basileo aplicaba sus reformas militares, los emires turcos selyúcidas se repartían Asia después de la formidable victoria del sultán Alp-Arslan en Manzikert. La relación de emires turcomanos que gobernaban cada región era la siguiente:
- Malik-Shah: llamado por Ana Comnena “Sultán de Chorosan”, se encontraba en las tierras del Califato de Bagdad, que era protectorado Selyúcida.
- Sulayman o Solimán: emir y también llamado Sultán de Iconio.
- Tzachas: capturado por Alejandro Kabalika, fue llevado ante la presencia de Botaniates, del cual parece haberse ganado su afecto. Se le concedió el título de Protonobilísimo y se adueño de Esmirna, mientras su hermano Tangripernes gobernaba Éfeso.
- Danishmend: ocupó Neocesarea (Niksar) y Ancyra; fue el fundador del poderoso emirato de los Danishméndidas, que duro casi un siglo.
- Menguchek: fundó su emirato en Erzincan y Erzurum (antigua Teodosiópolis).
- Tutush: se adueño de casi toda Siria, y llegó a ofrecer alianza al sucesor de Botaniates, Alejo I Comneno.
- Abul-Kasim: emir turco Selyúcida de Nicea, el cual obtuvo su rango gracias a Sulayman de Iconio.
- Ortoq: Fundador de la rama de los Ortóquidas, que reinaban en las cercanías de Palestina y Jerusalén. Su capital era Damasco.
Esta era la catastrófica situación de Asia Menor, dividida entre los emires selyúcidas, los cuales redujeron a cenizas la antigua estructura de los Themas Bizantinos del interior de Anatolia.
También en Cilicia, un antiguo General de Romano IV Diógenes, Filareto Bracamio, que había sobrevivido a la batalla de Manzikert y la caída en desgracia de Romano, había formado un ejército para defender toda la llanura ciliciana y ofrecer refugió a los cristianos orientales que vivían oprimidos bajo el yugo Selyúcida. Filareto era de raza armenia, y recibió numerosos títulos militares y nobiliarios.
El emperador Botaniates, reconociendo la lealtad y la inteligencia de Filareto, le nombró Duque Imperial de Antioquía y Edesa, además de Gran Doméstico, Protokouropalates, sebastos, protosebastos, entre otros. Con ayuda de 8.000 normandos al mando del comandante mercenario Raimbaud, hizo de Cilicia una zona segura para cristianos armenios y griegos ortodoxos. Filareto fue uno de los últimos generales en usar el rango de “Doméstico de los Scholae”.
A la muerte de Filareto en el año 1086, sus lugartenientes se repartieron las ciudades cilicianas y sus hijos conservaron como herencia paterna la ciudad de Germanicea (llamada en adelante Marash). Las tierras defendidas por Filareto serían el núcleo del futuro Reino Armenio de Cilicia.
También el Basileo fue excomulgado por el Papa Gregorio VII, y además fue atacado por Roberto Guiscardo, duque normando de Apulia y Calabria, el cual desembarcó en Avlona y marchó contra la ciudad de Dirraquio, en el año 1081, a finales de su reinado.
La guarnición turca que “defendía” Nicea también se rebeló contra la autoridad imperial y los turcos empezaron a pillar Bitinia, sin encontrar alguna resistencia considerable, por parte de los bizantinos.

La Rebelión de Nicéforo Brienio y de Basilacio:
El duque Nicéforo Brienio de Dirraquio se había rebelado desde el reinado de Miguel VII, y sus tropas lo habían proclamado emperador tras elevarlo sobre un escudo (el famoso Pavés) en Trajanópolis.
Ahora Brienio dominaba toda Tracia (el granero del Imperio) y el descontento contra Botaniates crecía en la capital. Ante esto, el Basileo decidió enviar a su joven general, Alejo Comneno, el cual derrotó a Nicéforo Brienio en la Batalla de Calavrytae, tras usar una asombrosa estratagema, a pesar de ser inferior en número de hombres el ejército imperial al ejército rebelde.
Según Ana Comnena, el cruel destino que le siguió a Brienio (fue cegado) no fue culpa de su padre, pues Alejo trató con bondad a Brienio, hasta que Borilo, el insidioso escita que era favorito del Basileo, convenció a Botaniates de cegar a Brienio y encerrarlo en un convento.
En efecto, los escitas Borilo y Germano fueron muy influyentes en el reinado de Botaniates, y siempre buscaban enemistar al emperador con sus generales y cortesanos mas cercanos, y la falta de carácter del Basileo permitió a estos bárbaros dominarlo y de cierta forma, manejar desde la sombra las riendas del Imperio; el mejor ejemplo de esto fue el de Jorge Monomacato, duque de Dirraquio, obligado por los escitas a asumir la defensa de aquella plaza ilírica.
La rebelión que siguió a la de Brienio fue la de Basilacio, el cual se proclamó emperador y sucesor de Brienio al mando del ejército bizantino rebelde. Después de haber derrotado Alejo a Basilacio con brillantes estratagemas, lo acorraló en Tesalónica, donde el joven general ofreció a los arcontes de la ciudad de San Demetrio no saquearla y respetarla siempre y cuando Basilacio fuera entregado a sus manos. Fue entonces que Basilacio fue entregado a Comneno, después de haber estado refugiado en la Acrópolis Tesalonicense. Basilacio sufrió el mismo destino que Brienio.

La Rebelión de los Hermanos Comneno y de Nicéforo Meliseno:
El anciano Botaniates sentía un profundo afecto por los hermanos Comneno (Alejo e Isaac), de los cuales tenía un elevado concepto. En palabras de la historiadora bizantina Ana Comnena “El emperador los invitaba a cenar en su mesa”, y además les había honrado con los puestos mas elevados del ejército. Sin embargo, la maldad y las intrigas de Borilo y Germano mantenían a los hermanos Comneno en un constante estado de alerta; para contrarrestar el peso de los escitas en la corte, Alejo e Isaac decidieron ganarse el favor de la emperatriz consorte María de Alania, cuya prima Irene era mujer de Isaac Comneno. Según Ana Comnena, Alejo Comneno había sido nombrado por Botaniates “Doméstico de Occidente” y elevado a la dignidad de “Proedros”, lo cual provocó los celos y la envidia de los insidiosos escitas.
La situación en el Imperio era la siguiente: Botaniates había desheredado al joven Constantino Porfirogénito, hijo de Miguel VII y legítimo heredero a la púrpura imperial. El noble escogido por Botaniates para sucederle era un tal Synadeno, hijo de Teódulo Synadeno (alto cortesano) y la hermana de Botaniates. Este hecho afectó a muchos miembros de la Corte Imperial, los cuales vieron que el legítimo heredero al trono de Bizancio era desplazado del lugar que le correspondía por el supuesto “protector”.
Fue por esta razón que la emperatriz aceptó aliarse con los hermanos Comneno cuando estalló la rebelión encabezada por estos últimos, ya que veía que su hijo resultaba perjudicado por la decisión de Botaniates. Aprovechando el estado de las cosas, Isaac convenció a María de adoptar a Alejo, según Ana Comnena (en efecto, se decía que la bella emperatriz y el apuesto general eran amantes).
Fue entonces, que llegó a oídos de Botaniates una terrible noticia: los turcos selyúcidas habían tomado y saqueado la ciudad de Cícico (también llamada Cízico o Cyzicus). El emperador llamó inmediatamente a Alejo Comneno, y cuando este último llegó a Palacio se encontró con su hermano Isaac; Botaniates invitó a ambos hermanos a cenar, y fue en ese momento donde llego a oídos de los presentes la caída de Cízico ante los turcos. Ambos hermanos prometieron al emperador recuperar la ciudad y hacer pagar a los culpables, lo cual alegró un poco al anciano y preocupado Nicéforo III. Sin embargo, la decisión de los hermanos Comneno de atraer al ejército a las cercanías de Constantinopla, puso en alerta a Borilo (el más astuto de los escitas) el cual convenció a Botaniates de pedir cuentas del asunto a Alejo Comneno. Sin lugar a dudas, Borilo deseaba ver cegado al valiente Comneno y a su hermano; a pesar de las intrigas de Borilo, Alejo convenció al emperador de que la decisión tomada era la mejor, y que pronto las tropas partirían para liberar Cízico.
La rebelión estalló por la siguiente razón: un alano, que tenía el rango de magistros, advirtió al Gran Doméstico (Alejo) de que los escitas planeaban cegarlo junto con su hermano, así que el Comneno decidió avisar al ejército imperial, que se encontraba estacionado en Tzurulum o Zurulón. Allí expuso a 2 bravos generales y amigos, el armenio-georgiano Gregorio Pakourianos y al celta (normando) Constantino Humbertópulos, la conjura planeada por los escitas. Estos generales se ofrecieron a ayudar a los hermanos Comneno si decidían rebelarse contra Botaniates; luego los hermanos Comneno volvieron a la capital, y finalmente escaparon de ésta la noche del domingo de la “Semana del Queso” (semana religiosa donde no se come carne), junto con el noble Jorge Paleólogo (cuyo padre Nicéforo era leal a Botaniates). Ambos escaparon con ayuda de María Protovestiaritissa, (nuera del César Juan y suegra de Paleólogo y Alejo).
Mientras en Constantinopla, la madre de los hermanos Comnenos, Ana Dalasena, buscó refugio con las mujeres de su familia en la Iglesia de San Nicolás, y desde ahí defendió con valor la rebelión de su hijo. Finalmente, tras ofrecer Botaniates no hacerles daño, las encerró en el convento de Petrion. También María Protovestiaritissa fue confinada en este convento por haber ayudado a escapar a los rebeldes. Desde Zurulón, Alejo e Isaac Comneno llamaron en su ayuda al otrora influyente y poderoso César Juan Ducas, el cual vivía apaciblemente en sus estados de Moroboundos. El César aceptó ayudarlos y aportó al ejército rebelde un contingente de turcos los cuales había contratado tras disuadir por la fuerza a un recaudador de impuestos que se dirigía a Constantinopla de prestarle el dinero.
El César fue recibido con alegría por los hermanos Comneno y los otros generales rebeldes, los cuales marcharon sobre toda Tracia, donde Alejo fue reconocido emperador, con excepción de Adrianópolis, donde el pueblo miraba con odio al Comneno pues le acusaban del trágico destino del antiguo rebelde Brienio, al cual habían reconocido antes como su Basileo.
Luego, el ejército de Alejo Comneno marchó contra Constantinopla. Surgió una breve disputa entre ambos hermanos, porque algunas facciones del ejército querían a Alejo por Basileo y otros a Isaac, pero finalmente, con el apoyo del César y el beneplácito de Isaac, Alejo fue proclamado emperador de los romanos por sus tropas.
Mientras esto ocurría y Botaniates se encontraba angustiado en Constantinopla, surgió otro rebelde en Asia Menor. Se trataba de Nicéforo Meliseno, el cual había sido proclamado emperador por sus tropas en Nicea desde el año 1080, y además era cuñado de Alejo Comneno; para evitar un conflicto inútil, Alejo ofreció el rango de César a Meliseno, el cual deseaba que el Imperio fuera dividido entre Alejo y él (Occidente para Alejo, Oriente para Meliseno). Ante esto, Alejo recurrió a la ayuda del hábil secretario Jorge Manganes, el cual distrajo a Meliseno con el pretexto de una Crisóbula, mientras Alejo y su ejército se dirigían a Constantinopla.

Entrada de Alejo Comneno en Constantinopla y el Humillante Final del Reinado de Nicéforo III Botaniates:
El ejército de los hermanos Comneno llegó a Constantinopla. Fue entonces que Nicéforo depositó su confianza en los defensores de las murallas, y de cierta manera subestimó a los rebeldes, ya que estos no contaban con maquinaria de asedio (los famosos Helepoleis creados por el rey Macedonio Demetrio I Poliorcetes, trabucos, catapultas, pedreros, etc.) y las unidades que defendían las murallas de la capital eran lo mas granado del ejército imperial. Mientras esto ocurría, el otro pretendiente al trono, Nicéforo Meliseno, se encontraba en Damalis, en las cercanías de Crisópolis y frente a Constantinopla, junto con todo su ejército.
Al carecer de maquinaria de asedio, era imposible que los rebeldes pudieran entrar en la entonces inexpugnable Constantinopla. La única manera de entrar en La Ciudad, era sobornando a los soldados que defendían las murallas, y esta misión fue encomendada al César Juan Ducas, el cual recibió duros insultos provenientes de los soldados que se encontraban en las murallas. Finalmente, el César llegó a la siguiente conclusión: “Tanto los Inmortales como los Varengos eran leales a Botaniates, pero los germanos podían ser sobornados con facilidad, junto con su jefe, Gilpracto”.
Tras haber sobornado a Gilpracto y a sus guerreros Nemitzi, Alejo Comneno preparó a su ejército para lo que sería su entrada triunfal en Constantinopla. Jorge Paleólogo y su pelotón de hombres escalaron las murallas defendidas por los germanos y fueron ayudados por Gilpracto, mientras el ejército rebelde se preparaba para hacer su entrada triunfal en Bizancio. Los germanos abrieron las puertas y el grueso del ejército de Alejo Comneno entró en la Capital Imperial por la Puerta Kharisios o Carisia; los distritos de la capital y la mayoría de barrios fueron víctimas del pillaje e incluso hubo muertos según el cronista Juan Zonaras.
Ante la catastrófica situación, Botaniates decidió enviar un mensajero a Meliseno, que se encontraba en Damalis, y al cual ofreció la diadema de los romanos si le ayudaba, pero el heraldo imperial fue interceptado por el astuto Jorge Paleólogo, el cual se dirigió luego a la casa de su padre, Nicéforo Paleólogo, el cual le reprimió severamente su ayuda al Comneno, ya que Nicéforo era leal a Botaniates y al incompetente régimen de éste.
Mientras la capital era sometida a un horrendo pillaje, Alejo Comneno sintió un verdadero sentimiento de culpa, ya que pudo contemplar que en su afán por derrocar al anciano Basileo, la capital era saqueada por los mercenarios de su ejército e incluso por los propios soldados nativos.

La Abdicación de Nicéforo III Botaniates:
Al desdichado Botaniates solo le quedaba una salida: La Abdicación. A pesar de sus intentos de disuadir al Comneno de hacerlo su heredero y adoptarlo, la situación era complicada, y cuando el Basileo envío a su leal cortesano Nicéforo Paleólogo a dialogar con el vencedor, el César Juan Ducas se mostró decidido a obligar a Botaniates a abdicar y entregar la corona a Alejo Comneno, cuya consorte era Irene Ducaena o Ducas, la nieta del César.
Finalmente, gracias a la intervención del Patriarca Constantinopolitano Cosme I (también llamado Kosmas), Botaniates decidió que la mejor opción era abdicar; el patriarca le habló al emperador con las siguientes palabras:
“No participes en las guerras civiles, ni transgredas la voluntad de Dios. No permitas que la ciudad se manche con la sangre de los cristianos, sino cede a la voluntad de Dios. Renuncia al mundo”.

Mientras esto ocurría, Borilo, viendo que el ejército de Alejo Comneno se hallaba disperso por toda la ciudad en busca de riquezas, agrupó a la Guardia Varenga y a los soldados de Choma, los cuales avanzaron ordenadamente bajo su mando a las cercanías del Milion y del Foro de Constantino El Grande, y se quedaron inmóviles durante un tiempo.

Entonces Botaniates, temeroso de la insolente actitud del ejército del Comneno, se dirigió a la magnífica Catedral de Santa Sofía, y, como cuenta Ana Comnena, en camino a la iglesia, el Basileo se dio cuenta que seguía vestido como un emperador en medio de tanta confusión, y fue entonces que apareció el insidioso Borilo, el cual, tras arrancar al emperador un bordado de perlas, le dijo con voz burlona “Este tipo de cosas realmente encaja con nosotros ahora”. El emperador se refugió en Santa Sofía hasta que la situación se calmara.
Los Comnenos se instalaron en el Palacio de Bucoleón junto con sus familiares, y desde ahí Alejo envió al marido de su sobrina, Miguel, el cual ocupaba el rango de Logoteta, y a Rhadenos, que tenía el rango de Eparca (Prefecto de la Ciudad) a encargarse del depuesto Basileo.
Nicéforo fue conducido en un pequeño bote al Monasterio de Santa María Peribleptos, fundado en antaño por el emperador Romano III Argyros (1028-1034). Allí Nicéforo se vio obligado a tomar los hábitos monásticos y a ser tonsurado; cuando uno de sus amigos más cercanos le pregunto si encontraba tolerable el radical cambio en su vida, Botaniates respondió lo siguiente:
“La abstinencia de la carne es lo único que me preocupa, las otras cuestiones me causan poca preocupación”.

Así pues, Botaniates aceptó vestir, en palabras de Ana Comnena, “La Vestimenta de los Ángeles” (alusión a los hábitos monásticos), y falleció el 10 de Diciembre de 1081, en Constantinopla.

Botaniates se casó 3 veces. La identidad de su primera mujer es desconocida; su segunda esposa, según el cronista Skylitzés, se llamaba Bebdene, y al parecer, era una dama noble; su tercera esposa fue María de Alania, mujer de Miguel VII Ducas, el cual la repudió tras hacerse monje y abdicar ante Botaniates.
No se tienen datos exactos de sus descendientes, pero Ana Comnena narra lo siguiente en su Alexíada:
“Ana Dalasena, madre los Comnenos, organizó el matrimonio del nieto de Botaniates con la hija de su hijo mayor Manuel”.
Al parecer, el nieto de Botaniates contrajo matrimonio con una dama de la familia Comneno, hija de Manuel Comneno Kuropalates, hermano mayor de Alejo I y famoso comandante militar durante el reinado de Romano IV.

Galo Garcés Ávalos.
Bibliografía Citada:
Autores Antiguos:
- Miguel Psellos: Fourteen Byzantine Rulers, the Chronographia of Michael Psellus. Traducida por E.R.A. Sewter.
- Juan Skylitzés: Ioannis Scylitzes Continuatus, Traducido por E.T. Tsolakes.
- Miguel Attaliates: Michaelis Attaliotae Historia, Traducida por Emmanuel Bekker.
- Juan Zonaras: Epitome Historiarum, Traducida por M. Pindar y M. Büttner.
- Nicéforo Brienio: Nicephori Bryennii Commentarii, Traducido por Augustus Meineke.
- Anna Comnena: The Alexiad (La Alexíada) Traducida por E.R.A. Sewter.

Autores Contemporáneos:
- Franz Georg Maier: Bizancio.
- Alexander Vasiliev: Historia del Imperio Bizantino Vol. I-II.
- Georg Ostrogorsky: Historia del Estado Bizantino.
- Sir Steven Runciman: Historia de las Cruzadas, Volumen I.
- Edward Gibbon: Historia de la Decadencia y Caída del Imperio Romano.

Alejo III Ángelo-Comneno (1195-1203)


Tras la caída de la dinastía Comneno, el reinado de Alejo III Ángel, lejos de restablecer el orden y la prosperidad perdidos, vino a aumentar el caos político e institucional del Imperio. Dominado por una influyente corte[1], Alejo pronto se reveló como un general inepto y un líder incapaz frente a la sociedad de su tiempo, negligencia que al cabo le valdría la ruina al estado bizantino durante la catástrofe de 1204.

Antes de ser emperador:
Alejo era el segundo hijo de Andrónico Ángel, descendiente por línea materna del emperador Alejo I Comneno, y por lo tanto, uno de los numerosos miembros de la familia imperial bizantina. Junto con sus hermanos, se había revelado contra la tiranía del emperador Andrónico I Comneno (1183-1185), huyendo hacia las cortes musulmanas en busca de refugio. Entretanto, su hermano, Isaac, había sido perdonado por el basileo tras rendir una revuelta en Nicea, permitiéndosele como compensación vivir apaciblemente en Constantinopla.
Allí dirigiría una exitosa rebelión contra el régimen de terror implantado por Andrónico, quien acabaría siendo asesinado de manera brutal. La entronización posterior de Isaac como Isaac II dejaría a nuestro Alejo más ligado que nunca al trono de los césares. A tal punto que cuando en 1190 Alejo retornó a la corte tras estar algún tiempo prisionero en Antioquía, Isaac lo colmó de honores, dándole el titulo de Sebastocrátor y otorgándole numerosos privilegios.

Usurpación del trono e inicio del reinado:
A pesar de todos los títulos y privilegios con que le honró su hermano, Alejo participó en una conspiración dirigida por los generales Juan Petralifas, Miguel Cantacuzeno y Teodoro Branas, mientras Isaac estaba de cacería en Tracia. El 8 de abril de 1195, contando con el beneplácito del ejército, Alejo fue proclamado emperador, lo que determinó la caída en desgracia de Isaac que, apresado en Stagira, Macedonia (cerca de Constantinopla), fue cegado y encerrado en la torre de Anemas, en la capital imperial. En la conjura tomó parte la esposa de Alejo, Eufrosina, quien adelante gobernaría junto con su marido, asistida por su influyente ministro Vatatses.
Así pues, Alejo usurpó la corona del imperio, mientras sus familiares directos, Isaac II y su hijo Alejo (futuro Alejo IV), la pasaban penando en prisión, de la que éste último se evadiría con ayuda pisana. Muy pronto Eufrosina y Vatatses conformarían un temible dúo que llegaría a representar el verdadero poder tras la endeble figura del emperador. Su encumbramiento, sin embargo, no duraría mucho tiempo. Acusada de adulterio por su hermano, Basilio Ducas Camatero, y por su yerno, Andrónico Contostéfano, Eufrosina fue encerrada en el convento de Nematareia (1195), mientras su amante Vatatses era condenado a muerte. No obstante, dos años más tarde, la desdichada emperatriz sería perdonada por Alejo y restituida en la corte.
Durante el inestable reinado de Alejo III, los búlgaros iniciaron una vigorosa contraofensiva en Tracia, ayudados como de costumbre por sus aliados cumanos. Dirigidos por el hermano menor de Pedro Asen, Kaloyan, atacaron con éxito algunas importantes ciudades y fortalezas bizantinas en Tracia y Macedonia. Sus victorias no dejaron otra opción a Alejo que reconocer la independencia de Bulgaria y la autoridad de Kaloyan al sur del Danubio.
El emperador también afrontó graves disturbios en Asia Menor, dónde el gobernador del Thema de Mylasa, Miguel Ducas, se rebeló contra el poder adueñándose de gran parte de Anatolia y aliándose con los Selyúcidas de Iconio. En su desesperación, el basileo no tuvo mejor idea que apropiarse del apellido Comneno para, según el cronista Nicetas Choniates, cosechar el prestigio que imbuía dicho apellido en tanto que sinónimo de autoridad y poder. De poco le sirvió tal maniobra; pronto el estado bizantino llegaría a tal extremo de corrupción y anarquía, que terminaría favoreciendo el estallido de revueltas en Grecia, invasiones búlgaras en Tracia y Macedonia y ataques turcos en las principales ciudadelas asiáticas bizantinas. El mejor ejemplo de semejante debacle lo dio Miguel Stryfnos, megaduque y comandante en jefe de la flota imperial, que vendió muchas posesiones estaduales y armamentos de las embarcaciones en su propio beneficio.
Entretanto, el Egeo y las islas jónicas se convertían en el objetivo predilecto de los piratas y aventureros de origen italiano, como Steiriones el Calabrés, y Kafures el genovés. Contra ellos el emperador envió a 30 galeras que Kafures derrotó fácilmente en 1196.
En el año 1201, el emperador pidió al Papa Inocencio III la devolución de Chipre, que se encontraba gobernada por Aimerico de Lusignan. A fin de reforzar su pretensión y darle mayor fuste, Alejo prometió al pontífice romano apoyo económico a los estados latinos de Oriente, aunque también le hizo saber que si sus aspiraciones no eran tenidas en cuenta, haría valer sus derechos mediante la guerra. Inocencio, que sin duda no deseaba perder a un aliado tan poderoso como el emperador para la cruzada que estaba proyectando, alegó que cuando los cruzados ingleses tomaron Chipre, la isla ya no pertenecía al Imperio de los Romanos, y que, por tanto, era imposible que los cruzados chipriotas se la devolvieran pues la habían adquirido legalmente de manos de los ingleses. Las negociaciones entre el Basileo y el Papa fueron un fracaso total, y el imperio jamás llegó a recuperar Chipre de manos latinas.
También el emperador tuvo que negociar con el enérgico y ambicioso sucesor de Federico Barbarroja, Enrique VI de Hohenstaufen, quien le había amenazado con levantar una cruzada contra Bizancio. La excusa del emperador germánico eran los territorios recapturados por los bizantinos a los normandos en Dirraquio (Durazzo) y Tesalónica[2] , por cuya pérdida exigía ser resarcido mediante un elevado tributo. Además, el hecho de que el hermano de Enrique, Felipe de Suabia, estuviera casado con la hermana del depuesto basileo Isaac II, empeoraba sobremanera la relación entre ambos soberanos, sin mencionar la delicada situación que se vivía en Ultramar, adonde Cilicia y Chipre habían antepuesto los diplomas del Sacro Imperio a los de Constantinopla. Para evitar la confrontación con su par germánico, Alejo cedió a la presión y decidió pagar el tributo conocido en Bizancio como “Alamánico”. Para reunirlo debería recurrir a la rapiña sistemática de algunas tumbas imperiales. De esa forma, humillante, el Basileo logró una frágil paz con su par germánico.

La llegada de los cruzados a Constantinopla y la huida de Alejo III:
En Junio de año 1203, los cruzados latinos, comandados por el marqués Bonifacio de Montferrato, el Dogo veneciano Enrico Dándolo y el príncipe Alejo Ángel (hijo de Isaac II), llegaron a Constantinopla. Los cruzados habían partido desde Venecia y, pasando por Corfú, Dirraquio y la isla de Andros, habían finalmente alcanzado la costa de Tracia, en Crisópolis (Scutari) y luego el Bósforo, en Calcedonia. El emperador había seguido los movimientos de la Cruzada valiéndose de un contingente de 500 caballeros comandado por el megaduque Stryfnos. Finalmente, el emperador envió una embajada presidida por Nicolás Roux, un lombardo a su servicio que había vivido mucho tiempo en Constantinopla, quien ofreció a los cruzados la paz y el tradicional envió de suministros para su cruzada. Más Bonifacio de Montferrato alegó que venían a defender los derechos del emperador Isaac II frente a Alejo, y que el príncipe Alejo Ángel, hijo de Isaac, era el legítimo heredero a la corona bizantina.
Entonces, el 7 de julio de 1203 los cruzados pusieron sitio a Constantinopla, la capital del Imperio Romano de Oriente, a la que los latinos llamaban “la capital del Imperio Griego”. Después de confesarse, los sitiadores capturaron la torre de Gálata, mientras un gran navío veneciano, dotado de una enorme tijera de hierro, cortaba en dos la gran cadena que cerraba el acceso al Cuerno de Oro. El 17 de Julio, el combate se había generalizado, con el mismísimo dogo veneciano, Enrico Dándolo animando a sus hombres a que atacaran la capital de los “griegos”.
Alejo III salió al encuentro de los occidentales animado a combatir, pero al ver el arrojo de los cruzados, se retiró a su palacio. Cuando los cruzados empezaron a atacar el sector de Blaquernas, donde se encontraba el Palacio del emperador, entró en acción la famosa y valiente Guardia Varega, descrita por Godofredo de Villehardouin como los “Ingleses y Daneses al servicio del emperador de Constantinopla”. Esta unidad de elite imperial bizantina salvó el sector de las Blaquernas y expulsó a los cruzados valerosamente. La magnificas murallas tanto terrestres como marítimas daban a los bizantinos gran ventaja frente a los cruzados.
Mas, para desgracia de Bizancio, Alejo III, temeroso de perder la vida en combate, huyó de la ciudad con 10.000 monedas de oro y joyas del tesoro imperial, acompañado además de una determinada cantidad de damas del Palacio (incluida su hija favorita Irene). En su huida destruyó algunos iconos para extraer de ellos el oro y la plata. Acto seguido se escabulló de la ciudad de Constantino rumbo a Develtos, en Tracia, dejando a su mujer e hijas en la ciudad, que no tardarían en ser capturadas y encerradas por los vencedores.
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Resistencia en Tracia y Macedonia después de la captura de Constantinopla:
El 12 de abril de 1204, los cruzados latinos conquistaron la “segunda Roma”. El saqueo fue brutal y la ciudad ardió en llamas. En Mosynópolis, entretanto, Alejo III se reencontraba con su mujer e hija (su hija Ana, había huido con Teodoro Láscaris a Nicea), que habían sido a su vez liberadas por Alejo Murzuflo. En Tracia el depuesto basileo trató de establecer una fútil resistencia atrincherándose en Adrianópolis, y más tarde, en Tesalónica, la segunda capital del imperio. Finalmente, Alejo fue capturado por Bonifacio de Montferrato, y despojado de las “Botas de Púrpura” (distintivo característico de los Basileos), que en adelante pasaron a ser propiedad del recientemente electo emperador latino, Balduino de Flandes. Viviría cierto tiempo en prisión junto con su mujer, Eufrosina, para finalmente ser liberados gracias a la intersección del déspota de Epiro, Miguel Ducas, rescate mediante.

Alianza con el sultán de Iconio, derrota y final de Alejo III:
Habiendo recuperado la libertad, Alejo decidió pedir asilo al sultán de Iconio, con el objetivo de organizar y encabezar nuevamente la resistencia, que por entonces estaba siendo liderada desde Nicea por su yerno, Teodoro Láscaris. En esta ocasión Eufrosina decidió quedarse en Arta, la capital de Epiro, como refugiada y huésped de Miguel Ducas. Allí moriría entre los años 1210 y 1211.
El sultán de Iconio, Kaikosru I (1192-1196 y 1204-1210), por su parte, trató de usar a Alejo como excusa para acabar con el creciente poderío del estado bizantino de Nicea, conducido a la sazón por el enérgico Teodoro Láscaris. En esta alianza estaba también involucrado Enrique de Flandes, sucesor de Balduino de Flandes en el trono de Constantinopla. Pero haciendo gala de un valor extraordinario, Teodoro Láscaris derrotó al sultán y a su suegro en la Batalla de Antioquía de Pisidia, donde el mismo Teodoro dio muerte al sultán y capturo a Alejo, el cual terminó sus días en un monasterio de Nicea.

Consideraciones finales:
"Fuese el que fuera el papel que se presentaba al emperador, éste lo terminaba firmando, aunque se tratase de un conjunto de palabras desprovistas de sentido, incluso si el solicitante pedía que se navegase en tierra firme, o que se arase el mar, o que se substituyeran las montañas por mares, o hasta, como se dice en la fábula, que se pusiera el Athos sobre el Olimpo”. De esta manera, despectiva, cruel e irónica, Nicetas Choniates define la personalidad de Alejo III Ángel. Uno de los más incapaces soberanos del Imperio, Alejo hizo con sus desatinos y malas decisiones que el imperio padeciera aquel espantoso escarnio de la 4ta cruzada. Cuando el estado de los césares más necesitaba de un líder carismático y con sentido de la realidad, la triste figura de Alejo solo le aportó caos y confusión. Los años venideros sin duda estarían marcados a sangre y fuego por los calamitosos eventos desatados bajo su reinado.

Galo Garcés (09-09-2007)


[1] En dicha corte las figuras más eminentes eran la inescrupulosa mujer del basileo, Eufrosina Ducas Camaterina y el ineficaz megaduque Miguel Stryfnos.
[2] Dichos territorios habían sido ocupados por los normandos durante el inestable gobierno de Andrónico I Comneno (1183-1185). La exigencia del potentado alemán se basaba en el lazo marital establecido por su padre con una princesa de los Altavilla, Constanza, última heredera de los reyes de Palermo.

lunes, 14 de julio de 2008

El Ocaso de un Imperio (1453-1461)



Triste fue, para muchos patriotas bizantinos, ver la caída de su milenario imperio, primero, a manos de los bárbaros cruzados y luego a manos de los fanáticos turcos que hasta ahora mantienen bajo su poder la antaño gran ciudad de Constantinopla (actual Estambul).


El fin del Imperio Bizantino no solo fue el fin de una civilización medieval, sino también fue el fin del otrora poderoso Imperio Romano (recordemos que el nombre oficial del Imperio era "Imperio Romano de Oriente") y de la libertad de la Cristiandad Ortodoxa.



Actualmente, el Patriarcado Bizantino Ortodoxo de Constantinopla se encuentra confinado en el barrio del Fener (barrio griego de Estambul), y posee no más de 3 Iglesias (históricas) donde se continúa celebrando el culto Ortodoxo. Así como la Basílica de San Pedro y el Vaticano son el hogar del Papa de la Iglesia Romana, la pequeña Iglesia-Capilla de San Jorge y el Fanar son el hogar del humilde Patriarca de la Iglesia Bizantina. En palabras de la escritora Matilde Asensi en su novela "El Último Catón": "Nadie hubiera podido imaginar jamás que, después de mil quinientos años de gloria y poder, ese sería el final de tan importante trono cristiano".



Cuando los cruzados francos y venecianos tomaron Constantinopla el 12 de Abril de 1204, la sometieron a un brutal saqueo, considerado uno de los mas devastadores de la Historia. Continuando su infame "hazaña", los latinos fundaron sobre las ruinas del Imperio el llamado "Imperio Latino de Constantinopla", sometiendo a los pobladores del Imperio ha aceptar la fe católica de manera brutal. Sin embargo, bajo la égida del sabio clérigo Juan Mesarites, los griegos "ya tenían un jefe espiritual y deseaban permancerle fieles".


Finalmente, cuando los Turcos entraron en Constantinopla el 29 de Mayo de 1453, dieron fin a un Imperio agonizante desde el 1204. Cuando el Sultán Mehmed II atacó la capital de los últimos "Romanos", empleó una fuerza de mas 80.000, 400 buques y cañones, mientras que los defensores de la Ciudad, comandados por el emperador Constantino XI Paleólogo Dragases y el bravo genovés Giovanni Giustiniani, no llegaban a 9.000 hombres, y contaban con solo 2 docenas de buques venecianos y algunas bombardas con escasas municiones...


Tarde se dieron cuenta los príncipes occidentales, que a no haber ayudado a Constantinopla, dejaban el camino libre a los Turcos para atacar Europa. Después de la caída de Constantinopla, los turcos invadieron los territorios que antaño habían pertenecido a Bizancio: El sultán sometió a los Condes Italianos que gobernaban el Épiro y las Islas Jónicas, al Duque Francesco II de Atenas (el cual se volvió su amante), a los Déspotas de la Morea (hermanos de Constantino XI), a los Déspotas de Serbia, a los emires turcomanos de las tierras allende el Mar Negro.


Finalmente, Mehmed declaró la guerra al diminuto Imperio de Trebizonda, último reino griego, cuyo último emperador o Basileus, David I Comneno, capituló, y posteriormente fue ejecutado con sus hijos y sobrinos, acusado de conspirador, mientras su esposa, Helena Cantacuzena, murió mendigando en Adrianópolis...


Mientras, en Roma, los herederos de Tomás Paleólogo vivirían a costa del Papado, terminando por vender sus títulos de Francia a Castilla, e incluso ante la misma Sublime Puerta Otomana. De las hijas de Tomás, solo Zoe lograría cierto éxito, contrayendo matrimonio con el Gran Príncipe de Moscú, y consolidando la influencia bizantina en la vasta Rusia...


Con la caída de Trebizonda en el año 1461, Bizancio, el Imperio Romano Helénico y Ortodoxo fue borrado del Mapa. Posteriormente, los herederos de Mehmed II, especialmente Solimán, atacarían los países de Europa llegando a conquistar Hungría y llegar hasta las puertas de Viena, la capital del Sacro Imperio Romano Germánico.







sábado, 12 de julio de 2008

Eudocia Angelina, la Princesa del Otoño


La vida de Eudocia Comnena Angelina (¿?- 1208-1211) Fue muy triste para, en comparación con las otrora respetadas y bellas princesas bizantinas.
Tercera y última hija de Alejo Ángel (futuro Alejo III), hermano mayor del emperador Isaac II (1185-1195) y de la dama noble Eufrósina Ducas Camaterina, Eudocia es, sin duda, uno de los personajes clave en la Historia del reinado de los "Ángeles Terrestres en Bizancio".

Mientras su padre estaba prisionero en Siria, Eudocia fue comprometida con el príncipe serbio Esteban II Nemanja, hijo a del Gran Zupan (Rey) de Rascia (Serbia) Esteban I, con quien se casó entre los años 1185-87. En el año 1195, su padre usurpó el trono a su tío y tomó el nombre de Alejo III, emperador de los romanos. En ese mismo año, su suegro se retiró a un convento y dejó el poder al marido de Eudocia, y de esta manera, la princesa bizantina pasó a ser princesa-consorte de Serbia. Sin embargo, la paz en el primer matimonio de Eudocia fue efímera.


Según el cronista bizantino Nicetas Choniates, en una fecha posterior al mes de Junio del año 1198, Esteban y Eudocia se enfrentaron, acusándose mutuamente de adulterio. En palabras de Nicetas, Esteban "la despojó (a Eudocia) de su túnica, dejándola solo con su ropa interior, que apenas cubría sus partes íntimas" y en estas condiciones fue la desgraciada princesa expulsada de Serbia. En un principio, la desdichada Eudocia buscó refugio con su cuñado Vukan, en las tierras serbias de Zeta, y con ayuda de Vukan, viendo que ya nada podía hacer, Eudocia volvió donde su padre en Constantinopla. Sus hijos con Esteban se quedaron en la corte serbia, y Eudocia no los volvió a ver. La expulsion de Eudocia de Serbia fue un grave insulto por parte de los serbios hacia aquella civilización de la cual habían sido vasallos durante muchos siglos.

Después de tamaña desgracia, Eudocia vivió en Constantinopla, donde se volvió amante del protovestiarios Alejo Ducas, apodado Murzuflo (cejijunto). El desastroso gobierno de Alejo III Comneno-Ángel (1195-1203) provocó serios problemas internos y externos en Bizancio; el monarca alemán Enrique VI de Hohenstaufen había obligado a Alejo III a pagarle un tributo, el llamado "Alamánico" bajo amenaza de una cruzada contra el Imperio Bizantino. Los turcos pillaban Asia, los búlgaros devastaban Tracia y llegaban a Macedonia, y en Occidente muchos nobles francos, incitados por Venecia, querían conquistar Bizancio.

En 1201, estalló una revuelta que tenía por líder a Juan Comneno Axouch, apodado "El Obeso", un miembro de la poderosa familia de los Comnenos. La revuelta tuvo el apoyo popular y aristocrático, e incluso la plebe saqueó el Palacio Imperial de las Blaquernas y la Tesorería Imperial. La revuelta de Juan "El Obeso" desestablizó al Imperio, e incluso Murzuflo, el amante de Eudocia, participó en ella. Cuando Alejo III suprimió la revuelta (tras el asesinato a traición de Juan "El Obeso" en Santa Sofia por sus propias tropas), condenó al amante de su hija a prisión en los Calabozos de Anemas, en las Murallas de Constantinopla.

Cuando en el año 1203, los cruzados llegaron a Constantinopla, la anarquía gobernaba no solo en las tierras del imperio, sino también dentro de las murallas de la capital bizantina. Tras una inconsistente resistencia, Alejo III huyó de la Ciudad el 17 de Julio del 1203, llevando consigo 72.000 hyperpyra del Palacio, junto con algunos ornamentos imperiales de la Regalia, y junto con el se llevó a su hija favorita Irene, el marido de ésta, algunas damas de la corte y unos cuantos guardias, dejando en el Palacio Imperial a su esposa Eufrósina y a sus hijas Eudocia y Ana.

Isaac II fue restablecido en el trono y compartió el poder con su hijo, el príncipe Alejo IV, que había obtenido la ayuda de los "Soldados de Dios". Eufrósina, Eudocia y Ana fueron encerradas en los calabozos de Anemas y Murzuflo fue liberado y se le otorgó de nuevo su rango de Protovestiarios. Al efímero reinado de Alejo IV "el Joven" y de Isaac II "el Ciego" le siguió el de Murzuflo bajo el nombre de Alejo V, el cual ejecutó a Alejo IV y envenenó a Isaac. A pesar de sus intentos de salvar Constantinopla de los cruzados francos y venecianos, Murzuflo también se vió obligado a huir de la Ciudad, y tras haber liberado a Eudocia y Eufrósina, huyó con ellas por la Puerta de Oro de Constantinopla, rumbo a Mosinópolis, donde se encontraba Alejo III (Ana había huído con su marido, Teodoro Láscaris), el 12 de Abril de 1204. Con la venia de Alejo III, Murzuflo y Eudocia contrajeron matrimonio en una iglesia de Mosinópolis, sellando la Alianza entre ambos emperadores. Sin embargo, pronto acabaría esta alianza, pues Alejo III cegó de una manera truculenta al confiado Murzuflo, el cual fue posteriormente capturado por los latinos, y ejecutado por éstos últimos en Constantinopla.

Alejo III y su familia (incluida la desdichada Eudocia) marcharon rumbo a Tesalónica, desde la cual el depuesto emperador trató de armar la resistencia, para finalmente retirarse tras la llegada de los caballeros italianos del Marqués Bonifacio de Montferrato, líder de la 4ta. Cruzada y futuro Rey Latino de Tesalónica. También trató Alejo III de armar la resistencia en la Grecia Cental, y para ésto usó a la infeliz Eudocia, a la cual casó con el Señor Bizantino de la Grecia Central, León Sguros, el famoso Arconte de Nauplia. Sin embargo, Sguros no pudo resistir el ataque latino y se suicidó tras la toma de Acrocorinto por los francos en 1207. Alejo III fue capturado junto a Eufrósina y fueron llevados en cadenas hacia Monferrato.

Lamentablemente Eudocia desapareció de la Historia, y no se volvió a saber mas de ella. Quiza fue capturada por Bonifacio de Monferrato junto con sus padres y luego liberada por el Déspota Miguel I del Epiro, junto con sus padres, y se quedó a vivir en Arta junto a su madre.

La vida de Eudocia fue muy triste, y su figura, en mi opinión, representa la triste decadencia que sufrió el Imperio Bizantino durante el Reinado de los Ángeles Terrestres. Las humillaciones y desgracias sufridas por Eudocia son el mejor ejemplo de un Imperio en el cual, la decadencia y la desgracia cayeron, como las hojas de un árbol de Otoño.
Bibliografía:
Nicetas Choniates: "O city of Byzantium, Annals of Niketas Choniates by Nicetas Choniates and Harry J. Magoulias". Colaboración de Google Libros: http://books.google.com.pe/books?id=O8arrZPM8moC&printsec=frontcover&dq=o+city+of+byzantium&sig=ACfU3U3G9QMj8BDZFHb99XYyocfZ3zDivg

La Batalla de Serrae (1196)



Después de las terribles derrotas de Tryavna y Arcadiópolis frente a los búlgaros, el combativo Basileo Isaac II Ángel, intentó armar otra campaña más contra los búlgaros, a finales de 1195. Sin embargo, antes de que esto pudiera realizarse, Isaac fue depuesto y cegado por su propio hermano Alejo el sebastocrátor, el cual, aprovechando la ausencia del Basileo que se encontraba de caza en Stagira, tomó el poder con ayuda de influyentes generales bizantinos, como su tío, el también Sebastocrátor Juan Ducas, el general Teodoro Branas, Miguel Cantacuzeno y Juan Petralifas.


En Bulgaria, los hermanos Asen seguían consolidando su poder y preparando las bases de lo que sería el 2do. Imperio Búlgaro. Apoyados como de costumbre, por contingentes de válacos de la Dobrudja (actual Rumania) y cumanos de las estepas, los búlgaros amenazaban constantemente las posesiones de Bizancio en Tracia. Los búlgaros iniciaron la guerra tomando fortalezas tracias y macedonias, desde el norte de las montañas Balcánicas y el río Danubio.
El nuevo e incompetente emperador bizantino Alejo III Comneno-Ángel (nombre que tomó Alejo el sebastocrátor tras su ascensión al trono bizantino) ofreció la paz a Iván Asen I, Zar de los búlgaros, el cual exigió al Basileo la devolución de las ciudades y fortalezas que antaño pertenecieron al Imperio Búlgaro-Macedónico del antiguo Zar Samuel, las cuales habían sido conquistadas tras una dura campaña por el gran emperador Basilio II Bulgaróctonos. Era obvio que los bizantinos jamás aceptarían devolver las tierras conquistadas a los búlgaros en Macedonia y Tracia, por lo cual Iván Asen I decidió declarar la guerra al Imperio de los Romanos, e iniciar una fuerte ofensiva con dirección a Macedonia.

El Avance Búlgaro y la situación en Bizancio:


Ivan Asen I avanzó al mando de su ejército al suroeste de las tierras tracias del imperio bizantino, alcanzando los limes del antiguo Thema de Macedonia. Con el apoyo de sus imparables “Federados” cumanos y válacos, Asen atacó muchas aldeas y fortalezas bizantino-macedonias; el éxito acompañaba a los búlgaros en todas sus batallas y expediciones contra los bizantinos, y en efecto, Asen se dio cuenta que Alejo III era aún mas incapaz de hacer frente a sus tropas, que el depuesto Isaac II.
En Bizancio, el Basileo usurpador Alejo III decidió que era momento de iniciar la contraofensiva contra los búlgaros que invadían su territorio. En esos momentos, el Imperio necesitaba un general capaz que repeliera a los búlgaros de Macedonia y los devolviera a sus territorios ubicados allende las Montañas Haemus. El emperador entonces decidió enviar al Sebastocrátor Isaac Comneno, su yerno, casado con su 2da. Hija Ana Angelina (futura esposa de Teodoro Láscaris de Nicea). Isaac era sobrino-nieto del antiguo poderoso Basileo Manuel I Comneno (1143-1180) y era muy respetado en la corte imperial a causa de su linaje; en efecto, tal vez Alejo III había pensado en dejar a Isaac como su sucesor, ya que el Basileo carecía de herederos varones, pero también estaba Andrónico Contostéfanos, esposo de Irene Angelina, la hija mayor y la favorita de Alejo; la hija menor del Basileo, Eudocia, era antigua princesa consorte de Rascia (Serbia) y había sido repudiada y humillada por su marido, el príncipe serbio Esteban Nemanja, el cual la había acusado injustamente de infidelidad, y se había levantado en armas contra las autoridades bizantinas en su país, pidiendo ayuda al Papado y al Reino de Hungría.
Sin embargo, el Sebastocrátor parecía ser el heredero mas adecuado, ya que era miembro de la antigua y poderosa familia Imperial de los Comnenos, y su linaje era superior al de Andrónico Contostéfanos. Al Comneno se le encargó la tarea de expulsar a los invasores búlgaros, que habían penetrado en Macedonia y a la sazón marchaban contra la importante fortaleza de Serrae. El ejército bizantino se alistó para tal misión al igual que su comandante; sin embargo, el cruel destino haría que esta batalla, fuera el fin de Isaac Comneno.
Los búlgaros de Asen se habían retirado durante el Invierno, pero habían vuelto al año siguiente con mayor ímpetu, dispuestos a desalojar a las guarniciones bizantinas de las fortalezas que guardaban.

La Batalla:

Isaac Comneno comandó a su ejército a través de las tierras Macedonias, y los ejércitos búlgaro y bizantino se encontraron en las cercanías de la ciudad y fortaleza de Serrae, situada en una fértil planicie.
Al parecer, la batalla no duro mucho, ya que los bizantinos no se batieron con energía y valor; la Caballería Pesada (Catafractos) que acompañaba al Sebastocrátor (posiblemente la famosa “Guardia Macedonia” que acompañaba a los Sebastocrátores durante sus misiones importantes) inició la carga, al mando de éste, el cual, embistió a la infantería búlgara que se encontraba frente a él. Durante el transcurso de la batalla, el Sebastocrátor y sus Catafractos fueron rodeados por infantería búlgara con lanzas, los cuales hicieron caer al Sebastocrátor del caballo que montaba, lo capturaron, y aniquilaron a los Catafractos. Ante esto, los soldados bizantinos se desanimaron como en ocasiones anteriores (la mayoría de veces tras la huída o muerte en batalla del comandante), y huyeron. Muchos soldados imperiales murieron y los bizantinos sufrieron graves pérdidas, mientras los búlgaros salieron victoriosos y retornaron a su país, llevando a Isaac Comneno cargado de cadenas rumbo a la capital búlgara, Tarnovo.



El Destino de Isaac Comneno y el asesinato de Iván Asen I:


El infeliz Sebastocrátor fue conducido como un trofeo rumbo a Bulgaria, y nunca más se supo de él. En efecto, lo más lógico es que haya muerto siendo esclavo de algún boyardo búlgaro, lo que se sabe es que Isaac Comneno desapareció sin dejar huella.
En Constantinopla, la Capital Imperial, llegó a los oídos del Basileo Alejo III la noticia de la derrota y posterior captura de su yerno; sin embargo, el Basileo no ofreció ningún rescate a los búlgaros por el Sebastocrátor, y así muchos generales que fueron enviados a combatir a montañeses escitas y fueron capturados, fueron dejados en manos de los búlgaros como esclavos, sin recibir ninguna noticia de algún rescate proveniente de Constantinopla. En efecto, Alejo prefería gastar el Tesoro Público en sus Palacios de Constantinopla, Calcedonia y Scutari, e hibernando en sus jardines imperiales, que rescatar a valientes generales que se habían batido con coraje frente a los bárbaros (ejemplo del hábil Protostrator Manuel Camytzes).
Sin embargo, para Iván Asen no todo fue color de rosa. En su camino hacia Tarnovo, donde los habitantes le rendirían un esplendido homenaje, Asen fue asesinado por el boyardo válaco Ivanko, uno de sus generales, al cual Iván había humillado por tener un romance con su cuñada (hermana de su mujer). La muerte de Iván Asen I privó a Bulgaria de un gran líder y excelente comandante militar.
En Bulgaria, Ivanko trató de negociar con el Basileo una alianza para afianzar su poder en el país, y en el año 1197, meses después de la Derrota de Serrae, Ivanko contrajo matrimonio con Teodora Comnena Angelina, única hija del Sebastocrátor Isaac Comneno y de su mujer Ana Angelina, hija de Alejo III. Ivanko, el cual fue renombrado por el Basileo como “Alejo” tras haber concertado la alianza matrimonial, peleó en nombre de éste contra los pueblos que amenazaban a Bizancio; sin embargo, luego, el caudillo válaco se rebelaría contra su benefactor y declararía la guerra a los bizantinos, llegando incluso a derrotar a un pelotón de hombres al mando del valiente general Teodoro Láscaris (futuro Teodoro I de Nicea y 2do. Marido de Ana Angelina), al cual capturó de manera truculenta, pero que al final fue liberado, rescate mediante.
Así continuarían los conflictos con los búlgaros, incluso durante el periodo de la 4ta. Cruzada; los búlgaros seguirían dando quebraderos de cabeza a los gobernantes latinos y griegos, y no serían sometidos hasta la conquista turca de Bulgaria en el año 1396.



Bibliografía Citada:
Autores Antiguos:
- Nicetas Choniates: Fragmentos de su obra “Historia de los Tiempos”, traducida al latín por Emmanuel Bekker y por Jan-Louis van Dieten, y al inglés por Harry J. Magoulias.


Autores Contemporáneos:
- Franz Georg Maier: Bizancio.
- Georg Ostrogorsky: Historia del Estado Bizantino.
- John Fine: The Late Medieval Balkans.
- Alexander Vasiliev: Historia del Imperio Bizantino.
- John Haldon: Byzantium at War.

miércoles, 9 de julio de 2008

Andrónico III Paleólogo Néos (1328-1341)











El Reinado de Andrónico III “El Joven”, fue el último intento de un emperador, por devolver al Imperio, la prosperidad perdida. Asistido por inteligentes y capaces ministros, como el influyente Juan Cantacuzeno y el astuto Alejo Apocauco, el Basileo se batió contra turcos, serbios y búlgaros, en un intento por recobrar tierras perdidas, y además fue el artífice del renacimiento de la marina de guerra bizantina, muerta desde los tiempos de su antecesor y abuelo, el incompetente Andrónico II.


La Sucesión al Trono


Andrónico III nació el 25 de Marzo de 1297, en Constantinopla. Era hijo de Miguel IX Paleólogo y de Rita de Armenia. Sus abuelos paternos eran el Basileo Andrónico II “El Viejo” y su primera mujer, Ana de Hungría, en cuanto sus abuelos maternos eran el Rey armenio de Cilicia León III, de la Dinastía de los Hethoúmidas, y Kyranna de Lamprón (conocida como la Reina Keran). Era el hijo mayor de sus padres, y tuvo 3 hermanos: Manuel, el cual murió asesinado accidentalmente por partidarios de Andrónico; Ana Paleologina, esposa de Tomás Comneno Ducas, déspota y arconte de Epiro, y luego del sobrino de éste, Nicolás Orsini, conde palatino de Cefalonia; Teodora Paleologina, mujer de Teodoro Svetoslav, Zar de Bulgaria, y luego del sucesor de éste, Miguel Asen III. De esta forma, la familia imperial de los Paleólogos estaba relacionada con los principales reinos de la península Balcánica (Serbia, Bulgaria, Epiro, etc.). Sin embargo, el Estado de los Césares pasaba por un declive total; la “Venganza Catalana” había dejado las provincias de Tracia y Macedonia en la más absoluta miseria.

Los turcos amenazaban las últimas posesiones bizantinas en Asia, como Nicea, Nicomedia y Filadelfia (Pérgamo cayó definitivamente en el año 1345), entre otras ciudades. Después de la muerte de su hermano y de su padre, su abuelo, Andrónico “El Viejo”, lo desheredó, pues lo consideró instigador del asesinato de su hermano Manuel, y por ende, de su padre, Miguel IX, el cual había muerto a causa de la pena que provocó aquella tragedia familiar. Entonces, con ayuda de su mejor amigo, Juan Cantacuzeno, de Teodoro Synadenos, amigo de su padre, y de Syrgiannes Paleólogo, gobernador imperial de Tracia, se rebeló contra el incompetente régimen de su abuelo.

La mayoría de nobles jóvenes apoyó la revuelta de Andrónico, hastiados de un gobierno tan largo y poco efectivo como el de Andrónico II. Comenzó entonces una guerra civil en el Imperio, cuya primera fase finalizó cuando Andrónico II reconoció a su nieto como co-emperador desde Adrianópolis en el año 1321. Sin embargo, el joven Andrónico, se sentía capaz de poder gobernar todo el Imperio y, decidió que era momento de derrocar a su abuelo, y convertirse en dueño y señor absoluto del Imperio Romano.



Emperador de Bizancio (1328-1341)


Tras deponer a su abuelo, Andrónico se convirtió en amo absoluto del Imperio, y a continuación, se aseguro de remover de sus cargos a los cortesanos fieles a la memoria de Andrónico II, el cual tomó los hábitos bajo el nombre de Antonio, y falleció en 13 de Febrero de 1332. El primer perjudicado fue el Gran Logoteta Teodoro Metoquites, el cual fue privado de su fortuna y exiliado a Demótica, en el año 1328, para finalmente ser perdonado y retornar a Constantinopla en el año 1330, esta vez, Metoquites tomó los hábitos bajo el nombre de Teolepto, y dedicó sus últimos años de vida a restaurar el Convento e Iglesia de San Salvador en Chora, donde fallecería el 13 de Marzo de 1332. Otro perjudicado fue el intelectual Nicéforo Gregoras, el cual también fue exiliado a inicio del gobierno de Andrónico, y atacado verbalmente por el influyente monje Baarlam “El Calabrés”.

Ya habiéndose desecho del antiguo círculo de cortesanos de su abuelo, Andrónico III inició su reinado, con el apoyo de Cantacuzeno, el cual fue nombrado “Gran Doméstico” del Imperio, y, en efecto, la personalidad más importante del Imperio, después del emperador. En una ocasión, Andrónico ofreció a Cantacuzeno el rango de co-emperador, más este lo rechazo, alegando que el Imperio no necesitaba otro emperador, pues ya tenía uno.



Las esposas de Andrónico III “El Joven”


Antes de ser emperador, Andrónico tuvo su primera esposa, la princesa Adelaida de Brunswick-Grubenhagen, hija del duque Enrique I “El Maravilloso”, duque de Brunswick-Lüneburg. La boda entre Andrónico y Adelaida se celebró en Marzo de 1318, y la joven princesa germana aceptó la Fe Ortodoxa bajo el nombre de Irene. Ambos tuvieron un hijo, nacido en Junio de 1320, y el cual falleció en Febrero de 1322; el nombre del bebé es desconocido. Adelaida-Irene falleció el 17 de Agosto de 1324, en la ciudad de Redesto o Rodosto, durante la guerra civil entre su marido y el abuelo de éste por el trono de Bizancio.

En el año 1326, casi 2 años después de la muerte de Adelaida-Irene, el joven Basileo volvió a contraer matrimonio, esta vez, con Giovanna (o Juana), hija del Conde Italiano Amadeo V de Saboya, la cual, al aceptar la Fe ortodoxa, cambió su nombre por Ana. Con Ana, el Basileo tuvo 4 hijos: Juan Paleólogo (futuro Juan V), Miguel Paleólogo (Déspota), Irene, que contrajo matrimonio con Miguel Asen IV, Zar de Bulgaria, e María, que contrajo matrimonio con Francisco I Gattilusio, señor de Lesbos. Ana ejerció un rol importantísimo como emperatriz regente a la muerte de Andrónico en 1341, y fue, junto con el Megaduque Alejo Apocauco y el Patriarca Juan XIV Calecas, que formó una alianza en contra del ambicioso Juan Cantacuzeno, que deseaba la regencia para sí.



El Imperio en Asia y los Balcanes: el Conflicto con Bulgaria


La situación del Imperio en Asia Menor se volvía cada vez peor. Los otomanos habían tomado la Gran Fortaleza de Tricocca, la cual guardaba el camino a la Gran ciudad y antigua capital de Nicea, la más populosa y rica urbe que le quedaba al Imperio en Asia. También estaban Nicomedia, Heraclea del Ponto, Filadelfia, entre otras ciudades, aldeas (como Lopadio) y fortalezas que guardaban los últimos territorios del Imperio en Asia. Mientras los otomanos, liderados por el valiente Orján, sucesor de Otmán, se dedicaban a colonizar los campos y territorios conquistados a los griegos, y para colmo de males, seguían llegando más y más turcomanos que huían de sus tierras ante la opresión mongola.

Con estos refuerzos, los otomanos contraatacaron y pusieron sitio a Nicea en el año 1328. En la frontera Balcánica, el Imperio entabló una alianza con los búlgaros de Miguel Asen III, contra los serbios de Esteban Decanski, pero, después de la desastrosa Batalla de Velbazhd, los búlgaros quedaron completamente debilitados. El sucesor de Miguel Asen III (muerto en Velbazhd, con el grueso de su ejército), su hijo Iván Esteban, fue un monarca incompetente, dominado por su tío, el cada vez mas poderoso Rey de Serbia, y su madre, la princesa serbia Ana Neda, la cual había sido repudiada por Miguel III, el cual había preferido casarse con la princesa Teodora Paleologina, hermana de Andrónico III.

La ambiciosa y vengativa Ana, convenció a su hijo, de exiliar del país a Teodora y a sus medios hermanos, los cuales llamaron en su ayuda a Andrónico. Ante la noticia de que su hermana y sobrinos, habían sido expulsados de la capital búlgara, Tarnovo, el Basileo montó en cólera, y ordenó la salida del ejército bizantino hacia la frontera búlgaro-bizantina, en Tracia. Allí, el ejército bizantino, compuesto por 3000 hombres bien curtidos y con excelentes pertrechos, avanzó contra las ciudades, fortalezas y aldeas de la Tracia Búlgara, en el año 1331.

Ante la invasión bizantina en sus dominios tracios, al joven Zar búlgaro se le heló lo sangre, y finalmente, los nobles búlgaros, hastiados de los desatinos de su señor, lo depusieron y lo exiliaron del país con su madre y hermanos. Los nobles proclamaron como nuevo Zar al primo de Iván Esteban, llamado Iván Alejandro, el cual sería el último Gran Zar de Bulgaria.



Las Batallas de Pelecano y Filocrene


Antes del conflicto con Bulgaria, el Basileo había iniciado una campaña contra los turcos otomanos, que amenazaban constantemente Frigia, y en especial, la Gran Ciudad de Nicea, que permanecía bloqueada por las fuerzas turcas desde el año 1328. Ante esto, el emperador decidió avanzar con 2000 soldados contra los turcos que mantenían bloqueada Nicea.

Junto al emperador estaba el Gran Doméstico Juan Cantacuzeno, quién comandaba a las tropas de refuerzo. En total, el ejército bizantino no pasaba de 3000 hombres, ya que 2000 de ellos venían de Constantinopla y otros soldados eran un complemento de soldados nativos tracios y levas reunidas en la provincia, que no superaban la cantidad antes citada. Manuel Tarcaniotes y Nicéforo Cantacuzeno, miembros de familias nobles y cuñados de Juan Cantacuzeno, estuvieron presentes en la batalla comandando, al parecer, algunos contingentes de peltastos y mercenarios del ejército bizantino.

Mientras el ejército del emir otomano Orján estaba compuesto por 8000 hombres, entre los que destacaban los bravos guerreros turcomanos, entre otras unidades de caballería ligera e infantería turca. Desde hacia tiempo los otomanos venían atacando a los bizantinos, conquistándoles ciudades de la talla de Éfeso, Esmirna, Tralles, Bursa (Prusa), entre otras ciudades y fortalezas de importancia. El 10-11 de Junio de 1329, los ejércitos bizantino y turco se encontraron el Pelecano (Pelekanon), cerca de Nicomedia.

La superioridad de los turcos y la calidad de sus tropas dejaban mucho que desear frente al pequeño ejército de campaña bizantino, el cual, al parecer, no contaba con unidades eficientes, y las levas reunidas se mostraron ineficaces ante la embestida turca. Los turcos derrotaron a los bizantinos en Pelecano, donde el desmoralizado ejército imperial se retiró a la costa asiática que estaba frente a Constantinopla.

Durante la batalla de Pelecano, Nicéforo Cantacuzeno encontró la muerte mientras se batía contra los turcos, y Manuel Tarcaniotes llegó a escapar del campo de batalla junto con el Basileo, el Gran Doméstico, y los sobrevivientes del desmoralizado ejército. Mas tarde, el ejército turco persiguió al debilitado ejército bizantino hasta Filocrene, también cerca de Nicomedia, donde los volvieron a derrotar y finalmente, el Gran Doméstico huyó con lo que quedaba de las tropas rumbo a Constantinopla, incluido Andrónico, el cual había resultado herido tras estos encuentros. Después de esta derrota, Nicea y Nicomedia quedaron condenadas a caer ante la vigorosa ofensiva otomana. Lamentablemente, los días de Nicea y Nicomedia como ciudades griegas llegaban a su fin, y con ellas, el fin de la dominación bizantina en Asia Menor Occidental.



La caída de Nicea y el Sitio de Nicomedia


Después de haber estado bloqueada por espacio de 3 años, Nicea, la más importante urbe de Bizancio en Asia Menor, capital del Imperio de los Láscaridas, y bastión del Imperio durante el yugo latino (1204-1261), cayó ante el empuje otomano, el 2 de Marzo de 1331. Con la caída de Nicea, los otomanos se hicieron dueños y señores de Bitinia, y continuaron la ofensiva, esta vez, contra la gran ciudad y puerto de Nicomedia, en Frigia, la cual fue bloqueada desde el año 1331, después de la caída de Nicea, y la cual recibió ayuda desesperada proveniente de Constantinopla, desde la cual, el emperador Andrónico y Cantacuzeno se esforzaban por contratar mercenarios latinos y fuerzas nativas para evitar la defensa de la ciudadela. También el Basileo, para hacer que el sitio de Nicomedia fuera prolongado, envió lo que quedaba de la otrora poderosa flota imperial, a transportar víveres para los pobladores de la ciudad, junto con contingentes de defensores entre otras necesidades. Finalmente, Nicomedia capituló en el año 1337, después de llevar 6 años bloqueada por los turcos.

La caída de Nicomedia fue un golpe durísimo para el Imperio, pues se perdió definitivamente el último Gran Bastión bizantino en Frigia. Nicea y Nicomedia tuvieron un rol importante en la historia del Imperio, sobre todo por su cercanía a la Capital Imperial. Durante los siglos X-XIII, ambas ciudades desempeñaron un rol fundamental en la historia de Bizancio. Nicea, ciudad antes conocida como Antigoneia, una de las ciudades principales del antiguo Thema de Opsikion, fue el lugar de rebelión de generales rebeldes (como Isaac I Comneno) y sus murallas fueron guardadas por unidades de élite imperiales (Los Excubitores, Varengos, etc.). En el año 1097, la ciudad fue recuperada de manos selyúcidas por los bizantinos, con ayuda cruzada. Cuando los cruzados tomaron Constantinopla, en el año 1204, Nicea fue la capital del Imperio sucesor fundado por los Láscaridas, y en sus murallas hallaron refugio clérigos, soldados y nobles que huían de la barbarie latina. Capital de Bizancio durante un determinado periodo (1204-1261), la ciudad vivió un gran periodo de esplendor cultural, económico y militar, bajo el reinado de los emperadores de la casa Láscaris (Teodoro I, Juan III y Teodoro II). Sin embargo, tras la reconquista de Constantinopla por Miguel VIII Paleólogo en el año 1261, este último decidió trasladar la capital de la ascendiente Nicea a la arruinada Constantinopla.

Después de esta fatal decisión, los días de Nicea como ciudad bizantina estaban contados, sobre todo ante la decadencia militar del Imperio y la vigorosa contraofensiva otomana. En cuanto a Nicomedia, la ciudad fue un foco cultural y un importante bastión durante los años de existencia del Imperio. Dotada de un Palacio Imperial bellísimo, llamado Palacio de Diocleciano y considerada (antes de la fundación de Constantinopla) la capital asiática del Imperio Romano, la ciudad fue considerada una de las fortalezas mas importantes del Imperio Bizantino, y muchos intelectuales nacieron allí, entre ellos el culto e inteligente Miguel Psellos, Primer Ministro del Imperio durante el reinado de Miguel VII Ducas (1067-1078). Durante el periodo de la Dinastía Comneno, los Basileos Juan II (1118-1143) y Manuel I (1143-1180), dotaron a la ciudad de una guarnición de bravos guerreros serbios, vasallos del Imperio. Durante la toma de Constantinopla por los cruzados (1204), paso a formar parte de las posesiones asiáticas del Imperio Latino de Constantinopla, para finalmente ser tomada fácilmente por el Basileo niceno Juan III Ducas Vatatzés.

Los días de Nicomedia como ciudad griega llegaron a su fin, en el año 1337, cuando la ciudad capituló ante los otomanos después de casi 6 años de asedio. Ahora, con la pérdida de estas 2 valiosas ciudades, el Imperio solo quedó con algunas fortalezas y 2 ciudades importantes en Asia Menor, Filadelfia y Heraclea del Ponto, las cuales caerían en los años siguientes de vida, del decadente Imperio Romano de Oriente.



La Batalla de Rusokastro


Mientras se perdían las últimas posesiones bizantinas en Asia Menor, el conflicto con Bulgaria se ponía cada vez mas serio. El nuevo Zar Ivan Alejandro se había enfrentado a la nobleza búlgara que se amotinó en la ciudad de Vidin, y además tuvo que enfrentarse al ejército invasor bizantino, que contaba con 3000 hombres y venía tomando y saqueando aldeas, ciudades y fortalezas en la frontera búlgaro-bizantina. Entonces, el Zar búlgaro, armó un ejército de 8000 hombres, y un refuerzo de 3000 auxiliares de caballería mongola.

La batalla tuvo lugar la noche del 17 de Julio de 1332, donde el Zar búlgaro y su ejército atacaron el campamento de Andrónico III, que contaba con 3000 caballeros. La batalla fue ardua y los bizantinos se batieron con valor, sin embargo, la superioridad de los búlgaros hicieron retroceder al ejército bizantino, que se refugió en la fortaleza de Rusokastro (“castillo ruso, o de rusos” en griego). Durante 3 horas combatieron ambos ejércitos hasta la retirada de los bizantinos a dicha fortaleza, desde la cual Andrónico reconoció devolver las posesiones búlgaras en Tracia y entablar pactos de amistad con los búlgaros.

Sin embargo, los conflictos con Bulgaria seguirían, inclusive durante la 2da. Guerra Civil en Bizancio, donde Juan Cantacuzeno se enfrentaría a la regencia de Juan V Paleólogo, la cual era apoyada por los búlgaros de Iván Alejandro, el cual había recibido como recompensa las fortalezas fronterizas entre Bizancio y Bulgaria, entre ellas la importante ciudad de Filipópolis (actual Plovdiv, Bulgaria).



Esteban Dushan, el poderoso Rey de Serbia


Hijo de Esteban Decanski, rey de Serbia, y de Teodora de Bulgaria, Esteban Dushan heredó el trono tras ser su padre derrocado por los ambiciosos nobles serbios, y estrangulado brutalmente en el castillo de Zvecan. Los belicosos nobles serbios vieron en Dushan al rey que los llevaría a la guerra contra el decadente Imperio de Bizancio, y así fue. Como al parecer, Dushan acordó con los nobles, su reinado inició atacando la frontera bizantina en Macedonia, donde el ejército serbio entró sin encontrar resistencia alguna.

Con ayuda del antiguo gobernador bizantino de Tracia y Tesalónica, Syrgiannes Paleólogo, el cual se había rebelado contra la alta soberanía de Andrónico III, el rey serbio atacó las principales fortalezas bizantinas en Macedonia, como Vardar, Ocrida, Prilepo, Kostur, Voden entre otras ciudades y fortalezas. La embestida serbia fue tan potente que llegó hasta las puertas de Tesalónica (2da. Capital del Imperio) y Serrai (importante fortaleza bizantino-macedónica). Sin embargo, el Basileo, alertado de los movimientos de su enemigo y también al tanto de la traición de Syrgiannes, encargó al astuto Cantacuzeno la captura de Syrgiannes.

El Gran Doméstico ordenó a un senador llamado Sfranzés Paleólogo la eliminación de Syrgiannes (aunque la orden era capturarlo); después de que Syrgiannes hubiera ayudado a Dushan a tomar la importante fortaleza de Kastoria, Sfranzés encontró a Syrgiannes y lo asesinó el 23 de Agosto de 1334, en Galykos. Luego, Andrónico, aliviado del peligro que representaba Syrgiannes, volvió su mirada hacia Dushan y sus serbios, los cuales seguían atacando a las guarniciones bizantinas en las fortalezas macedonias.

Ante esto, la cancillería bizantina demostró lo mejor de sí, enviando contra los serbios a los húngaros de Carlos Roberto de Anjou, Rey angevino de Hungría y Croacia, el cual penetró con su ejército en el norte de Serbia; ante tamaña amenaza, Dushan se vio obligado a firmar la paz con el emperador bizantino el 26 de Agosto de 1334, donde el rey serbio devolvía las ciudades y castillos macedonios arrebatados a los bizantinos por su ejército.

Ya en Serbia, Dushan hizo los preparativos para expulsar a los húngaros y croatas del Rey Carlos Roberto. La contraofensiva lanzada por Dushan fue exitosa, y los serbios arrebataron a los húngaros la rica región de Machva, la cual fue disputada largo tiempo entre serbios y húngaros, hasta que los últimos reconocieron perdido dicho territorio. En los años siguientes, sobre todo en el periodo de la Guerra Civil entre Juan V y Cantacuzeno, Esteban Dushan tendría un papel importantísimo en el conflicto, y bajo su égida, Serbia llegaría a ser el más poderoso de los Reinos Balcánicos.



La Reconstrucción de la Marina Imperial de Bizancio


A continuación uno de los logros mas importantes durante el reinado de Andrónico el Joven. Durante el ataque a Constantinopla por los cruzados, en el año 1204, la flota bizantina dejaba mucho que desear frente a las potentes galeras venecianas. En el periodo del llamado “Imperio de Nicea”, Teodoro Láscaris armó una flota que estaba formada por 2 docenas de buques de guerra, y durante el ataque de Juan Vatatzés a Constantinopla, esta escuadra bizantina fue destruida por la veneciana. Cuando Miguel VIII Paleólogo recuperó Constantinopla para los griegos, consideró necesario contar con una potente flota para reconquistar los territorios perdidos, y dilapidó el erario del recién restaurado imperio, en sus campañas de reconquista.

A expensas de la Tesorería Imperial, Miguel armó la última Gran Flota Imperial Bizantina, formada por 80 buques de guerra y reforzada por escuadras aliadas genovesas. Con esta flota, el Basileo atacó la isla de Eubea, la cual era gobernada por barones latinos, y la cual fue sometida por la apabullante armada bizantina. Contando con megaduques (almirantes) expertos como Alejo Filantrófeno y el veronés Licario, la flota bizantina recobró muchos puertos para el Imperio, especialmente en Grecia, donde los venecianos se habían adueñado de los principales puertos e islas del país. Sin embargo, a la muerte de Miguel, la situación cambió radicalmente, pues su heredero, Andrónico II, desmanteló la flota imperial, alegando que resultaba muy costoso mantenerla y el erario no era suficiente.

Sin flota, el incapaz Basileo contrató 50-60 buques genoveses, los cuales se mostraron poco efectivos; cuando Andrónico quiso volver a armar la flota imperial, con un núcleo de 20 buques, esto le fue imposible, ya que la Tesorería Imperial estaba destinada para otros fines, y, en efecto, no alcanzaba para restaurar la marina bizantina. Ante esto, muchos marinos griegos que servían en la flota, decidieron ofrecer sus servicios a los emires turcomanos que habían alcanzado las costas asiáticas del Mar Egeo, y de esta forma se iniciaría la marina de guerra turca.

Cuando el incompetente Andrónico II fue derrocado por su nieto, Andrónico III, el nuevo Basileo decidió reconstruir la Marina de Guerra Imperial Bizantina, a sabiendas que esto requeriría un fuerte gasto económico para el declinante erario bizantino”. La decisión de Andrónico III de reconstruir la flota fue muy acertada, ya que el Imperio no podía seguir contando con una flota mercenaria que a la larga se mostraba incapaz de defender al imperio en el frente marítimo.

Un papel importante en la reconstrucción de la flota lo tuvo el influyente Cantacuzeno, el cual apoyó al Basileo en esta maniobra, y la flota de guerra bizantina fue rearmada, contando con 10 buques de guerra en el año 1332, y posiblemente 20 para los años posteriores del reinado de Andrónico. Esta flota fue usada por el Basileo para recuperar las islas de Lesbos y Quíos, y el importante puerto de Focea, de manos genovesas.

Focea había estado bajo el dominio de Benedetto Zaccaría, embajador genovés en Bizancio, el cual había contado con el beneplácito del Basileo Miguel VIII para explotar los recursos que se encontraban en las afueras de la ciudad (al parecer minas ricas en plomo). Lesbos, Quíos y Focea fueron recuperados por el anciano general Alejo Filantrófenos Tarcaniotes (que había sido cegado por Andrónico II en 1295) de manos de Zaccaría, al cual se le dio el rango de gobernador vitalicio de la isla; sin embargo, la recuperación de estas posesiones no significó mucho frente al arrollador avance turco en Asia Menor.

A la muerte de Andrónico, la flota bizantina se mantuvo activa durante el periodo de la Guerra Civil y ascensión de Cantacuzeno al trono, sin embargo, a fines del reinado de Juan V, la flota bizantina ocupó un mero papel testimonial en el decadente Estado.



Andrónico III y el Papado


Ante el agobiante empuje turco en Asia Menor, el Basileo decidió llamar en su ayuda al Papado Romano. El encargado de llevar a cabo esta misión secreta fue el monje ítalo-griego Baarlam, el cual se entabló conversaciones secretas con el papado entre los años 1331-1334. En calidad de Higúmeno (abad) del monasterio del Salvador, en Constantinopla, Baarlam tuvo influencia en la política y religión bizantina, y fue detractor de la Unión entre las Iglesias Ortodoxa y Católica. Baarlam se entrevistó con los legados del Papa Juan XXII, para discutir el tema de la Unión; como todo anti-unionista, Baarlam se negó a reconocer la soberanía del Papa frente a la del Patriarca y la doctrina del Filioque.

En el año 1339, Baarlam se dirigió hacia la ciudad de Avignon, sede del exiliado Papa Benedicto XII, al cual trató de convencer de convocar una cruzada contra los turcos, usando como pretexto la Unión de las Iglesias, sin embargo, las negociaciones no dieron frutos y Baarlam regresó a Constantinopla sin ningún logro. Cuando el Papa de Avignon, Benedicto XII alegó que la Unión debía ser previa a la ayuda militar occidental, Baarlam respondió lo siguiente: “No es tanto la diferencia en el dogma lo que aleja los corazones de los griegos de vosotros. Es que el odio contra los latinos ha penetrado su alma, por los muchos daños que ellos les han hecho sufrir en distintas épocas y aún hoy cada día, Mientras no se extirpe este odio no podrá haber unión. La verdad es que mientras ellos no sientan que representáis para ellos un beneficio, ni esa aversión será superada ni habrá nadie que diga una palabra en favor de la unión... Es importante saber que no fue el pueblo de Grecia el que me mandó en busca de vuestro apoyo y de la unidad, sino el Emperador por su propia cuenta y en secreto. Mientras no haya apoyo de parte vuestra, él no podrá hacerle saber a su pueblo que quiere la unión con vosotros”.

Con estas palabras, Baarlam dejó en claro al Romano Pontífice que el pueblo griego seguía odiando a los latinos por los crímenes cometidos durante la 4ta. Cruzada, y que esas heridas no sanarían hasta que los latinos brindaran algún beneficio al resentido pueblo griego ortodoxo. La Influencia de Juan Cantacuzeno: Juan Cantacuzeno como Emperador (1347-1354) La notable influencia que ejerció Juan Cantacuzeno sobre el emperador disgustó a muchos miembros de la familia imperial, entre ellos a la madre de Andrónico, la emperatriz Xenia-María (Rita-María de Armenia), a la mujer de Andrónico, Ana de Saboya, y algunos cortesanos y nobles. En efecto, mientras el emperador salía de caza o se divertía en lujosas celadas, era Cantacuzeno quien quedaba a cargo del estado y lo controlaba a través del emperador. Su elevación al rango de Gran Doméstico le daba el poder que necesitaba para ejercer su autoridad sobre el Imperio, e incluso muchos sectores del ejército le obedecían ya que el mismo los pagaba de su propio bolsillo; Cantacuzeno había acompañado a Andrónico III a todas sus campañas, y había estado presente en Batallas como Pelecano y Filocrene, siempre al lado del emperador. Usando la inteligencia y la astucia, Cantacuzeno había librado a Andrónico de verdaderos quebraderos de cabeza, como Syrgiannes, e incluso había sido el principal autor junto con el Basileo de la reforma del Sistema Judicial del Imperio, elaborando la “Justicia Universal de los Romanos”.

También había apoyado al Basileo en la reconstrucción de la marina de guerra, y las campañas contra Focea, Quíos y Lesbos; junto a Andrónico, Cantacuzeno había batido a turcos, búlgaros y serbios en distintos campos de batalla; sin lugar a dudas, Juan Cantacuzeno fue el colaborador más eficiente y leal de Andrónico III, el cual le tenía un gran estima pues habían sido amigos desde jóvenes y lo había apoyado en la revuelta contra su incapaz abuelo, Andrónico II. Los años posteriores de Guerra Civil y Anarquía fueron producto de la ambición, la corrupción y la traición que tuvieron lugar a la muerte de Andrónico. La traición perpetrada por Ana de Saboya y su concilio de Regencia contra Cantacuzeno provocaron la agotadora lucha que acabaría arruinando al Estado Bizantino para siempre. Mal momento escogieron los bizantinos, para iniciar la mas agotadora de sus Guerras Civiles.



La Conquista del Epiro y La influencia Bizantina en Trebizonda


En el año 1318, el déspota de Epiro Tomás Comneno Ducas fue asesinado por su primo, Nicolás Orsini, el cual ya era Conde Palatino de Cefalonia. Nicolás, se casó con la viuda de su víctima, Ana Paleologina, la cual era hermana de Andrónico III. Nicolás también fue asesinado, en el año 1323, por su hermano Juan Orsini, casado con otra Ana Paleologina, hija del general Andrónico Paleólogo, y nieta de Demetrio-Miguel Ducas Koutroules, hijo del antiguo déspota epirota Miguel II. Si bien Juan Orsini había abrazado la fe ortodoxa e incluso el Basileo Andrónico II le concedió el título de Déspota, la situación en el Epiro no mejoró, puesto que Juan fue envenenado por su mujer, la cual se convirtió en regente del hijo de ambos, Nicéforo Orsini (también llamado Nicéforo Ducas).

Al tanto de cómo iban las cosas en el convulsionado Estado epirota, Andrónico III decidió invadirlo, en el año 1337, con ayuda de su aliado, el emir turcomano de Aydin (Tralles) y Esmirna, Umur, el cual aportó 2000 hombres para la campaña contra el Epiro. Al comienzo Andrónico se dedicó a someter a las tribus albanesas que rechazaban su soberanía sobre la región, y luego, con ayuda de los refuerzos turcos, se dirigió hacia el Epiro. En el Despotado de Epiro, la regente Ana Paleologina trató de entablar negociaciones con Andrónico, pero éste desecho todas las propuestas de Ana y alegó que su deseo era que el Epiro se sometiera a su autoridad, y Ana, sabiendo que no podía contra el poderío militar del Basileo, aceptó las condiciones y capituló ante las tropas imperiales.

Una de las condiciones del Basileo fue también, comprometer al joven heredero Nicéforo con María, hija de Juan Cantacuzeno; sin embargo, al momento de formalizar el compromiso, todos se dieron cuenta que Nicéforo había huido del Despotado rumbo a Italia, con ayuda de nobles rebeldes epirotas, los cuales enviaron al joven heredero a Tarento, a la corte de la emperatriz titular de Constantinopla, Catalina II de Valois-Courtenay, viuda del príncipe Felipe de Tarento. En el año 1339, Nicéforo organizaría una revuelta, con la ayuda de Catalina II, para liberar Epiro del yugo bizantino. Usando como base la fortaleza de Tomokastron, con un ejército y una flota angevina, Nicéforo Orsini se propuso reconquistar su herencia paterna. Sin embargo, el retorno del ejército bizantino ese mismo año arruinó sus sueños de ser Déspota, y finalmente, Nicéforo se rindió en Tomokastron ante Andrónico III y Juan Cantacuzeno, desposó a María Cantacuzena, y se le concedió el título de Panhypersebastos, siendo perdonado por el Basileo. El Epiro volvía a formar parte del Imperio Bizantino, junto con Tesalia.


En Trebizonda la situación fue diferente. El emperador de Trebizonda, Basilio Comneno, que había depuesto y encerrado en un convento a su sobrino, Manuel II Comneno, desposó en el año 1335 a Irene, hija bastarda de Andrónico III. Sin embargo, Basilio se divorció de Irene con ayuda del clero local y desposó a una dama trapezuntina, también llamada Irene, la cual le dio 4 hijos. Por este acto, el Basileo trapezuntino se ganó el desprecio y las críticas del Patriarca constantinopolitano Juan Calecas el cual lo acusó de bigamia y de violar los sagrados cánones.

El emperador Basilio murió el 6 de Abril del año 1340, envenenado por su legítima mujer, Irene Paleologina, la cual rápidamente ocupó el trono de Trebizonda. Irene fue la segunda mujer que ocupó el trono de Trebizonda (Teodora Comnena fue la primera), y sin pertenecer a la legítima Dinastía Comneno. Para asegurar su posición, la Basilisa envió a la 2da. Mujer del fallecido Basilio y a los hijos que éste había tenido con ella a Constantinopla, bajo la custodia de su padre, el Basileo Andrónico.

La posición de Irene, sin embargo, pendía de un hilo, ya que con su ascensión al trono, tuvo lugar la primera guerra civil trapezuntina, la cual desangró al país y lo dejo prácticamente desprotegido frente a los algareros turcomanos que pillaban las comarcas y aldeas del Imperio. Irene, apoyada por mercenarios bizantinos enviados por Andrónico III y el Gran Duque Juan "El Eunuco" de Limmia, suprimió revueltas que tuvieron lugar en la capital, y durante una de estas revueltas fue destruido el bello monasterio de San Eugenio, patrón de los trapezuntinos, donde habían buscado refugio los nobles rebeldes, a fines de Julio de 1340.

También los turcomanos sitiaron Trebizonda, donde el primer asalto fue repelido por el ejército trapezuntino, mas el segundo asalto no se pudo detener, ya que el ejército de Irene estaba desmoralizado y algunos mercenarios bizantinos apenas se mantuvieron en pie. Los turcomanos incendiaron parte de la ciudad, sin poder tomarla, debido a una repentina epidemia descrita por el cronista Miguel Panaretos. Finalmente, el 17 de Julio de 1341, Irene fue depuesta por Ana Anakoutlou Comnena, hermana del fallecido Basilio, la cual, con ayuda de soldados greco-lazis, fue proclamada emperatriz de Trebizonda en Lazica. Mas adelante, la influencia de Bizancio en Trebizonda sería aun más fuerte, tras las alianzas matrimoniales entre los posteriores Basileos de ambos imperios.



La Muerte de Andrónico (1341) y el Inicio de La Guerra Civil (1341-1347)


El 15 de Junio del año 1341, el Basileo Andrónico III “El Joven” Paleólogo (llamado por sus contemporáneos Andrónico Neos) falleció, a la edad de 44 años, dejando como heredero a su hijo, Juan V, de 9 años de edad. La regencia estuvo a cargo de la emperatriz viuda Ana de Saboya, junto con el Gran Doméstico Juan Cantacuzeno, el Megaduque Alejo Apocauco y el Patriarca de Constantinopla Juan XIV Calecas. Todo pudo haber ido bien de no haber predominado las ambiciones de la emperatriz regente y del intrigante Apocauco. Mientras Cantacuzeno combatía en Serbia, estos personajes lo declararon traidor y encerraron a todos los nobles partidarios de la Regencia de Cantacuzeno. Ante esto, Cantacuzeno fue proclamado emperador en Demótica por sus tropas, dando inicio a la agotadora Guerra Civil, que llevaría a la ruina al Imperio, y dejaría el camino libre, para la llegada de los Turcos Otomanos.



Galo Garcés Avalos.



Bibliografía Citada:


Autores Antiguos:


-Nicéforo Gregoras: Nicephori Gregorae Byzantina Historia, traducido por Emmanuel Bekker.

-Juan VI Cantacuzeno: Ioannis Cantacuzeni eximperatoris Historiarum libri IV, traducido por Ludovico Schopeni.



Autores Contemporáneos


- Mark C. Bartusis: The Late Byzantine Army (1204-1453). Pennsylvania, 1997.

-Tia M. Kolbaba: The Byzantine Lists, Errors of the Latins. Illinois, 2000.

-Donald M. Nicol: The Last Centuries of Byzantium (1261-1453). Cambridge, 1993.
-Steven Runciman: La Caída de Constantinopla. Madrid, 1973.