miércoles, 28 de diciembre de 2011

El Fin del Gran Duque Apocauco, según Cantacuzeno


Alejo Apocauco (+ 11.6.1345), oriundo de Bitinia, fue un político bizantino de renombre en el siglo XIV, llegando a obtener altos rangos durante el reinado de Andrónico III Paleólogo (1328-1341), por intercesión de su benefactor Juan Cantacuzeno, el Gran Doméstico.

Ocupó los cargos de Parakoimomenos, y antes de la muerte de Andrónico III en el 1341 se le honró con el supremo mando sobre la flota imperial: Gran Duque (Megas doux). Sin embargo, traicionó a Cantacuzeno junto con la viuda de Andrónico III, Ana de Saboya, y el patriarca Juan Calecas, y así comenzó la Segunda Guerra Civil durante el reinado de la Dinastía Paleólogo (1341-1347).

Apocauco mostró gran crueldad con la familia de Cantacuzeno rehén en Constantinopla, en especial con su madre, la dama Teodora, a la que mandó a prisión, y con el pequeño hijo de Cantacuzeno, Andrónico, apenas un niño.

Tras obtener vientos favorables en el 1341/1342, poco a poco se dio cuenta de que la resistencia de su antiguo mentor y benefactor sería tan cruenta como larga, y aconsejó de forma nefasta a la inexperta emperatriz Ana de Saboya, a la cual instó a empeñar las Joyas de la Corona (1343) a los Venecianos, quedándose con parte del préstamo. Pronto, sin embargo, perdió el apoyo de su hijo Manuel, gobernador de Adrianópolis, mientras que su hijo Juan luchaba por mantener su posición en la Comuna de Tesalónica, controlada por los Zelotas.

Fue el 11 de Junio de 1345, que, con gran imprudencia, Apocauco encontró su fin a manos de prisioneros políticos, como nos narra Juan Cantacuzeno:


“El (Alejo Apocauco) mostró mucha previsión al establecer una guardia para él y al planear construir una prisión en el Palacio de Constantino, cuyo proyecto fue encargado a algunos trabajadores públicos. El constantemente iba allí a estudiar el proyecto y empujándolos (a los obreros) para construir con prisa. Cuando los prisioneros vieron que una prisión estaba siendo construida y que no carecía de tumbas, no ignorantes de su intención, planearon matarlo cuando el fuera allí, suponiendo que ambos bandos se beneficiarían de su muerte. Si ellos tenían éxito, serían liberados de este terror y podrían vivir libremente, mientras que en caso que fallaran, ellos morirían y serían liberados de una vida destinada a cavar (sus propias) tumbas. Los prisioneros tramaron estos planes y aguardaron el momento oportuno para amotinarse y matarlo. El Gran Duque, en otros tiempos cuando le era necesario venir al Palacio de Constantino El Grande, tenía mucho cuidado de si mismo y era seguido por guardaespaldas que iban detrás suyo, ordenando que los prisioneros estuvieran callados en sus celdas hasta que el se retirara de allí, pero esta vez el no tomó en cuenta ninguna de estas precauciones que habían sido sometidas a la presente resolución por Dios, y según parece, éste le abandonó a morir. Los prisioneros estaban dispersos por todos lados, por lo que convergieron en el patio del Palacio, en el cual él (el Gran Duque) había abandonado a sus guardias un poco antes y había entrado con un solo ayudante. Los prisioneros, viéndolo entrar desprotegido y reconociendo que era tiempo de amotinarse, lo atacaron al comienzo unos cuantos y luego más de ellos se unieron al ataque. Entre ellos se encontraba su sobrino, el Duque Alejo, el cual había sido condenado a prisión por el Divino (¿Sínodo?) por el bien del emperador Cantacuzeno. Primero lo atacaron con piedras porque no había implementos de hierro, luego uno de ellos logró encontrar un palo y le golpeó la cabeza varias veces con él y lo hizo caer. Después de esto, con el hacha de un carpintero que vivía en prisión, le cortaron la cabeza. Cuando se enteraron de su muerte, sus guardias y los pajes que estaban con él, no trataron de vengarlo sino perdieron el valor, mientras los otros se dispersaban. Primero, todos los prisioneros convergieron en la escena. La mayor parte de ellos desconocían lo ocurrido. Cuando ellos se enteraron de que el Gran Duque había estaba muerto, algunos de los mas temerarios entre ellos colgaron su cuerpo en las murallas del Palacio. Su cabeza fue perforada con una lanza y del mismo modo la pusieron en las murallas del Palacio para que fuera visible a todos. Ellos pensaron que estas acciones agradarían a las personas que pensaban que el Gran Duque era un enemigo público y responsable de la Guerra Civil. Sin embargo, todo el mundo ignoraba estos acontecimientos. Aquellos que se encontraban dentro se mostraron dispuestos a defenderse en caso de cualquier ataque, envalentonados por el hecho de que las murallas del Palacio eran considerablemente altas. Contra todas las expectativas, nadie tuvo que luchar por él ya que todo el mundo le odiaba y porque la emperatriz (Ana de Saboya), temiendo que ellos iniciaran una revolución les concedió no solo amnistías y juramentos de indiferencia, sino también los libró de otros cargos. Cuando la emperatriz fue informada inmediatamente de ello, mandó al Panhypersebastos Isaac Asen, que de inmediato logró la administración de los asuntos, que tomara todas las precauciones y que los prisioneros prestaran juramento de salir del Palacio. Ella temía que podrían estar tramando dentro. Sin embargo, él (Isaac Asen) fue superado por una gran cantidad de asuntos tanto que descuidó a los prisioneros. Durante ese día y noche lo pasaron allí sin ser atacados por nadie, si hubieran querido salvarse pudieron haber ido a la Iglesia de Santa Sofía o dispersarse a algún otro lugar, ya que nadie estaba vigilándolos. Inconcebiblemente esperaban grandes cosas y que ellos deberían perder sus amadas vidas. Por esta razón, el día siguiente, Tzephraites, uno de los oficiales del hogar del Gran Duque, un sanguinario, cruel e inhumano castigador, ya que el estaba presente en un lugar público, decidió pelear por su amo conmoviendo al pueblo y en especial a los marineros, los cuales le tenían afecto ya que el siempre estaba a gusto entre ellos. Tomando posesión de armas, avanzaron contra ellos. Los prisioneros, que no tenían instrumentos de mucha utilidad ya que no se les permitía tener armas, se vieron obligados a defender las murallas, cuya amplitud superaba la cantidad de ellos y mientras innumerables cantidades les invadían y eran rodeados por todos lados. Cuando se dieron cuenta que las murallas estaban siendo tunelizadas por debajo y estaban a punto de ser quebradas, dejaron atrás las defensas y huyeron a la Iglesia de los Nueve Tagmata, como era llamada. Ellos entraron al santuario interior y se escondieron en los curvos pasajes. La gente los atacó con furia incontrolable, algunos de ellos se refugiaron en el santuario interior mientras otros se hallaron sometidos, aunque un número muy pequeño, especialmente aquellos que asesinaron al Gran Duque fueron capaces de escapar del peligro. En cuanto a todos los demás que no eran pocos en número fueron asesinados. No fue posible obtener el número real porque esta información fue desguazada junto con muchas personas en la ciudad. Y aquellos que atacaron y mataron al Gran Duque fueron asesinados por su propia indecisión”.


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Juan VI Cantacuzeno (1347-1354), Ioannis Cantacuzeni eximperatoris Historia libri IV, volumen II (Corpus Scriptorum Historiae Byzantinae, Bonn).


Notas:


  • No se sabe exactamente donde queda el Palacio de Constantino El Grande que menciona Cantacuzeno, en donde Apocauco planeaba edificar esa nueva prisión.


  • Los marineros mencionados por Cantacuzeno son los famosos Gásmulos, mestizos greco-italianos o greco-latinos, los cuales servían en la marina bizantina desde los días de Miguel VIII Paleólogo (1261). Apocauco, al ser el comandante en jefe de la flota, comandaba a estas tropas.


  • A la muerte de Apocauco (1345), la regencia se desmoronó, y en el 1347, Cantacuzeno entró en Constantinopla, siendo coronado Basileus en la Iglesia de Santa María de las Blaquernas, con joyas de vidrio pintado.


  • De los hijos de Apocauco, sabemos que Juan se enfrentó a los Zelotas y murió asesinado tras la muerte de su padre. Manuel se pasó a Cantacuzeno.

domingo, 11 de diciembre de 2011

Miguel VIII Paleólogo (1259-1282). In Memoriam.

Un 11 de diciembre del año de Nuestro Señor 1282, Miguel Comneno Ducas Ángel Paleólogo, Autócrata de los Romanos, y libertador de Constantinopla, falleció en la aldea de Pacomio, en Tracia, mientras preparaba una campaña contra la Tesalia rebelde.



Hijo de Andrónico Comneno Ducas Paleólogo, strategos del Imperio de Nicea y Gran Doméstico, así como gobernador de Tesalónica, pertenecía por línea paterna al noble linaje de los Paleólogos, cuyo origen se remonta a la ciudad italiana de Viterbo, como pronto explicaré.



Sin embargo, la sangre imperial corría por sus venas como herencia de su madre, Teodora Paleologina Comnena Angelina, hija del déspota Alejo Comneno Ducas Paleólogo y de Irene Comnena Angelina, la hija favorita del emperador Alejo III Ángelo (1195-1203), aquel quien destronó y cegó a su hermano Isaac II y por cuya usurpación los Cruzados llegaron a las puertas de Constantinopla en el 1203, para finalmente saquearla en el 1204, con Alejo lejos de la capital, en Mosinópolis.



Así pues, era Miguel de uno de los más nobles abolengos del Imperio Bizantino, tanto asi que el historiador Nicéforo Gregoras lo llama "Diplopaleólogo," en griego Diplopalaiologos, dado que descendía por tanto su padre como por su madre de la casa de los Paleólogos.



Fue un hombre de notables cualidades, tanto así que el emperador de Nicea, Juan III Ducas Vatatzés, supo reconocer sus habilidades y le nombró primer Gran Condestable (Megas Konostaulos) de Nicea, es decir, comandante en jefe de todos los mercenarios francos del Imperio. Se casó con Teodora Ducena Vatatzaina, sobrina huérfana del emperador, a quien según Acropólites éste último "amaba como a una hija." Sin embargo, pronto se vio envuelto en conspiraciones que lo hicieron exiliarse a Iconio, donde el Sultán acogió gustosamente y le puso al mando de sus mercenarios...para cuando regresó a Nicea, perdonado por el emperador, se encontró con el más abyecto odio de Teodoro II Ducas Láscaris, el enfermizo heredero a la púrpura.

Sufrió su familia persecución política cuando ascendió al trono Teodoro II (1254), quien en sus casi 4 años de reinado humilló de muchas formas a los Grandes del Imperio, la famosa Cadena de Oro (como los llama Paquimeres, la nobleza de Nicea). Una sobrina de Miguel, Teodora Raulena, fue casada con Jorge Muzalón, el gran amigo de Teodoro II y un noble de menor rango. La hermana de Miguel, Marta, esposa del Gran Doméstico Nicéforo Tarcaniotes fue acusada de brujería y torturada por los Celtas de la Guardia Imperial, siendo arrojada a una bolsa llena de gatos. Otros tantos nobles fueron humillados por el paranoico soberano, quien finalmente, tras soportar estoicamente una enfermedad degenerativa, falleció en el año 1258.

Tras el asesinato del regente Muzalón durante las exequias del mismísimo Teodoro II, Miguel Paleólogo se hizo con el poder, y tras ser meteóricamente ascendido al rango de Megaduque, fue finalmente hecho Co- emperador de Nicea, llegando a manejar las riendas del Imperio por sí mismo.


En el 1259, obtuvo su más grande victoria sobre los Estados Latinos de Grecia y el Épiro, cuando derrotó contundentemente a las tropas combinadas de Guillermo II, príncipe de Acaya, de Miguel II déspota de Epiro, y de Manfredo rey de Sicilia. En la llanura de Pelagonia, los ejércitos de Nicea comandados por el Sebastocrátor Juan Paleólogo, hermano de Miguel, derrotaron a los latinos tras la deserción de los epirotas y tesalios. Guillermo II fue capturado, y para su liberación se exigió la entrega de los grandes castillos de Mistra, Mani y Monemvasía, futuro núcleo del Despotado de la Morea.

Pero sin dudas, el mayor logro de Miguel VIII Paleólogo fue la tan ansiada reconquista de Constantinopla, capital del Imperio y ocupada por los invasores latinos, liderados por el desdichado soberano Balduino II de Courtenay. Tras haber sido asediada previamente y sin éxito, Constantinopla contaba con una exigua guarnición de unos cientos de hombres. El grueso del ejército latino junto a la flota veneciana había salido a saquear la isla de Dafnusia, en el Mar Negro. Con un pequeño ejército conformado por bárbaros cumanos en su mayoría, y apoyado por Thelematarioi (campesinos de las afueras de Constantinopla, mestizos), el César Alejo Strategópulos reconquistó la Ciudad para los Romanos!!! (25 de julio de 1261).

En su desesperación por huir, Balduino II, último emperador latino reinante en la Ciudad, huyó de las Blaquernas con las ropas que tenía encima, sin poder salvar su imperial gorro y sus espadas...

Miguel VIII entró en la Ciudad el 15 de agosto del mismo año, y fue coronado Basileus Romaion junto a su hijo mayor, Andrónico. Para las navidades del mismo año, Juan IV Ducas Láscaris, el infante heredero de Teodoro II, era cegado siendo apenas un niño, y enviado a una fortaleza del Mar de Mármara. Este acto de crueldad granjeó al Paleólogo los odios populares, sobre todo en Asia Menor.

A la caída de Manfredo y de los Hohenstaufen, reinaba en Sicilia un soberano aún más ambicioso: su nombre era Carlos d'Anjou, hermano de San Luis IX, rey de Francia, y uno de los nobles más poderosos del reino. Su mayor ambición, en palabras del cronista Paquimeres, era "recrear un Imperio como el de Augusto César," y estuvo a punto de lograrlo, en tanto que fue Rey de Sicilia y Nápoles, de Jerusalén y de Albania, Conde de Anjou y Maine, de Provenza y Forcalquier, y también Senador de Roma. Tras acoger a Balduino II y casar a su hija Beatrix con Felipe, heredero al ya desaparecido Trono Latino de Constantinopla, fijó sus ambiciones en conquistar al recién restaurado Imperio Bizantino.

Grandes conflictos tenían lugar en el Imperio. En el 1261, el patriarca Arsenio Autoriano excomulgó a Miguel VIII por usurpar el trono y cegar a Juan IV, y en el 1268 el nuevo patriarca José retiró la excomunión del emperador, iniciando la larga y tediosa pugna religiosa entre los Josefistas y los Arsenitas, la cual recién acabaría en el reinado de Andrónico II Paleólogo (1282-1328). Peor aún, las confiscaciones de tierras llevadas a cabo por el Conde Cádenos en las montañas de Asia Menor debilitó las fronteras que montañeses, leales al recuerdo de los Lascáridas, defendían de los Turcos...

En el 1274, para neutralizar a Carlos d'Anjou, Miguel VIII firmó la Unión de Iglesias en el Concilio de Lyon (1274), aunque tras el ascenso de Martín IV (1281), adepto del rey Carlos, al solio Papal, la estrategia del Paleólogo quedó en agua de borrajas. Durante la Guerra Civil Búlgara (década de los 1270), los ejércitos bizantinos participantes fueron derrotados continuamente por Ivaylo, a quien llaman el William Wallace búlgaro.

En conflicto final se dio en el 1281, cuando al mando de Hughes Le Rosseau de Sully, un caballero burgundio, un ejército venido desde Sicilia y Nápoles enviado por Carlos d'Anjou, tras tomar Butrinto a Nicéforo de Épiro, puso asedio a la fortaleza de Berat (Belegrada, en Albania). Al mando de Miguel Tarcaniotes, la élite del ejército bizantino liberó la fortaleza del asedio, y antes de que comenzara la batalla Sully fue capturado mientras bebía agua de un río, por mercenarios nicenos. Su ejército entró en pánico, y la masacre fue inminente...Desfilaría encadenado por las calles de Constantinopla, en uno de los últimos Triunfos Romanos que habrían de verse en Constantinopla...

Sin embargo, dicho suceso no vapuleó las ambiciones del Anjou, quien empezó a preparar una flota para la conquista de Bizancio, y fortaleció sus contactos con los Señores Latinos de Grecia y hasta con Bulgaria! Miguel Paleólogo, sin embargo, halló amigos en la corte del Reino de Aragón, donde la consorte de Pedro III, Constanza, era hija de Manfredo de Sicilia, muerto en la batalla de Benevento por Carlos d'Anjou (1266). Constanza, quien se consideraba legítima Reina de Sicilia, incitó a su esposo a tomar la isla, y con la ayuda del antiguo consejero real de Manfredo, Giovanni da Procida, el plan se consolidó. Steven Runciman ve el oro de Miguel VIII tras el futuro evento, que habría de arruinar las crecientes ambiciones del rey Angevino...

En la Pascua del año 1282, los habitantes de Sicilia se rebelaron contra Carlos d'Anjou y su tiranía. Ya muchos abusos habían cometido los franceses que ocuparon el reino, como saqueos, abusos de autoridad, violaciones, y todo tipo de vejaciones sobre los habitantes de la isla. Frente a la Iglesia del Santo Espíritu, en las afueras de Sicilia, tuvo lugar el inicio de las Vísperas Sicilianas, aquella revuelta que destruyó los sueños de Carlos d'Anjou, y consolidó la política transmarina de la pujante Corona de Aragón! Y así, Miguel Paleólogo salvó una vez más a Bizancio.

Considero oportuno hacer un análisis breve de su obra. Sus logros:






  • Reconquistó Constantinopla en el 1261, poniendo fin al yugo latino (1261).



  • Fortaleció las conquistas en Europa, sometiendo al Épiro e iniciando la reconquista del Peloponeso (1259).



  • Defendió con éxito al Imperio de Carlos d'Anjou (1281-1282).



  • Formentó la Unión de Iglesias (1274). Sea por política o verdadera convicción, la Unión era un tema que por largo tiempo se discutía, y desde 1204 se había hecho más difícil aún.



  • Reparó los edificios de la Ciudad, la repobló.



  • Fortaleció e incrementó la flota imperial, con 80 barcos y mejores unidades.



  • Creó nuevos cuerpos de soldados, como los Tzakones, Prosalentai, y Thelematarioi. Los mejores ejemplos de "Soldados Minifundistas," en Bizancio, aquellos que tenían una conexión directa con la tierra.



Entre sus errores, cabe señalar:







  • Usurpó la corona al legítimo heredero, Juan Láscaris.



  • Manejó de forma pésima la defensa del Asia Menor, desarticulando el sistema instaurado por los Láscaris, basado en la pronoia a los montañeses del Asia Menor.



  • Gastó mucho dinero en la reconquista de Europa, siendo negligente con Asia.



  • No supo dar respuesta a los emires turcomanos que empezaban a conglomerarse en torno a las provincias de Caria y Licia, así como la ciudad de Tralles, renombrada Andronicópolis o Paleologópolis.



  • Intervino en los conflictos de Bulgaria, gastando recursos y hombres en campañas infructuosas.



  • No supo escoger en ciertas ocasiones a generales competentes (su medio hermano, Constantino Sebastocrátor, batió sin éxito a los francos en la Morea).



  • Finalmente, dejó las arcas del Estado exhaustas.



Con todo, considero firmemente que Miguel VIII Paleólogo fue una figura importante en su tiempo. Un militar capaz, un político astuto, y diplomático eficiente que supo manejar las riendas de su Imperio hasta en un 70%, sin embargo ese 30% a donde no llegó, sería la causa de la ruina y caída de Bizancio. Y así ocurrió.







Bibliografía:







  • Acropólita, Jorge. George Akropolites: the history.



  • Bartusis, Mark C. The Late Byzantine Army, 1204-1453.



  • Geneakoplos, Deno J. Emperor Michael Palaeologus and the West, 1259-1282.



  • Gregoras, Nicéforo. Historia Byzantina, I-III.



  • Kyriakidis, Savvas. Warfare in Late Byzantium (1204-1453).



  • Nicol, Donald M. The Last Centuries of Byzantium, 1261-1453.



  • Paquimeres, Jorge. De Michaele et Andronico Palaeologo, I-II.



miércoles, 23 de noviembre de 2011

Célebres Paleólogos (1081-1259)




El origen de la última dinastía bizantina siempre ha sido materia de debate. Historiadores de la talla de Martin Crusius, hasta Jean-Claude Cheynet, han investigado sobre el origen y el linaje de la prosapia de los Paleólogos de Bizancio, quienes reinaron sobre el Imperio desde el año 1259 hasta el 1453, y cuyos descendientes siguieron reclamando su ya inexistente herencia, autoproclamándose Imperator Romeorum, e incluso llegando a mezclarse la sangre de los mismos en el Principado de Moscú, con el matrimonio de Zoe Paleologina e Iván III en el año 1472.




Muchos estudios han sido realizados sobre los Paleólogos, como la obra del archimandrita Aberkios Papadopoulos Versuch einer Genealogie der Palaiologen, o la monumenal obra Prosopographisches Lexikon der Palaiologenzeit (PLP). Sin embargo, para hablar de la fama de los Paleólogos en Bizancio, hemos de situarnos en el año 1081, cuando el general Jorge Paleólogo, de una prominente familia de latinfundistas macedonios, y emparentado por matrimonio con la familia de los Ducas, se unió a la rebelión de Alejo I Comneno contra Nicéforo III Botaniates.



Nicéforo Paleólogo, padre de Jorge, era un leal adepto del anciano Nicéforo III, y reprobó severamente la conducta de su hijo al apoyar al rebelde Comneno. Sin embargo, pronto tuvo que ceder ante el ascenso del nuevo emperador, por quien murió batallando frente a los muros de Dirraquio en ese mismo año de 1081, luchando contra las hordas normandas. Su hijo Jorge iniciaría el largo linaje de los Paleólogos, y poco a poco se irían emparentando más y más con las familias de la Alta Aristocracia Bizantina, como los Comnenos, los Ángelos, entre otras tantas...



Ya en el 1150, durante las campañas de Manuel I Comneno en Italia, vemos al general Miguel Paleólogo reclutando tropas en Ancona, y junto al Conde de Loritello se enfrenta a los ejércitos reales de Sicilia, tomando raudamente casi todo el Sur de Italia, aunque pereciendo en la ciudad de Bari, alrededor del 1156. Con su muerte, la expedición perdió a su más bravo y capaz comandante, al cual también se le conocía por ser un mujeriego con casi 50 amantes...



En el 1195, encontramos a otro Jorge Paleólogo, al parecer sobrino del primero, quien en siendo senador y general se unió a Alejo "el Sebastrocrátor" en su traición contra el emperador Isaac II Ángel. Alejo III Ángel le honró de diversas formas, aunque Paleólogo fallecería durante el ataque a una fortaleza búlgara en el 1201...




Otro Paleólogo al que debemos contar durante la época de los "Ángeles Terrestres" (nombre que se le daba a la dinastía imperial de los Ángelos) es Alejo Ducas Paleólogo, quien estando casado, fue obligado por el emperador a divorciarse de su esposa y encerrarla en un monasterio, para que así pudiera casarse con Irene, la hija favorita de Alejo III. Fallecería antes que Constantinopla cayera en el 1204, y sólo tendría una niña con su esposa, la dama Teodora, quien se casaría con su primo Andrónico Comneno Paleólogo, general del Imperio de Nicea.



Andrónico Comneno Paleólogo, uno de los más brillantes generales del recién formado Estado Niceno, fue padre del futuro emperador Miguel VIII Paleólogo (1259-1282), y ocupó el cargo de gobernador de Tesalónica y de Macedonia por mucho tiempo, tanto así que cuando embajadores latinos se presentaron ante Miguel VIII para pedirle concesiones territoriales en Macedonia, el les respondió que no, pues era para el "una segunda patria."




En ese mismo tiempo, otro Andrónico Paleólogo fue yerno de Teodoro I Láscaris, soberano de Nicea, y esposo de su primogénita y heredera, Irene. Estaba destinado a ser sucesor de Láscaris, pero murió víctima de una enfermedad veneria, y ya para el 1212 Irene estaba casada con Juan III Ducas Vatatzés, el gran emperador de Nicea.



Finalmente, llegamos ante Miguel VIII Paleólogo (1259-1282), cuya carrera se vio marcada por un juego de lealtades único, primero hacia Vatatzés, el cual, enterándose de una conspiración, ordenó que se lo llevaran preso, ante lo cual Miguel huyó a tierras turcas, donde el Sultán de Iconio lo nombró capitan de sus mercenarios latinos. Para cuando volvió a Nicea, Vatatzés le perdonó, pero el hijo de éste último, Teodoro II, nunca lo hizo, y durante sus casi 4 años de reinado se dedicó a perseguir y a humillar a la Casa de los Paleólogos...

Fuentes:
Acropólita, Jorge. George Akropolites: the history (Oxford, 2007).

Cinnamo, Juan. Deeds of John and Manuel Comnenus (New York, 1976).

Choniates, Nicetas. O city of Byzantium: Annals of Niketas Choniates (Detroit, 1984).

Comneno, Ana. La Alexíada (Sevilla, 1989).

Gregoras, Nicéforo. Nikeforos Gregoras Rhomaike Istoria, Kefalaia 1-11 (Atenas, 1997).

Paquimeres, Jorge. Relations Historiques (Paris, 1984).



Papadopoulos, Aberkios. Versuch einer Genealogie der Palaiologen (Amsterdam, 1962).

Trapp, Erich, et. al. Prosopographisches Lexikon der Palaiologenzeit (PLP) (Viena, 1996).

Cheynet, J.-C. et J. F. Vannier. Etúdes Prosopographiques (Paris, 1986).

sábado, 19 de noviembre de 2011

¿Un emperador valiente o paranoico?



Teodoro II Láscaris (*1221/1222-18 de agosto del 1258) fue el tercer y penúltimo Emperador Láscaris de Nicea, y por tanto legítimo heredero del trono de los Césares.



Hijo de Juan III Ducas Vatatzés y de Irene Comnena Lascarina, era nieto por vía materna de Teodoro Láscaris, el primer emperador de Nicea, y de su primera esposa, Ana Angelina, viuda de Isaac Comneno Sebastocrátor.



Fue un emperador muy culto, en especial por la esmerada educación que recibió de eminentes figuras como Nicéforo Blémidas, Jorge Acropólita, entre otros...Un defecto que se puede recalcar en él, aparte de su posterior paranoia, fue su vanidad, cuando se vistió con joyas y atuendos pomposos ante los embajadores latinos, quizá hasta extravagantes, y cosa que le reprobó duramente su austero e inteligente padre...



Heredó de su padre un Estado sólido y poderoso, llegando incluso a expandir más sus fronteras, y a la vez consolidarlas. Pese a ser un emperador escolástico, devoto del arte y las ciencias, se mostró como un temible adversario para las hordas búlgaras de Miguel Asen en en el 1255, derrotándolas contundentemente en los desfiladeros de Rupelión, haciendo uso hasta de sus ayudantes de cacería en el batalla. Forzó a los búlgaros a firmar la paz en el 1256, y tras ello se hizo amo y señor de las fortalezas de Servia y Dirraquio, debilitando al hasta entonces temible Principado del Épiro...



Ese mismo año del 1256, su hija María fue desposada por Nicéforo, hijo de Miguel II de Épiro y heredero a sus dominios. Fue en la cláusula matrimonial en la cual el astuto emperador supo presionar a la madre del joven, Teodora Petralifina, de aceptar la ocupación bizantina de Servia y Dirraquio, causando la ira de Miguel del Épiro.



Teodoro II soñaba con crear un "ejército compuesto solamente por Helenos,..." no quería que más serbios, búlgaros, y sobre todo Latinos, siguieran sirviendo en sus ejércitos.



Anhelaba crear un ejército homogéneo que le permitiera consolidar el poder de su creciente imperio, y dejar a la posteridad un ejército compuesto por su propio pueblo. Sin embargo, como sus antecesores, pronto se dio cuenta que el uso de soldados profesionales mercenarios era inevitable en las filas de los ejércitos nicenos...



Sin embargo, grandes errores cometió el Emperador Niceno respecto a su trato con la nobleza. Humilló a los grandes nobles en favor de los menores, siendo de éstos últimos su mejor amigo y hombre de confianza, Jorge Muzalón, el Gran Estratopedarca. Muchas jóvenes doncellas de nobles familias fueron casadas con advenedizos y aventureros jóvenes compañeros del nuevo emperador, como es el caso de Teodora, sobrina de Miguel Paleólogo, con Muzalón, el gran confidente del emperador...






Tanto era su odio a la casa de los Paleólogos, que muchas veces persiguió a Miguel Paleólogo, el varón mayor de dicha prosapia, acusándole falsamente e intentando, según lo que nos relata Acropólita, "probar su inocencia a través del fuego, como los antiguos romanos." Llegó incluso a ordenar su arresto, al mando del Conde Kadenos de los Establos Imperiales, sin recordar siquiera que Paleólogo era su primo político, casado con Teodora, sobrina de Vatatzés, a quien su tío "amaba como a una hija."



Tal fue el odio del emperador, que en cierta ocasión acusó de brujería a la dama Marta, esposa del Gran Doméstico Nicéforo Tarcaniotes (de una de las familias más ricas del Imperio) y hermana mayor de Miguel Paleólogo. Trajeron a la anciana por la noche a Palacio, ante la impotencia de sus familiares, y el emperador ordenó a sus guardias celtas, que desgarraran las sedas del vestido de la dama, y que desnuda la arrojaran a una bolsa llena de gatos!!!



Miguel Paleólogo jamás olvido semejante afrenta, como lo demostró en el 1259 y el 1261. Asimismo, en otra ocasión, viendo que una fortaleza no se le rendía, Teodoro II envió a su Gran Logoteta Acropólita, a que lidiara con los defensores y capitularan. Estos dijeron que capitularían, pero luego se negaron, y como castigo para la ineficiencia de Logoteta, Teodoro ordenó que los Celtas le dieran una paliza al pobre Acropólita, quien nunca perdonó dicha humillación a su soberano, pese a que luego éste último lo restituyó en el cargo con honores...



Teodoro falleció tras una larga y degenerativa enfermedad, quizá efectos de la epilepsia, heredada de su padre, Juan III Ducas Vatatzés, en el año 1258. Si bien dejó un Imperio fuerte, dejó a un sucesor aún infante, y un Regente detestado (Muzalón) por todo el Círculo Dorado (nombre que Paquimeres da a la nobleza de Nicea)...



Mientras se celebraban las exequias del emperador en el Monasterio de Sosandra, en la ciudad de Magnesia (actual Manisa, Turquía), con Jorge Muzalón en calidad de Regente y Gran Doméstico, un mercenario llamado "Karulos," al parecer de Sicilia, entró en la Iglesia y con un grupo de Latinikoi (mercenarios latinos) arremetió contra los hermanos Muzalón, matándolos a espadazos, tras haber exigido ver al niño emperador Juan IV, y haber "entendido mal" cuando el infante levantó los brazos para calmarlos.



Muzalón quien al ver el alboroto causado por los mercenarios frente al Monasterio, envió a su secretario Teofilacto a investigar, entró el pánico cuando el pueblo asesinó a su enviado, y al ver a los mercenarios cubiertos de mallas y armados con espadones, entrar a Sosandra. Andrónico Muzalón, el protokynegos (encargado de la cetrería imperial) se escondió detrás de una puerta, y Teodoro Muzalón, el protovestiarios (jefe del guardarropa imperial) en una esquina de la tumba del emperador, mientras Jorge Muzalón se escondía en el altar.



Karulos sacó a Jorge Muzalón del altar y lo mató a espadazos, mientras que Andrónico y otro pariente de los Muzalón corrían el mismo destino. De Teodoro no sabemos cual fue su final, aunque muchos lo identifican con el Muzalón que años más tarde serviviría a Andrónico II Paleólogo (1282-1328)...el cuerpo de Muzalón fue metido en un saco para ser enterrado después...



Ante los gritos desesperados de Teodora, mujer de Muzalón, un noble de augusta figura se levantó, y le ordenó a viva voz que se callara: Era su tío, Miguel Paleólogo, el Gran Condestable, quien por fin veía su oportunidad de vengarse de la muchas humillaciones del fallecido Teodoro II, frente a la misma tumba del emperador!!!




Bibliografía Consultada:


Acropólita, Jorge. George Akropolites: the history (Oxford, 2007).


Paquimeres, Jorge. Relations Historiques (París, 1984).


Bartusis, Mark C. The Late Byzantine Army (1204-1453) (Philadelphia, 1992).


jueves, 17 de noviembre de 2011

"Simonida," de Milan Rakić



Milan Rakic nació en Belgrado, en el 1876, y fallecido en Zagreb, en el 1938. Fue una de las grandes personalidades de la Serbia Moderna, un poeta de renombre y académico, así como un miembro honorable del cuerpo diplomático serbio y luego yugoslavo. En el 1934, fue miembro de la Real Academia Serbia. Falleció en Croacia, tras una operación.



Famoso por sus notables poemas Un canto honesto y Una canción desesperada, también brilló por un poema que dedicó a una figura muy reconocida en la historia de su patria: la pequeña reina Simonis de Bizancio.

Dado que se educó en París, tuvo en sus poemas la influencia de la flor y nata de la cultura francesa, y al igual que ellos, soñó con un mundo mejor tras las guerras que asolaban Europa en aquella tensa época.




En aquella época, y en medio de los conflictos sociales que nunca faltaron en los Balcanes, un fanático musulmán albanés, armado con un cuchillo, horadó los ojos de un hermoso mosaico del Monasterio de Studenica, que data del siglo XIII, en el corazón de la Serbia Medieval. El mosaico representaba al rey Milutín, ya viejo, donando junto a su joven y hermosa esposa, Simonis, una representación del Monasterio a Dios. Fueron los ojos de Simonis, borrados por obra del infame albanés, a quien Dios perdone su sacrilegio.


Conmovido por este suceso, Rakic escribió su poema "Simonida" (como llamaban a Simonis en Serbia), el cual tengo el honor de traducir como segundo bloque del homenaje que rindo a Simonis Paleologina, la Reina-niña de los serbios, el poema de Milan Rakic en honor a la princesa bizantina:


SIMONIDA


Tus ojos fueron horadados, oh hermosa imagen,
Sobre una pilastra al acercarse la noche,
Sabiendo que nadie contemplaría el pillaje,
La daga de un Albanés te privó de la vista.

Pero ni tu boca, ni tu noble rostro,
Profanar con sus manos se atrevió,
O tocar tu dorada corona, o el regio lazo,
Debajo del cual yacía tu exuberante cabellera.

Ahora en la iglesia sobre la pilastra de piedra,
Llevando serenamente tu atormentada situación
Vestida con las ropas de mosaico y lustre,
Te veo triste, solemne, y blanca.

Como estrellas extintas en el dejado pasado,
Que aún transmiten a los hombres el lejano resplandor
Para que así vean la luz, el tono, el molde
De estrellas perdidas por largo tiempo,

Hoy día sobre mí desde tu regia altura,
De la arcestral piedra cubierta toda en mugre,
Oh, triste Simonida, brilla la luz
De tus horadados ojos tiempo atrás.


Milan Rakic (1876-1938).
Traducido al inglés por Kosara Gavrilovic (www.turtlemom3.wordpress.com/2008/03/22/s-i-m-o-n-i-d-a/), y al español por Galo Garcés Ávalos.



lunes, 14 de noviembre de 2011

El Torneo de Corinto y la gloria del Duque Mestizo



Si bien los Bizantinos habían reconquistado Constantinopla en el 1261, y el Principado de la Morea Franca se hallaba en serios problemas con la pérdida de Mistra, Mani y Monemvasia, en el año 1302, y contraria a las tensas relaciones entre el Imperio y sus vecinos francos de Grecia, los grandes barones de la Nueva Francia (nombre que se le daba a la Morea) y sus pares del centro de la Hélade, organizaron un torneo sin precedentes.



El Istmo de Corinto fue la sede de dicho acontecimiento de boato y gloria, donde la flor y nata de la caballería franca de Grecia, se lució en elegantes trajes, bajo el radiante sol de la primavera del 1302. Caballeros de toda la Grecia Latina, e incluso del extranjero, acompañados por sus pajes, llegaron a Corinto para participar de un acontecimiento cuya fama recorrería la Europa Occidental. Ya desde el siglo XIII, los caballeros de la Morea eran famosos por su destreza y elegancia, tanto así que por mucho tiempo se consideró a dicha región el "Corazón de la Caballería."



Hermosas damas arrojaban sus favores (paños que solían entregar a los caballeros antes de un torneo, una especie de "suerte") a los galantes jinetes que llegaban con brillantes armaduras e impresionantes caballos al Torneo de Corinto. Centenares de caballeros, muchos de ellos de noble cuna, llegaron entusiasmados ante dicho evento, que sin dudas mostraba que los días de gloria y pujanza de la Grecia Franca aún no habían terminado...





En calidad de soberana del más importante señorío franco de la Hélade, la dama Isabel de Villehardouin, princesa de Acaya (otro nombre de la Morea), llegó al Istmo, acompañada de su tercer esposo, el autoritario Felipe de Savoya, príncipe del Piamonte, y su joven hija, Matilde de Hainault. Pero sin lugar a dudas, la estrella del evento fue el afamado y joven Duque de Atenas, Guy II de La Roche, yerno de la princesa, e imagen viva de la tradición caballeresca de la Hélade...




Siete campeones, vestidos de taffetán verde cubierto de mallas doradas, atendieron el torneo, ante una lluvia de favores lanzados con la más grande emoción, y así se dio inicio a las justas de Corinto.



Brilló por su carisma y galantería, Guy de Atenas, el Duque Gásmulo, o Mestizo. Hijo de Guillermo de La Roche, anterior señor de Atenas, y de su esposa, Helena Comnena de Tesalia, parecía que la mezcla de sangres en sus rasgos y, sobre todo, su encantadora naturaleza, hacían de Guy una suerte de ídolo o sensación juvenil entre las jóvenes de su tiempo. Casado desde el 1299 con la joven Matilde, parecía que dicha unión podría unir y hasta consolidar los destinos del Principado de Acaya y el Ducado de Atenas, ý quizá, de haber vivido más tiempo el duque, se habría formado un fuerte Estado unido del Centro y Sur de Grecia...


Vencedor en muchas de las justas, y aclamado por toda la nobleza y pueblo de la Morea Franca, Guy fue finalmente vencido por el experimentado maestro de armas Guillaume Bouchart en combate singular, las puntas de la armadura que protegían la cabeza del caballo de éste último, atravesaron al caballo del Ateniense, quien cayó al pasto del campo...


Así terminó la participación del Duque Mestizo de Atenas en los Torneos de Corinto, la última gran muestra de elegancia, boato, gloria, y sobre todo, apogeo de la Caballería, en un mundo y una sociedad donde no habían conocido dichos eventos, salvo desde la llegada de los Cruzados a Grecia tras 1204.

lunes, 7 de noviembre de 2011

Un Imperio de papel: Los Emperadores Latinos tras 1261...




En el 1261, las tropas del Imperio griego de Nicea, sucesor del Bizantino, tomaron la arruinada ciudad de Constantinopla. Para la mayoría de historiadores, ese fue el fin del Imperio Latino de Constantinopla, aquel reino fundado por los cruzados en el 1204, que prácticamente feudalizó los territorios europeos de Bizancio, así como impuso formalmente el Cristianismo Católico sobre la mayoritaria población ortodoxa.




Mientras el 25 de Julio en la mañana las tropas griegas y cumanas del general Alejo Strategopoulos entraban en la Ciudad, derrotando a las posibles decenas que apenas vigilaban la Ciudad, Balduino II de Courtenay, el último emperador latino, dejaba su cómoda morada en el Palacio de las Blaquernas para dirigirse a toda prisa hacia el puerto en Bucoleón, y en su desesperada huída, olvidó las insignias de su Imperio: Las espadas en vainas púrpura, y el real sombrero con un rematado por un hermoso y gran rubí...




Sería huésped en las cortes de Roma y de Nápoles, donde recibiría la ayuda del Papa tanto como de los reyes de Sicilia Manfredo (1258-1266) y Carlos I de Anjou (1266-1285), viviendo a expensas de éstos junto a su esposa Marie de Brienne, y su heredero Felipe de Courtenay. Sin embargo, Balduino seguía siendo, ante los ojos de Dios y de los Hombres (al menos en Occidente), Porphyrogenitus, semper Augustus, Imperator Romaniae.


Hay dos puntos cruciales en la estancia de los "Emperadores titulares latinos de Constantinopla," (se agrandó el título) en el Reino de Nápoles:



  • Los Tratados de Viterbo (27/5/1267), en donde Balduino II y su mayor feudatario, el derrotado y trovador príncipe Guillermo II de Villehardouin, prácticamente cayeron a los pies de Carlos de Anjou, quien supo aprovechar la desgracia que ambos soberanos pasaban para conseguir el vasallaje de la mayoría de Estados Latinos de Grecia, y así también ligar por siempre a su propio reino al necesitado Principado de Acaya (Morea), mientras relegaba a Balduino a un papel secundario frente a sus antiguos feudatarios.


  • La boda de Catalina de Courtenay, nieta de tanto Balduino II como de Carlos de Anjou (el hijo de Balduino, Felipe, se casó con Beatrix, hija de Anjou, en el 1273, y tuvieron solo a una niña, Catalina). Gran interés en casar a la heredera del Imperio Latino con su hijo y co-emperador Miguel IX tuvo el Emperador de Bizancio, Andrónico II Paleólogo (1282-1328), quien ya en el 1284 se había casado por segunda vez con Irene de Montferrat, heredera al Reino Latino de Tesalónica, adquiriendo sus derechos ante el mundo occidental. Sin embargo, antes las reticencias del Papado y de la familia materna de la joven heredera, los Anjou de Nápoles, el proyecto quedó en nada, y finalmente Catalina sería desposada por Carlos de Valois, hermano del Rey Felipe IV de Francia (1301), mientras ya en el 1294 Miguel IX se había casado con Rita de Armenia.

Sin embargo, Catalina de Courtenay siguió usando su título como Emperatriz de Constantinopla, el cual compartió con su esposo Carlos de Valois, el más claro ejemplo en el Medioevo de un "Rey de papel." Había sido reconocido como Rey de Aragón en el 1285 en contra de Pedro III, quien finalmente ganó la contienda; tras su boda en el 1301 era emperador titular de Constantinopla, y si bien recibió correspondencia de nobles griegos desafectos al régimen de los Paleólogos, siempre dependió al tomar decisiones del consejo de su hermano, Felipe IV "El Hermoso." Más tarde, tras la muerte de Catalina, ambicionaría la Corona del Sacro Imperio tras el asesinato de Alberto de Habsburgo en el 1308. Ninguno de estos proyectos tuvo éxito alguno.


La heredera de Catalina de Courtenay con Carlos de Valois fue su hija, Catalina de Valois o Catalina II de Constantinopla, quien heredó los derechos de su madre al inexistente Imperio Latino de Bizancio. Por un tiempo se pensó casarla con Andrónico III Paleólogo, nieto de Andrónico II, aunque dicho proyecto no quedó en más que palabras cordiales. Fue desposada (1313), al igual que su madre, como segunda esposa, de Felipe de Anjou, príncipe de Tarento, hijo del rey Carlos II de Nápoles, y casado en primeras nupcias con Tamara de Epiro. Catalina II había estado anteriormente prometida, apenas una niña, con Hugo de Borgoña, en el 1303, contrato que se rompió y que causó ciertos problemas entre las Casas de Valois y de Borgoña, así como de Anjou-Nápoles.


Tanto Catalina II como su consorte, Felipe de Tarento, actuaron cuales señores del Imperio de la Romania, llegando incluso a otorgar tierras que no poseían y títulos a señores latinos en Grecia, como hicieron en el 1325 con Martino Zaccaría, señor de la isla de Quíos, a quien otorgaron la corona del inexistente Reino del Asia Menor y los derechos sobre las islas de Lesbos, Samos, Kos, Tenedos, Icaria, Oenoussai, y las del mar de Mármara. Ninguno de los territorios en cuestión estaban en poder ni de Catalina ni de su marido.


Zaccaria, halagado por tales honores, prometía a los emperadores y a sus herederos 500 caballeros y seis galeras por año, si Felipe conquistaba Bizancio tal y como se esperaba. Sin embargo, dicha expedición jamás se realizó, y aunque Felipe llegó a atacar la Morea y mantener sus castillos en el Epiro (dote de su primera mujer), nunca llegó a materializarse aquella invasión a gran escala del Imperio Bizantino restaurado por los Paleólogos...

sábado, 5 de noviembre de 2011

La emperatriz de Constantinopla se queda sin ropa


María de Brienne (en francés, Marie de Brienne) fue la última Emperatriz consorte del Imperio Latino de Constantinopla (1225-1275).

Era la hija de Juan de Brienne, antiguo rey de Jerusalén y una figura heroica de las Cruzadas, con su tercera esposa, Berenguela de León. Fue media hermana de Isabel II (Yolanda de Brienne), reina de Jerusalén y consorte del emperador Federico II.

En el 1229 fue prometida a Balduino II, heredero a la corona de Constantinopla, y su padre Juan fue hecho regente del Imperio por los barones. Fue recién en el 1234 que fue desposada por el joven emperador, aunque el matrimonio no se consumó en ese entonces dada la minoría de la joven emperatriz.

En el 1235, ante el asedio de Constantinopla por los ejércitos búlgaro y bizantino de Nicea, el padre de María, Juan de Brienne, lideró la épica defensa de la Ciudad con unos cuantos centenares de hombres frente a decenas de miles de asaltantes, derrotándolos a todos. Balduino había viajado a Occidente a pedir ayuda...

En el 1237, fallecieron su padre y madre, y María (en ese entonces de 12 años) se quedó a cargo de la defensa de la Ciudad, apoyada por los barones. Casi dos años después regresó su esposo con un gran ejército cruzado y mercenarios cumanos, con los que tomó el castillo de Zurulón a los bizantinos en el 1240, despejando de cierta forma el camino hacia Constantinopla. Es mismo año, Balduino II fue coronado emperador en Santa Sofía, con María a su lado, una doncella de 15 años, y en el 1243 tendrían a su único hijo, Felipe.

El episodio que queremos destacar aquí es el de la estancia de la emperatriz en Chipre, adonde fue a pedir ayuda contra el Imperio griego de Nicea al rey Luis IX, cuyo ejército se encontraba en la isla, durante la Séptima Cruzada (1248-1254). Nos cuenta el cronista Jean de Joinville, testigo de dicho acontecimiento:


"La Emperatriz de Constantinopla llega a Chipre.



Mientras estábamos peregrinando en Chipre, la Emperatriz de Constantinopla me envió un mensaje de que había llegado a Pafos, una ciudad en Chipre, y me pidió que fuera y la buscara allí- Yo y mi señor Everardo de Brienne. Cuando llegamos a Pafos se nos informó de cómo un fuerte viento había deshecho las cuerdas del ancla que sujetaba su nave, y la había empujado hacia Acre, y de todo su equipaje no quedaba nada salvo el manto que tenía puesto, y una cota para las comidas. La trajimos a Limasol, donde el rey y la reina y todos los barones de Francia y de la hueste la recibieron con gran honor.


Al día siguiente le envié algo de paño para hacer un vestido, y piel de armiño también; y le envié algo de taffeta y cendal para hilar el vestido. Mi señor Felipe de Nanteuil, el buen caballero que pertenecía a la casa del rey, encontró a mi escudero cuando se dirigía donde la emperatriz. Cuando este muy digno hombre vió lo que ocurría, fue donde el rey y le dijo que yo había avergonzado al rey y a los otros barones, al haberle enviado ese ropaje a la emperatriz, mientras ellos no se habían enterado de que era lo que necesitaba."




Así pues, la Emperatriz de Constantinopla, sin dudas el Trono Cristiano más importante del orbe para ese entonces, llegó en medio de un temporal a Chipre, y no quedó con más vestimenta que la que traía puesta, conmoviendo al en ese entonces joven Joinville, quien en un gesto de buena voluntad le envió telas para que le hicieran un vestido que, si bien no de acuerdo a su rango, al menos podrían ayudarla a disimular su verguenza ante el Rey y sus barones.



Definitivamente, la ruina y la mala suerte habían asentado su mirada sobre el Imperio Latino, y en especial con la familia que lo gobernaba...

El Emperador de Constantinopla empeña a su hijo




Balduino II de Courtenay (1237-1261), el último Emperador Latino de Constantinopla, es quizá la figura más triste de la historia de aquel Imperio fundado sobre los escombros del Bizantino, por la descarriada Cuarta Cruzada (1204).


Hijo de Pedro de Courtenay, y de Yolanda de Flandes, y por tanto sobrino por línea materna de los dos primeros emperadores de Constantinopla, Balduino I y Enrique, nació Balduino II a fines del 1217 en la Ciudad, justo tras la llegada de su madre a Bizancio por barco, mientras su padre batallaba a los epirotas, y sería capturado por el déspota Teodoro Comneno en el 1217, para morir en las mazmorras del Epiro en 1219.


La madre de Balduino, Yolanda, fue quizá después de su hermano Enrique, la más hábil soberana latina de Constantinopla. Consolidó alianzas con búlgaros y también con los bizantinos, llegando a casar a su hija María en el 1219 con Teodoro Láscaris, soberano griego de Nicea. En ese mismo año, desgraciadamente, fallecería Yolanda, dejando al bebé Balduino al cuidado de los nobles en la Ciudad.


A la muerte de Yolanda, se le ofreció la corona de Constantinopla a su hijo mayor, Felipe de Namur, quien se negó a tomar posesión de una herencia ya arruinada. Entonces la sucesión recayó en Roberto, el segundo hijo de los Courtenay, quien, a decir del famoso historiador del Imperio Latino Robert L. Wolff citando al cronista Alberico de Trois-Fontaines, era un hombre "quasi rudis et idiota." El desastroso reinado de Roberto (1221-1228) significó la perdida de las posesiones latinas en Asia Menor, y la caída de Tesalónica ante los epirotas en 1224.


El incapaz Roberto fue derrocado por sus barones tras haberse casado con una doncella ya prometida a uno de sus caballeros, de la cual se había enamorado perdidamente. Los barones entraron a las habitaciones imperiales y cortaron la nariz a la desdichada dama, y ahogaron a la madre de ésta. El indignado Roberto huyó a Roma, a pedirle ayuda al Papa Honorio III, solo para que este lo devolviera a Constantinopla, y en camino a la Ciudad el destronado emperador murió, en el 1228, en la Morea.


Sólo quedaba en sucesión el joven Balduino, de aproximadamente 11 años. Los barones, liderados por Narjot de Toucy, llamaron como regente al famoso Juan de Brienne, antiguo rey de Jerusalén y héroe de las cruzadas, que en ese momento servía como general del Papa (1229). El ya mayor ex-rey de Jerusalén impuso como condición que se le reconociera de por vida como emperador, y que a Balduino se le otorgaran como "rey de Nicea" las tierras de los francos en Asia Menor (es decir, nada). Balduino tomaría posesión de su trono a los 20 años, y se casaría con María, hija de Juan de Brienne. El Zar Iván Asen II de Bulgaria, que esperaba conseguir la regencia, se volvió enemigo jurado del Imperio Latino...


En el 1235, los ejércitos de Nicea y Bulgaria atacaron Constantinopla, y Juan de Brienne con 80 años los derrotó guiando unos cuantos cientos de hombres contra decenas de miles de asaltantes. Para el 1237, Juan de Brienne murió, mientras Balduino se encontraba en Occidente pidiendo ayuda para su sitiada capital. La pequeña María, de 12 años, lideró la defensa de la Ciudad.


En el 1239 Balduino regresó, con un gran ejército de aproximadamente 30.000-60.000 cruzados, complementados por mercenarios cumanos, y tomó la fortaleza de Zurulón (actual Chorlu, Turquía) en el 1240. El 15 de Abril del 1240, Balduino II fue coronado en Santa Sofía, y en el 1243 nació Felipe, su primogénito y único hijo con María de Brienne.


Sin embargo, ese mismo año el emperador partió, rumbo a Francia, donde se unió al rey Luis IX en la Séptima Cruzada, regresando en el 1257-1258 a su diminuto "Imperio." Fue quizá en esos años que el desdichado emperador se vió forzado a empeñar a su hijo a mercaderes venecianos, los hermanos Ferro. Cuenta el cronista Marino Sanudo que:


"[Los enemigos búlgaros y griegos de Balduino II] tan gravemente lo habían afectado que se vió obligado a empeñar a su hijo, llamado Felipe, a algunos burgueses de Constantinopla, a cambio de cierta cantidad de dinero: y estos burgueses, para mantenerlo en custodia segura, enviaron al pequeño niño a Venecia."


En el 1261 caería Constantinopla ante las tropas de Nicea, y Balduino II huiría tan desesperadamente que dejó su corona y ornamentos imperiales en el Palacio de las Blaquernas, posesiones que el victorioso César Alejo Comneno Strategópulos haría llegar a su soberano, Miguel VIII Paleólogo (1259-1282).


En su Istoria del Regno della Romania, Sanudo nos cuenta sobre la liberación del empeñado príncipe, que:


"Este Felipe había sido rehén en Venecia por una suma de dinero que su padre debía a los Cá Ferro."


Y en su llamado Fragmentum, Sanudo nos informa que:


"...a su único hijo Felipe, [Balduino II] dio como garantía a unos ciudadanos de Constantinopla, los Venecianos de Cá Ferro, a cambio de una cierta cantidad de dinero. Éste Felipe fue enviado a Venecia, y tuvo una larga estancia en Venecia, hasta cierto momento tras la pérdida de Constantinopla."


Mientras, la emperatriz María se hallaba en los reinos de Occidente, pidiendo ayuda para pagar el rescate de su hijo, tal y como cuenta Sanudo:


"La señora Emperatriz, su esposa, había marchado por delante para buscar la ayuda de reyes, príncipes, y barones, y otros fieles; entre otros, en efecto, se encontraba Jaime rey de Aragón, y también Alfonso su yerno, rey de Castilla, pidiendo ayuda para recuperar a su hijo, el ya mencionado Felipe, la cual recibió especialmente del rey de Castilla, con quien estaba negociando una alianza matrimonial: él [el rey] deseaba entregar a su hija a su hijo Felipe, como señal de apoyo para la recuperación del Imperio de la Romania..."

Como bien sabemos, finalmente Balduino II casó a su heredero con Beatrix d'Anjou, hija de Carlos de Anjou, el poderoso Rey de Sicilia, Nápoles, Jerusalén, y Albania. Sin embargo, y curiosamente, de acuerdo a los estudios hechos por Robert L. Wolff, fue el rey Alfonso X de Castilla quien le dió el dinero a la emperatriz para pagar el rescate de su hijo, pero a la larga, la pactada alianza entre Castilla y la fenecida Constantinopla Latina quedó en agua de borrajas, dada la hostilidad papal y la indiferencia castellana.


Para ese entonces a ningún rey le interesaba reconquistar Bizancio para los latinos, salvo al ambicioso Carlos de Anjou...


Así pues, queda corroborado el hecho de la más absoluta miseria que padeció el Imperio Latino en sus últimos años, tanto que su último emperador tuvo que empeñar a su hijo para poder conseguir dinero con el cual afrontar sus deudas y proyectos de supervivencia.


No sólo sería Felipe de Constantinopla el único empeño de su padre, sino también las tierras de éste último en Namur, la venta de la Corona de Espinas a San Luis, y por último desmantelamiento de los tejados de plomo del Gran Palacio de Constantinopla para acuñar monedas, justo antes del 1261...




miércoles, 2 de noviembre de 2011

Juan III Ducas Vatatzés. In Memoriam.

Nacido cerca del año 1192, en la ciudad de Didimótico, en Tracia, Juan Ducas Vatatzés estaba emparentado con uno de los linajes más nobles del Imperio Romano de Oriente: La familia Ducas.

Probablemente fue hijo del famoso Basilio Vatatzés, duque de Tracia, quien pereció junto a muchos valientes romanos combatiendo a los búlgaros en Arcadiópolis (actual Luleburgaz, Turquía) en el 1194, tal y como nos narra Nicetas Choniates. De ser así, estaría emparentado con la familia de los Ángelos, a través de su madre, prima de los emperadores Isaac II y Alejo III.

Fue elegido por el emperador Teodoro Láscaris de Nicea como marido para su hija Irene en el 1212, tras la muerte del primer esposo de ésta, Andrónico Paleólogo, al parecer de una enfermedad veneria. Su elección dejó consternados a los hermanos de Láscaris, Alejo e Isaac, quienes huyeron a Constantinopla apenas muerto su hermano, llevando consigo a Eudocia, una hija de éste, a quien planeaban casar con Roberto de Courtenay, emperador latino de Constantinopla.

Cuando a mediados de Diciembre del 1221, Vatatzés ascendió al trono, tuvo que enfrentarse a los hermanos de su suegro, quienes apoyados por los Latinos, desafiaban la autoridad del nuevo emperador de Bizancio en el exilio. En el 1224, derrotó a los Latinos en Poemaneno y para el 1225, les arrebató lo poco que les quedaba en Asia Menor. Los hermanos Láscaris fueron cegados, como castigo por su rebeldía contra su nuevo soberano.

Ya en 1227, Vatatzés había guiado exitosamente a sus tropas en campañas hacia Europa, reconquistando Rodas, algunas islas griegas más, y Galípoli, para finalmente presentarse ante los muros de Adrianópolis, de donde su general Tarcaniotes sería expulsado por las superiores huestes epirotas de Teodoro Comneno, que también aspiraba a la púrpura desde que reconquistó Tesalónica en el 1224.

Sin embargo, en el 1230, Teodoro Comneno, que había estado a punto de convertirse en el legítimo Basileus de todos los romanos, fue derrotado en Clocónitza por los búlgaros, válacos, y cumanos de Iván Asen II. En el 1235, Vatatzés concertaba una alianza con Asen, restaurando el Patriarcado de Tarnovo (Bulgaria) y casando a su hijo Teodoro Ducas Láscaris con Elena Asen, hija del Zar búlgaro. El punto álgido de dicha alianza se daría cuando en el 1236, búlgaros y bizantinos sitiaron Constantinopla, defendida por el anciano Juan de Brienne, antiguo rey de Jerusalén y emperador de la Ciudad para ese entonces...

Tras la muerte de Asen en el 1241, pudo Vatatzés someter Tesalónica (en el 1242) y conquistar parte de la Tracia búlgara (1246). Para el 1247, dejó Constantinopla cercada por territorios nicenos, con el emperador Balduino II suplicando ayuda en las cortes de Occidente, frente al poderío de Nicea...

Una época de cultura y apogeo llegó a Nicea con Vatatzés. El cronista Jorge Acropólita narra con profunda admiración el hecho que los emperadores de Nicea separaran las propiedades del Imperio de las suyas propias. En otras palabras, el emperador costeaba sus gastos del dinero de sus tierras, en las cuales Vatatzés se dedicó a la producción avícola, llegando incluso a costear una corona para su mujer Irene en base a sus ganacias en dicha producción, nombrando a dicha diadema la Corona de Huevos.

El emperador supo consolidar alianzas con diferentes soberanos, de entre los cuales destacó Federico II de Hohenstaufen, rey de Sicilia, emperador del Sacro Imperio, y enemigo (al igual que Vatatzés) del Papado. Tras la muerte de Irene Láscarina, en el 1239, Vatatzés contrajo matrimonio con la pequeña Constanza, hija ilegítima de Federico II, en el 1244, aunque dada la minoría de edad de la niña emperatriz, el emperador asentó su mirada sobre la institutriz de ésta, la famosa Marquesina, que llegaría a ser un elemento nocivo para la imagen del emperador ante sus cortesanos, en especial Nicéforo Blémidas, prelado y tutor de su heredero.



De la boda de Vatatzés y Constanza, el poeta Nicolás Irenikos elaboró un poema que decía:


"Alrededor del adorable ciprés, la hiedra gentilmente se enrosca;


La emperatriz es el ciprés, la hiedra mi emperador."



En sus últimos años, aquejado por la epilepsia, falleció Juan Ducas Vatatzés, el 3 de noviembre del año 1254, en su palacio de Nymphaion, que a decir de la famosa historiadora Ruth J. Macrides, era la segunda capital del Imperio Niceno, y a decir de Acropólita, el lugar favorito del emperador. Su legado fue un Imperio fuerte y rebosante de riqueza, un ejército considerable, y dos bases navales en el Egeo y el mar de Mármara, listas para lanzar sus buques a la reconquista de la Ciudad. Que Dios lo tenga en su Gloria.



La indolencia del Rey Luis


Luis de Anjou (1326-1382), por la Gracia de Dios Rey de Hungría y Croacia, de Polonia, y de Nápoles, fue sin dudas el monarca más poderoso de su tiempo.

Durante su reinado, Hungría llegó a ser potencia mundial en Europa. El rey, que provenía de la famosa Casa de Anjou, tenía por ancestro directo al mismísimo Carlos de Anjou, el mortal enemigo del Imperio de los Paleólogos (Bizancio).


Como era típico en los soberanos que surgieron del tronco de su familia, Luis gobernó despóticamente, sin llamar a la Dieta Húngara ni consultar continuamente a sus barones, sino que se caracterizó por tomar las decisiones respectivas en cada situación difícil por sí mismo. Era sin dudas, un monarca muy capaz, y un brillante gobernante.


Sin embargo, su miopía política solo lo guiaba a expandirse por territorios vecinos (en su mayoría cristianos), y en luchar contra Venecia. La monarquía angevina en Hungría se basaba en la posesión de castillos por parte del rey, poseían 1/3 de las tierras del reino, y el Renacimiento había llegado al reino con el padre de Luis, Carlos Roberto.


Con un ejército profesional, Luis dotó a sus tropas con piezas de artillería y contó con el apoyo de mercenarios cumanos, quienes largo tiempo habitaban las tierras húngaras. El Papa lo llamaba "el escudo de Cristo, el atleta del Señor," y Luis apoyó en el año 1370 al Pontífice en sus guerras con Florencia.


Lideró invasiones al Reino Angevino de Nápoles en el 1347, en venganza por el asesinato de su hermano Andrés por obra de su cuñada Juana de Anjou, la reina. Guerreó con Venecia por Dalmacia en los años 1345-1381, donde la Serenísima no tuvo más opción que rendirle tributo. En los 1349-1355 batalló al poderoso Czar Dushan de Serbia, derrotándolo. Posteriormente, se dedicó a buscar la conversión de los pueblos ortodoxos de los Balcanes, y así formar un frente común contra los recien llegados Turcos Otomanos (1354).


Más la intolerancia del Rey fue decisiva para debilitar a la región. En el 1365 organizó una Cruzada contra el Reino de Vidin, fragmento del Imperio Búlgaro, y gobernado por Iván Stratsimir, hijo del Zar Iván Alejandro. Fue la primera gran misión evangelizadora de Hungría, pero a su vez, debilitó profundamente al ya para entonces decadente Estado Búlgaro.


En el 1366 Juan V Paleólogo se presentó ante la Corte Húngara en Buda (actual Budapest) para pedirle ayuda al Rey, discusión que terminó en tan malos términos que el emperador de Bizancio tuvo que dejar a su hijo Miguel como rehén, en manos del soberano húngaro. Sus últimas condiciones fueron que ayudaría a Bizancio si el emperador iba a Roma y se sometía al Papa, cosa que Juan V hizo en el 1369, y que de nada sirvió, pues en la hora de necesidad Luis hizo oídos sordos a los llamados tanto del emperador como del Pontífice...


Pese a sus muchos intentos por convertir a serbios, búlgaros, rumanos y bizantinos, Luis no tuvo éxito en aquel proyecto, y finalmente, para el 1374, si bien derrotó a los Turcos en Valaquia, su política lo único que hizo fue desestabilizar de forma contundente los Balcanes, que desde el 1204, habían saltado en pedazos, convirtiéndose en un mosaico de principados que no volverían a estar unidos, sino hasta la conquista Otomana de los años 1354-1460.


Entonces, cabe decir que el rey Luis fue un hombre indolente, que viendo a los Turcos a las puertas de Europa, se preocupó más en combatir la Ortodoxia que a los infieles, que para el año 1526, tras la batalla de Móhacs, dejarían su reino reducido a escombros y ceniza...

viernes, 28 de octubre de 2011

¿Fue Constantino XI coronado? Parte I: Las Joyas de la Corona.

Meses atrás, en la Comunidad de Facebook de la web www.bizanciomaravillosa.com tuvo lugar un arduo debate sobre si la supuesta "Coronación del Último Emperador de Bizancio," Constantino XI Paleólogo Dragases (1402-1453). Todo tipo de argumentos, desde los más fundamentados hasta los más sarcásticos, llenaron el muro de la Comunidad, en tanto que el tema resultaba bastante interesante en materia del Ceremonial Bizantino, siempre tan pomposo, incluso en sus años de decadencia. ¿Cómo podría el último soberano cristiano de Constantinopla no ser coronado? En el presente artículo me propongo presentarles una revisión de las fuentes, y asimismo un análisis de la situación para ese entonces.

Comenzaremos con los antecedentes históricos a dicha situación...





Las "Insignias del Imperio."



En los años 1341-1347 d. C., la Guerra Civil devastó los pocos territorios que le quedaban al Imperio Bizantino. Juan Cantacuzeno, antiguo Gran Doméstico (Jefe del ejército, después del Emperador), y a quien el agonizante Andrónico III Paleólogo había encomendado la protección de su viuda e hijos. Sin embargo, un antiguo protegido y amigo de Cantacuzeno, de baja extracción social pero amplias capacidades para el comercio, de nombre Alejo Apocaucos, había esparcido cizaña contra el noble Cantacuzeno en la mente de la agobiada emperatriz Ana de Saboya, la cual, apenas salido el Gran Doméstico a combatir a los invasores serbios, con apoyo de Apocauco declaró traidor a Cantacuzeno y coronó a su pequeño hijo Juan como Juan V Paleólogo, Basileus y Autocrátor de los Romanos (1341).


Sin embargo, tarde se dio cuenta la emperatriz y sus ministros el formidable enemigo que tenían en Cantacuzeno, el cual conseguía apoyo del poderoso rey serbio Esteban IV Dusan y muchos contingentes de turcos enviados por Umur, el emir de Aydin, gran amigo de Cantacuzeno.

En la primavera del 1343, la emperatriz Ana tomó una decisión que resultaría nefasta para el Imperio en su totalidad, como ya se había demostrado en años anteriores: Pedir un préstamo a Venecia. La Serenísima República Veneciana era famosa por sus préstamos, pero sobre todo por las grandes deudas que Bizancio tenía con ésta, como se lo hicieron recordar los embajadores venecianos al pequeño Juan V apenas murió su padre en junio del 1341. Ana de Saboya pidió 30.000 ducados venecianos como préstamo, cantidad con la que esperaba poder derrotar a Cantacuzeno por diversos medios.



Como prenda, la emperatriz les entregó las Insignias del Imperio, las joyas de la Corona Bizantina, o al menos parte de ellas. Ya en noviembre del 1341 su pequeño Juan había sido coronado y reconocido como Basileus, y por tanto las joyas no serían útiles. Su optimismo era realmente temerario, dadas las condiciones de pago que los venecianos impusieron, y el 5% de intereses al momento del pago de cada armada (10.000 ducados cada año!!!).



Quizá sería temerario señalar que probablemente la famosa Corona de Huevos, costeada por el emperador Juan III Ducas Vatatzés de Nicea para su mujer Irene Lascarina, a base de la creciente producción avícola de las granjas del emperador (recordemos que en Nicea, los emperadores en el exilio separaron el erario de sus gastos personales), estuviera entre los objetos empeñados en el 1343...


Además, en ese mismo año de 1343, en la primavera también, y mientras negociaba el préstamo con Venecia, envió Ana a uno de sus caballeros saboyanos a Avignon, para conseguir el apoyo del Pontífice allí asentado, quizá prometiendo en nombre de su pequeño hijo la conversión del mismo al Catolicismo Romano, como más tarde lo haría el desdichado Juan V...


Sin embargo, de nada sirvió dicho dinero (parte del cual fue a parar a manos de Alejo Apocauco, a la sazón el ciudadano más rico del Imperio para entonces). Llegado el momento del primer pago, este nunca se dió, con el país en la ruina y devastado por la guerra, con los turcos de Orján pillando Tracia y tomando ciudades, los de Saruhan (llamados por la misma Ana) atacando los poco territorios aún controlados por la desesperada emperatriz, que pronto vio a los partidarios del usurpador Cantacuzeno a las puertas de la Ciudad.


Y mientras, las Joyas del Imperio seguían en Venecia, en el tesoro de San Marcos...



La Coronación de Cantacuzeno: "Las Joyas de Vidrio Pintado."



Para cuando Juan Cantacuzeno entró en Constantinopla tras un acuerdo el 3 de febrero del 1347 con la familia imperial, encontró la capital del Imperio arruinada. En su poema De vidrio polícromo, el renombrado poeta Constantino Cavafis narra con la coronación de Juan Cantacuzeno, llevada a cabo en la Iglesia de Santa María de las Blaquernas (Santa Sofía estaba en estado deplorable). Nos narra lo siguiente:




"Un detalle me conmueve de la coronación,


en Blaferne [Blaquernas], de Juan Cantacuzeno e Irene,


hija de Andrónico Assán [Asén].


Como tenían pocas gemas


(nuestro estado pasaba por gran pobreza),


usaron piedras falsas,


una gran variedad de vidrio polícromo:


pedazos de cristal rojo, verde o azul.


Viéndolo bien, no hay nada indigno


ni humillante en ello; al contrario,


parecía una protesta triste


contra la maldad de los coronados.


Esos vidrios son el símbolo


de los que se debe poseer;


de lo que es apropiado portar en la coronación


de Juan Cantacuzeno e Irene,


hija de Andrónico Assán."


Claramente, el poeta no tenía afecto (al igual que muchos de sus compatriotas) por la figura de Juan Cantacuzeno, y de su ambiciosa mujer Irene Asenina, descendiente del rey búlgaro Iván Asen III, y de su mujer Irene Paleologina, hija de Miguel VIII Paleólogo (1259-1282), el primer Paleólogo reinante en el Imperio.


Así pues, y como el mismísimo Juan Cantacuzeno cuenta en sus memorias, tras casi 6 años de Guerra Civil:


"Ya no hay dinero en ninguna parte. Las reservas se han agotado, las joyas imperiales han sido vendidas, los impuestos no producen nada porque el país está en la ruina."


Cuando en el 1341 sus soldados lo elevaron sobre el pavés (gran escudo en el que se elevaba a un general cuando era proclamado emperador) Juan Cantacuzeno no había sido coronado, sino más bien había recibido homenaje por parte de sus soldados, como el capitán de los francos mercenarios, que le entregó su espada, y una proclamación a viva voz de su nuevo status imperial.



Cuando el 21 de mayo, en Adrianópolis, el patriarca Lázaro de Jerusalén lo coronó como "Emperador de los Romanos," Cantacuzeno había llevado, como cuenta Alexander Vasiliev en su famosa obra Historia del Imperio Bizantino, Vol. II, una corona de oro. Sin embargo, omite Vasiliev el detalle que dicha corona adornaba la efigie de un Arcángel en una iglesia adrianopolitana...que apenas terminada la ceremonia, fue devuelta a dicha escultura angelical...


Con las cosas en tan lamentable estado, es dable afirmar que la herencia que el heroico Constantino Paleólogo iba a portar al ser coronado, no eran más que joyas de vidrio pintado y, para ser más directos, una versión medieval de la bijouterie moderna.




Juan V Paleólogo en Venecia: Prisionero de las Joyas.



En el 1354 cayó Juan Cantacuzeno, tras un gobierno deplorable. Sus intentos de modernizar Bizancio cayeron en agua de borrajas, y su alianza con los turcos condenó al Imperio (y a gran parte de Europa) a una progresiva caída. Con ayuda del bucanero genovés Francesco Gattilusio, Juan V escapó de la isla de Tenedos (donde se hallaba confinado) y tomó Constantinopla por sorpresa. Cantacuzeno, un hombre ya mayor y derrotado, se retiró al monasterio de San Jorge de Mangana, pese a las protestas de su mujer Irene.



El llamado Manuscrito de Platón en la Biblioteca Medicea de Florencia relata lo siguiente respecto a la caída de Cantacuzeno:


"El sábado 22 de noviembre de la octava indicción, el emperador Juan Paleólogo entró en Constantinopla y destronó a su suegro el emperador Juan Cantacuzeno, quien, desde su propia entrada en la capital, había reinado por siete años, nueve meses, y veintidós días. Se hizo monje el 10 de diciembre."


Pese a su retirada de la vida política, Cantacuzeno siguió manteniendo autoridad, en tanto que el cronista de Trebizonda Miguel Panaretos ubica junto al emperador Juan V Paleólogo "a su suegro, el emperador-monje Juan-Joasaf."



A decir del gran historiador Donald M. Nicol, el que Juan V Paleólogo ocupara el trono no era una mejora en todo sentido. El emperador, según el juicio de Nicol y de muchos cronistas de la época (en especial Calcocóndilas, quien lo tacha de "vago inactivo que se sentaba alrededor de mujeres para escucharlas tocar el arpa en lugar de atender los deberes de la monarquía") no era un auténtico líder, que pudiera levantar a la población de los Balcanes contra la imparable invasión turca.



Un año después de la caída de Cantacuzeno, el poderoso Czar de los Serbios y Romanos Esteban Dusan había fallecido, dejando a su hijo Esteban V Uros en el poder (1355), y éste último, al igual que Juan V, carecía de los dotes de su inteligente padre. En Bulgaria, a la muerte de Iván Alejandro, el último gran Zar, en el 1371, sus hijos Iván Shishman e Iván Stratsimir partieron en dos el Imperio Búlgaro, en Tarnovo y Vidin respectivamente. Cuando Cantacuzeno les propuso una triple alianza contra los turcos, tanto Dusan como Iván Alejandro se habían negado,...¿Cómo podían confiar en aquel que trajo tamaña desgracia a los Balcanes?


Como narran George T. Dennis en su libro The Reign of Manuel II Palaeologus in Thessalonica, 1382-1387, y Polymnia Katsone en su obra Seven critical years: Byzantium in 1366-1373, the strife between Andronikos Palaiologos and John V Palaiologos (en griego), la política de Juan V Paleólogo fue básicamente guiada por una sola ambición u objetivo: Buscar la ayuda de Occidente.


Entre 1365-1366, el desesperado Juan V fue hacia la corte de Buda, en Hungría, donde el rey Luis de Anjou le señaló que a menos que no adoptara la correcta forma de Cristiandad, no le ayudaría. Durante el reinado de Luis de Anjou, Hungría alcanzó el grado de potencia militar y comercial en toda Europa, sin embargo, el ambicioso angevino parecía más interesado en someter a sus vecinos cristianos que combatir a las hordas de infieles...Ya en 1367, la expedición de Amadeo, el "Conde Verde" de Saboya, primo del emperador, reconquistó Galípoli a los bizantinos, e incluso llegó a intimidar a los belicosos búlgaros de Iván Alejandro...Es en el 1369, que Juan V decide marchar a Roma, a someterse de una vez por todas al Romano Pontífice.


Es entonces cuando, durante sus viajes por Italia entre 1369-1371, Juan V Paleólogo es detenido por deudor a su regreso. Le tocaba pagar al arruinado soberano la deuda que su madre había contraído con los venecianos pensando en una victoria segura, que a la larga fue la ruina de su causa...



Donald M. Nicol, en su reconocida obra Byzantium and Venice, nos cuenta en el capítulo "Jewels for an island" (tr. Joyas por una isla) que las relaciones de Bizancio con Venecia habían sido cordiales, y los funcionarios venecianos en los Balcanes veían con cierta preocupación el lamentable estado de Bizancio. Para el 1368, la deuda era:




  • 25, 663 hyperpyras (moneda de oro bizantina) por daños.



  • 37, 500 ducados por el préstamo a Ana de Saboya (podemos ver el considerable incremento debido al tiempo sin pago e intereses).



  • 5,000 ducados más por seguridad.

Es triste reconocer que ni expoliando las arcas imperiales y la mismísima Constantinopla de todos los impuestos y exiguos tesoros que aún pudiera albergar, podría pagarse las grandes sumas ya mencionadas. Bizancio estaba en la ruina, los turcos pillaban los campos, no había dinero para pagar a los soldados, y lo peor de todo: Ante los ojos del pueblo, el emperador había traicionado a la verdadera Fe Ortodoxa, sometiéndose al Papa en Roma...para colmo de males, los venecianos empezaban a negociar factorías comerciales en Asia con el Sultán Murad...


En agosto de 1369, tras su llegada a Nápoles, Juan V escribió al Dogo Andrea Contarini para señalarle que deseaba continuar con la tradicional amistad entre Bizancio y Venecia...En Roma, embajadores de Venecia alcanzaron al emperador, y tras largas discusiones, el soberano firmó un tratado con la República en febrero del 1370. Parece que en aquel tiempo, el emperador pagó 4,500 hyperpyras a los venecianos de la primera deuda, cosa que no reducía la deuda en gran parte, pero al menos era un avance...


En marzo del mismo año, el emperador abandonó Roma, y tras una corta estadía en Nápoles se embarcó a su patria rumbo a la ciudad de Ancona. La llegada del emperador a Venecia, que en otras épocas, dado su rango habría sido un verdadero espectáculo de lujo y pompa, fue menos que eso. Si bien se le trató con cortesía y de acuerdo a su rango, el Dogo Contarini no pensaba recibir alegremente a un portador de amplias deudas para con la República...viendo esto, Juan V ofreció a sus anfitriones la isla de Tenedos en pago por las deudas.


La oferta agradó a los venecianos, y las condiciones del tratado por la posesión veneciana de Tenedos fueron:



  • Se le devolvería al emperador las "Joyas del Imperio."


  • Se le otorgarían 6 buques vacíos para que el soberano los armara a su gusto.


  • Se le darían 25,000 ducados por Tenedos, y en avance de dicha suma se le adelantarían 4,000.

Para el 21 de Julio, el Senado de Venecia aceptó las condiciones con gran satisfacción, y se le dió los 4,000 ducados al empobrecido Basileus. Sin embargo, Juan V había olvidado un factor importante: Las Ambiciones de Génova.


Cuando el emperador envió a su hijo Andrónico, a quien había dejado en Constantinopla como regente, la orden que entregara a los venecianos Tenedos. No contaba Juan V que su hijo era amigo de los genoveses, eternos rivales de Venecia, quienes incitaron al joven heredero a no entregar la isla a sus rivales. Así, su padre y soberano se quedó prácticamente prisionero en Venecia, sin crédito alguno y prenda o posesión que entregar.


Prácticamente rogando, el desdichado emperador pidió a Andrónico que al menos enviara un rescate para poder salir de Venecia, vendiendo las pocas joyas que quedaban en las Iglesias de Constantinopla. El "muy pío" y desobediente heredero suyo, vástago mayor, desobedeció una vez más, y se olvidó de la existencia de su padre lejos de Bizancio...Como señala la renombrada historiadora griega Polymnia Katsone en su obra Andronikos IV Palaiologos: Reign, usurpation, and strife among the members of the Imperial Family (en griego), muchos de los nobles que apoyaban las decisiones del joven Andrónico tenían intereses con Génova, incluído el mismo Andrónico.


Sin embargo, aún contaba Juan V con un hijo leal, un vástago suyo que le amaba verdaderamente y estaba dispuesto a ir al fin del mundo con tal de rescatarlo. Su nombre era Manuel Paleólogo, futuro Manuel II y padre de Constantino XI. A toda prisa desde Tesalónica, el joven Manuel acudió a Tesalónica, donde los desconfiados y hasta cierto punto, "defraudados" venecianos lo recibieron. Así buscó el joven Manuel renovar las garantías ofrecidas por Juan V, y poder liberar al Basileus de su deshonra y humillación en Venecia.


Para cuando regreso en Octubre del 1371 a casa, Juan V contempló con tristeza que los Balcanes estaban arruinados. Ese año, en la batalla del Cernomen (mes de septiembre), el rey Vukasin de Serbia y su hermano, el déspota Ugljesa, fueron aniquilados junto a todo el gran ejército real serbio por los turcos. A inicios de ese año, Iván Alejandro, último gran Zar de los Búlgaros había muerto, y sus hijos se habían repartido el país.


Finalmente, el emperador de Bizancio, que en Roma besó los augustos pies del Papa Urbano V a cambio de ayuda, regresó a su tierra con las manos vacías. Una vez más, las Joyas de la Corona se quedaron en el altar de San Marcos en Venecia, como garantía del cumplimiento de las promesas de Juan V Paleólogo para con la Serenísima República...y allí se quedarían las "Insignias del Imperio," incluso después del año 1453, cuando el Imperio al que pertenecían desapareció del mapa mundial...