miércoles, 28 de diciembre de 2011

El Fin del Gran Duque Apocauco, según Cantacuzeno


Alejo Apocauco (+ 11.6.1345), oriundo de Bitinia, fue un político bizantino de renombre en el siglo XIV, llegando a obtener altos rangos durante el reinado de Andrónico III Paleólogo (1328-1341), por intercesión de su benefactor Juan Cantacuzeno, el Gran Doméstico.

Ocupó los cargos de Parakoimomenos, y antes de la muerte de Andrónico III en el 1341 se le honró con el supremo mando sobre la flota imperial: Gran Duque (Megas doux). Sin embargo, traicionó a Cantacuzeno junto con la viuda de Andrónico III, Ana de Saboya, y el patriarca Juan Calecas, y así comenzó la Segunda Guerra Civil durante el reinado de la Dinastía Paleólogo (1341-1347).

Apocauco mostró gran crueldad con la familia de Cantacuzeno rehén en Constantinopla, en especial con su madre, la dama Teodora, a la que mandó a prisión, y con el pequeño hijo de Cantacuzeno, Andrónico, apenas un niño.

Tras obtener vientos favorables en el 1341/1342, poco a poco se dio cuenta de que la resistencia de su antiguo mentor y benefactor sería tan cruenta como larga, y aconsejó de forma nefasta a la inexperta emperatriz Ana de Saboya, a la cual instó a empeñar las Joyas de la Corona (1343) a los Venecianos, quedándose con parte del préstamo. Pronto, sin embargo, perdió el apoyo de su hijo Manuel, gobernador de Adrianópolis, mientras que su hijo Juan luchaba por mantener su posición en la Comuna de Tesalónica, controlada por los Zelotas.

Fue el 11 de Junio de 1345, que, con gran imprudencia, Apocauco encontró su fin a manos de prisioneros políticos, como nos narra Juan Cantacuzeno:


“El (Alejo Apocauco) mostró mucha previsión al establecer una guardia para él y al planear construir una prisión en el Palacio de Constantino, cuyo proyecto fue encargado a algunos trabajadores públicos. El constantemente iba allí a estudiar el proyecto y empujándolos (a los obreros) para construir con prisa. Cuando los prisioneros vieron que una prisión estaba siendo construida y que no carecía de tumbas, no ignorantes de su intención, planearon matarlo cuando el fuera allí, suponiendo que ambos bandos se beneficiarían de su muerte. Si ellos tenían éxito, serían liberados de este terror y podrían vivir libremente, mientras que en caso que fallaran, ellos morirían y serían liberados de una vida destinada a cavar (sus propias) tumbas. Los prisioneros tramaron estos planes y aguardaron el momento oportuno para amotinarse y matarlo. El Gran Duque, en otros tiempos cuando le era necesario venir al Palacio de Constantino El Grande, tenía mucho cuidado de si mismo y era seguido por guardaespaldas que iban detrás suyo, ordenando que los prisioneros estuvieran callados en sus celdas hasta que el se retirara de allí, pero esta vez el no tomó en cuenta ninguna de estas precauciones que habían sido sometidas a la presente resolución por Dios, y según parece, éste le abandonó a morir. Los prisioneros estaban dispersos por todos lados, por lo que convergieron en el patio del Palacio, en el cual él (el Gran Duque) había abandonado a sus guardias un poco antes y había entrado con un solo ayudante. Los prisioneros, viéndolo entrar desprotegido y reconociendo que era tiempo de amotinarse, lo atacaron al comienzo unos cuantos y luego más de ellos se unieron al ataque. Entre ellos se encontraba su sobrino, el Duque Alejo, el cual había sido condenado a prisión por el Divino (¿Sínodo?) por el bien del emperador Cantacuzeno. Primero lo atacaron con piedras porque no había implementos de hierro, luego uno de ellos logró encontrar un palo y le golpeó la cabeza varias veces con él y lo hizo caer. Después de esto, con el hacha de un carpintero que vivía en prisión, le cortaron la cabeza. Cuando se enteraron de su muerte, sus guardias y los pajes que estaban con él, no trataron de vengarlo sino perdieron el valor, mientras los otros se dispersaban. Primero, todos los prisioneros convergieron en la escena. La mayor parte de ellos desconocían lo ocurrido. Cuando ellos se enteraron de que el Gran Duque había estaba muerto, algunos de los mas temerarios entre ellos colgaron su cuerpo en las murallas del Palacio. Su cabeza fue perforada con una lanza y del mismo modo la pusieron en las murallas del Palacio para que fuera visible a todos. Ellos pensaron que estas acciones agradarían a las personas que pensaban que el Gran Duque era un enemigo público y responsable de la Guerra Civil. Sin embargo, todo el mundo ignoraba estos acontecimientos. Aquellos que se encontraban dentro se mostraron dispuestos a defenderse en caso de cualquier ataque, envalentonados por el hecho de que las murallas del Palacio eran considerablemente altas. Contra todas las expectativas, nadie tuvo que luchar por él ya que todo el mundo le odiaba y porque la emperatriz (Ana de Saboya), temiendo que ellos iniciaran una revolución les concedió no solo amnistías y juramentos de indiferencia, sino también los libró de otros cargos. Cuando la emperatriz fue informada inmediatamente de ello, mandó al Panhypersebastos Isaac Asen, que de inmediato logró la administración de los asuntos, que tomara todas las precauciones y que los prisioneros prestaran juramento de salir del Palacio. Ella temía que podrían estar tramando dentro. Sin embargo, él (Isaac Asen) fue superado por una gran cantidad de asuntos tanto que descuidó a los prisioneros. Durante ese día y noche lo pasaron allí sin ser atacados por nadie, si hubieran querido salvarse pudieron haber ido a la Iglesia de Santa Sofía o dispersarse a algún otro lugar, ya que nadie estaba vigilándolos. Inconcebiblemente esperaban grandes cosas y que ellos deberían perder sus amadas vidas. Por esta razón, el día siguiente, Tzephraites, uno de los oficiales del hogar del Gran Duque, un sanguinario, cruel e inhumano castigador, ya que el estaba presente en un lugar público, decidió pelear por su amo conmoviendo al pueblo y en especial a los marineros, los cuales le tenían afecto ya que el siempre estaba a gusto entre ellos. Tomando posesión de armas, avanzaron contra ellos. Los prisioneros, que no tenían instrumentos de mucha utilidad ya que no se les permitía tener armas, se vieron obligados a defender las murallas, cuya amplitud superaba la cantidad de ellos y mientras innumerables cantidades les invadían y eran rodeados por todos lados. Cuando se dieron cuenta que las murallas estaban siendo tunelizadas por debajo y estaban a punto de ser quebradas, dejaron atrás las defensas y huyeron a la Iglesia de los Nueve Tagmata, como era llamada. Ellos entraron al santuario interior y se escondieron en los curvos pasajes. La gente los atacó con furia incontrolable, algunos de ellos se refugiaron en el santuario interior mientras otros se hallaron sometidos, aunque un número muy pequeño, especialmente aquellos que asesinaron al Gran Duque fueron capaces de escapar del peligro. En cuanto a todos los demás que no eran pocos en número fueron asesinados. No fue posible obtener el número real porque esta información fue desguazada junto con muchas personas en la ciudad. Y aquellos que atacaron y mataron al Gran Duque fueron asesinados por su propia indecisión”.


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Juan VI Cantacuzeno (1347-1354), Ioannis Cantacuzeni eximperatoris Historia libri IV, volumen II (Corpus Scriptorum Historiae Byzantinae, Bonn).


Notas:


  • No se sabe exactamente donde queda el Palacio de Constantino El Grande que menciona Cantacuzeno, en donde Apocauco planeaba edificar esa nueva prisión.


  • Los marineros mencionados por Cantacuzeno son los famosos Gásmulos, mestizos greco-italianos o greco-latinos, los cuales servían en la marina bizantina desde los días de Miguel VIII Paleólogo (1261). Apocauco, al ser el comandante en jefe de la flota, comandaba a estas tropas.


  • A la muerte de Apocauco (1345), la regencia se desmoronó, y en el 1347, Cantacuzeno entró en Constantinopla, siendo coronado Basileus en la Iglesia de Santa María de las Blaquernas, con joyas de vidrio pintado.


  • De los hijos de Apocauco, sabemos que Juan se enfrentó a los Zelotas y murió asesinado tras la muerte de su padre. Manuel se pasó a Cantacuzeno.

domingo, 11 de diciembre de 2011

Miguel VIII Paleólogo (1259-1282). In Memoriam.

Un 11 de diciembre del año de Nuestro Señor 1282, Miguel Comneno Ducas Ángel Paleólogo, Autócrata de los Romanos, y libertador de Constantinopla, falleció en la aldea de Pacomio, en Tracia, mientras preparaba una campaña contra la Tesalia rebelde.



Hijo de Andrónico Comneno Ducas Paleólogo, strategos del Imperio de Nicea y Gran Doméstico, así como gobernador de Tesalónica, pertenecía por línea paterna al noble linaje de los Paleólogos, cuyo origen se remonta a la ciudad italiana de Viterbo, como pronto explicaré.



Sin embargo, la sangre imperial corría por sus venas como herencia de su madre, Teodora Paleologina Comnena Angelina, hija del déspota Alejo Comneno Ducas Paleólogo y de Irene Comnena Angelina, la hija favorita del emperador Alejo III Ángelo (1195-1203), aquel quien destronó y cegó a su hermano Isaac II y por cuya usurpación los Cruzados llegaron a las puertas de Constantinopla en el 1203, para finalmente saquearla en el 1204, con Alejo lejos de la capital, en Mosinópolis.



Así pues, era Miguel de uno de los más nobles abolengos del Imperio Bizantino, tanto asi que el historiador Nicéforo Gregoras lo llama "Diplopaleólogo," en griego Diplopalaiologos, dado que descendía por tanto su padre como por su madre de la casa de los Paleólogos.



Fue un hombre de notables cualidades, tanto así que el emperador de Nicea, Juan III Ducas Vatatzés, supo reconocer sus habilidades y le nombró primer Gran Condestable (Megas Konostaulos) de Nicea, es decir, comandante en jefe de todos los mercenarios francos del Imperio. Se casó con Teodora Ducena Vatatzaina, sobrina huérfana del emperador, a quien según Acropólites éste último "amaba como a una hija." Sin embargo, pronto se vio envuelto en conspiraciones que lo hicieron exiliarse a Iconio, donde el Sultán acogió gustosamente y le puso al mando de sus mercenarios...para cuando regresó a Nicea, perdonado por el emperador, se encontró con el más abyecto odio de Teodoro II Ducas Láscaris, el enfermizo heredero a la púrpura.

Sufrió su familia persecución política cuando ascendió al trono Teodoro II (1254), quien en sus casi 4 años de reinado humilló de muchas formas a los Grandes del Imperio, la famosa Cadena de Oro (como los llama Paquimeres, la nobleza de Nicea). Una sobrina de Miguel, Teodora Raulena, fue casada con Jorge Muzalón, el gran amigo de Teodoro II y un noble de menor rango. La hermana de Miguel, Marta, esposa del Gran Doméstico Nicéforo Tarcaniotes fue acusada de brujería y torturada por los Celtas de la Guardia Imperial, siendo arrojada a una bolsa llena de gatos. Otros tantos nobles fueron humillados por el paranoico soberano, quien finalmente, tras soportar estoicamente una enfermedad degenerativa, falleció en el año 1258.

Tras el asesinato del regente Muzalón durante las exequias del mismísimo Teodoro II, Miguel Paleólogo se hizo con el poder, y tras ser meteóricamente ascendido al rango de Megaduque, fue finalmente hecho Co- emperador de Nicea, llegando a manejar las riendas del Imperio por sí mismo.


En el 1259, obtuvo su más grande victoria sobre los Estados Latinos de Grecia y el Épiro, cuando derrotó contundentemente a las tropas combinadas de Guillermo II, príncipe de Acaya, de Miguel II déspota de Epiro, y de Manfredo rey de Sicilia. En la llanura de Pelagonia, los ejércitos de Nicea comandados por el Sebastocrátor Juan Paleólogo, hermano de Miguel, derrotaron a los latinos tras la deserción de los epirotas y tesalios. Guillermo II fue capturado, y para su liberación se exigió la entrega de los grandes castillos de Mistra, Mani y Monemvasía, futuro núcleo del Despotado de la Morea.

Pero sin dudas, el mayor logro de Miguel VIII Paleólogo fue la tan ansiada reconquista de Constantinopla, capital del Imperio y ocupada por los invasores latinos, liderados por el desdichado soberano Balduino II de Courtenay. Tras haber sido asediada previamente y sin éxito, Constantinopla contaba con una exigua guarnición de unos cientos de hombres. El grueso del ejército latino junto a la flota veneciana había salido a saquear la isla de Dafnusia, en el Mar Negro. Con un pequeño ejército conformado por bárbaros cumanos en su mayoría, y apoyado por Thelematarioi (campesinos de las afueras de Constantinopla, mestizos), el César Alejo Strategópulos reconquistó la Ciudad para los Romanos!!! (25 de julio de 1261).

En su desesperación por huir, Balduino II, último emperador latino reinante en la Ciudad, huyó de las Blaquernas con las ropas que tenía encima, sin poder salvar su imperial gorro y sus espadas...

Miguel VIII entró en la Ciudad el 15 de agosto del mismo año, y fue coronado Basileus Romaion junto a su hijo mayor, Andrónico. Para las navidades del mismo año, Juan IV Ducas Láscaris, el infante heredero de Teodoro II, era cegado siendo apenas un niño, y enviado a una fortaleza del Mar de Mármara. Este acto de crueldad granjeó al Paleólogo los odios populares, sobre todo en Asia Menor.

A la caída de Manfredo y de los Hohenstaufen, reinaba en Sicilia un soberano aún más ambicioso: su nombre era Carlos d'Anjou, hermano de San Luis IX, rey de Francia, y uno de los nobles más poderosos del reino. Su mayor ambición, en palabras del cronista Paquimeres, era "recrear un Imperio como el de Augusto César," y estuvo a punto de lograrlo, en tanto que fue Rey de Sicilia y Nápoles, de Jerusalén y de Albania, Conde de Anjou y Maine, de Provenza y Forcalquier, y también Senador de Roma. Tras acoger a Balduino II y casar a su hija Beatrix con Felipe, heredero al ya desaparecido Trono Latino de Constantinopla, fijó sus ambiciones en conquistar al recién restaurado Imperio Bizantino.

Grandes conflictos tenían lugar en el Imperio. En el 1261, el patriarca Arsenio Autoriano excomulgó a Miguel VIII por usurpar el trono y cegar a Juan IV, y en el 1268 el nuevo patriarca José retiró la excomunión del emperador, iniciando la larga y tediosa pugna religiosa entre los Josefistas y los Arsenitas, la cual recién acabaría en el reinado de Andrónico II Paleólogo (1282-1328). Peor aún, las confiscaciones de tierras llevadas a cabo por el Conde Cádenos en las montañas de Asia Menor debilitó las fronteras que montañeses, leales al recuerdo de los Lascáridas, defendían de los Turcos...

En el 1274, para neutralizar a Carlos d'Anjou, Miguel VIII firmó la Unión de Iglesias en el Concilio de Lyon (1274), aunque tras el ascenso de Martín IV (1281), adepto del rey Carlos, al solio Papal, la estrategia del Paleólogo quedó en agua de borrajas. Durante la Guerra Civil Búlgara (década de los 1270), los ejércitos bizantinos participantes fueron derrotados continuamente por Ivaylo, a quien llaman el William Wallace búlgaro.

En conflicto final se dio en el 1281, cuando al mando de Hughes Le Rosseau de Sully, un caballero burgundio, un ejército venido desde Sicilia y Nápoles enviado por Carlos d'Anjou, tras tomar Butrinto a Nicéforo de Épiro, puso asedio a la fortaleza de Berat (Belegrada, en Albania). Al mando de Miguel Tarcaniotes, la élite del ejército bizantino liberó la fortaleza del asedio, y antes de que comenzara la batalla Sully fue capturado mientras bebía agua de un río, por mercenarios nicenos. Su ejército entró en pánico, y la masacre fue inminente...Desfilaría encadenado por las calles de Constantinopla, en uno de los últimos Triunfos Romanos que habrían de verse en Constantinopla...

Sin embargo, dicho suceso no vapuleó las ambiciones del Anjou, quien empezó a preparar una flota para la conquista de Bizancio, y fortaleció sus contactos con los Señores Latinos de Grecia y hasta con Bulgaria! Miguel Paleólogo, sin embargo, halló amigos en la corte del Reino de Aragón, donde la consorte de Pedro III, Constanza, era hija de Manfredo de Sicilia, muerto en la batalla de Benevento por Carlos d'Anjou (1266). Constanza, quien se consideraba legítima Reina de Sicilia, incitó a su esposo a tomar la isla, y con la ayuda del antiguo consejero real de Manfredo, Giovanni da Procida, el plan se consolidó. Steven Runciman ve el oro de Miguel VIII tras el futuro evento, que habría de arruinar las crecientes ambiciones del rey Angevino...

En la Pascua del año 1282, los habitantes de Sicilia se rebelaron contra Carlos d'Anjou y su tiranía. Ya muchos abusos habían cometido los franceses que ocuparon el reino, como saqueos, abusos de autoridad, violaciones, y todo tipo de vejaciones sobre los habitantes de la isla. Frente a la Iglesia del Santo Espíritu, en las afueras de Sicilia, tuvo lugar el inicio de las Vísperas Sicilianas, aquella revuelta que destruyó los sueños de Carlos d'Anjou, y consolidó la política transmarina de la pujante Corona de Aragón! Y así, Miguel Paleólogo salvó una vez más a Bizancio.

Considero oportuno hacer un análisis breve de su obra. Sus logros:






  • Reconquistó Constantinopla en el 1261, poniendo fin al yugo latino (1261).



  • Fortaleció las conquistas en Europa, sometiendo al Épiro e iniciando la reconquista del Peloponeso (1259).



  • Defendió con éxito al Imperio de Carlos d'Anjou (1281-1282).



  • Formentó la Unión de Iglesias (1274). Sea por política o verdadera convicción, la Unión era un tema que por largo tiempo se discutía, y desde 1204 se había hecho más difícil aún.



  • Reparó los edificios de la Ciudad, la repobló.



  • Fortaleció e incrementó la flota imperial, con 80 barcos y mejores unidades.



  • Creó nuevos cuerpos de soldados, como los Tzakones, Prosalentai, y Thelematarioi. Los mejores ejemplos de "Soldados Minifundistas," en Bizancio, aquellos que tenían una conexión directa con la tierra.



Entre sus errores, cabe señalar:







  • Usurpó la corona al legítimo heredero, Juan Láscaris.



  • Manejó de forma pésima la defensa del Asia Menor, desarticulando el sistema instaurado por los Láscaris, basado en la pronoia a los montañeses del Asia Menor.



  • Gastó mucho dinero en la reconquista de Europa, siendo negligente con Asia.



  • No supo dar respuesta a los emires turcomanos que empezaban a conglomerarse en torno a las provincias de Caria y Licia, así como la ciudad de Tralles, renombrada Andronicópolis o Paleologópolis.



  • Intervino en los conflictos de Bulgaria, gastando recursos y hombres en campañas infructuosas.



  • No supo escoger en ciertas ocasiones a generales competentes (su medio hermano, Constantino Sebastocrátor, batió sin éxito a los francos en la Morea).



  • Finalmente, dejó las arcas del Estado exhaustas.



Con todo, considero firmemente que Miguel VIII Paleólogo fue una figura importante en su tiempo. Un militar capaz, un político astuto, y diplomático eficiente que supo manejar las riendas de su Imperio hasta en un 70%, sin embargo ese 30% a donde no llegó, sería la causa de la ruina y caída de Bizancio. Y así ocurrió.







Bibliografía:







  • Acropólita, Jorge. George Akropolites: the history.



  • Bartusis, Mark C. The Late Byzantine Army, 1204-1453.



  • Geneakoplos, Deno J. Emperor Michael Palaeologus and the West, 1259-1282.



  • Gregoras, Nicéforo. Historia Byzantina, I-III.



  • Kyriakidis, Savvas. Warfare in Late Byzantium (1204-1453).



  • Nicol, Donald M. The Last Centuries of Byzantium, 1261-1453.



  • Paquimeres, Jorge. De Michaele et Andronico Palaeologo, I-II.